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Los 75 de Carlos: Un Martí granmense

Iba a escribir de los directores de equipos para la 63 Serie Nacional cuando un amigo me recordó  que este 16 de febrero Carlos Martí amaneció en Bayamo rodeado de 75 velas y un cake; bajó la cabeza con su acostumbrada sencillez, agradeció el gesto y luego abrazó a la vida por haberle permitido dar y recibir felicidad como excelente hijo, insuperable padre, exitoso director de equipo de béisbol y como paradigma de ser humano.

 

 

Muchas veces lo he entrevistado, lo he visto llorar, emocionarse y hasta confesar anécdotas impublicables. Muchas veces lo vi serio, imperturbable y preocupado cuando algo no salía bien en el equipo de béisbol que dirigía y se lo achacaba a sus decisiones, no al pobre rendimiento de los peloteros. Muchas veces fue maltratado al no darle las riendas de un equipo nacional y nunca protestó ni arremetió contra nadie.

En su despedida o retiro como mánager le escribí una carta-crónica no leída entonces en el estadio Mártires de Barbados, sino por miles y miles de sus seguidores en las redes sociales. Su humildad llegó al extremo de buscar un teléfono para decirme que «no debía haber revelado tantas cosas, que él era un simple granmense que solo amaba la pelota» cuando en realidad todos sabemos que no es un Carlos cualquiera, ni un Martí por casualidad y que el béisbol no es su pasión ni su novia, es su vida.

Hace mucho rato que no nos vemos ni conversamos, pero hoy quiero compartir el agradecimiento de ser un lector fiel cada lunes al periódico Trabajadores, de levantarse temprano cada sábado para escuchar el programa Haciendo Radio y de ser quizás uno de los mentores más educados, éticos y respetados en la historia del béisbol cubano no  solo por sus tres títulos nacionales con Granma, el triunfo con Orientales en Selectivas o el cetro de Agricultores en la Liga Élite, sino por haber construido de un equipo de pelota una familia.

Su cumpleaños no es para extenderse en anécdotas (que sumo decenas) sino para reconocer desde una felicitación sincera cuánto lo extrañamos todos con su número 45 en la espalda y las manos en los bolsillos a la hora de discutir una jugada polémica con un árbitro. Es para testimoniar el afecto que aún sienten muchos por su sinceridad a la hora de decir lo que estaba mal, aunque a algunos dirigentes lo tildaran de conflictivo.

Este 16 de febrero son los 75 de Carlos, del Martí granmense, a quien deberíamos no solo cantarle Felicidades, sino rendirle una soberana reverencia por tantas enseñanzas de cómo se puede ser ejemplo de cubanía desde un dogout, desde el caminar tranquilo por las calles de su Bayamo. ¡Felicidades, profesor!

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