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Diez años sin Santiago

Era un artista irreverente, iconoclasta… lo que no significó nunca que se planteara romper con lo mejor de una tradición. Su rebeldía se concretaba frente al lugar común, el prejuicio, los cepos que la intolerancia y el miedo le imponen a los seres humanos. El amor, la solidaridad, la entrega desinteresada, la consagración a la obra común fueron los puntos cardinales de su poética. Porque hizo poesía desde la música, con la música.

Foto: Iván Soca

El 12 de febrero de 2014 murió en La Habana, a los 51 años, el cantautor Santiago Feliú, una de las más carismáticas figuras de la nueva trova cubana. De hecho, fue una especie de eslabón de ese movimiento con la llamada generación de los novísimos.10

Muchos lo conocían como «El eléctrico» por esa incapacidad de estar tranquilo, creativamente hablando. Honrando el patrimonio de la vieja trova, alumbró temas de singular aliento lírico y hermosas melodías.

La música no era para él puro acompañamiento. Atendió las múltiples posibilidades de la guitarra, instrumento por excelencia. Y al mismo tiempo, estuvo también a la altura de las demandas de esa canción urgente, necesaria, que los nuevos tiempos, tiempos de Revolución, precisaban.

Escribía canciones para combatir la melancolía, o para convivir con ella. Y escribió además para acompañar una opción política, absolutamente progresista, antidogmática… y de ahí no pocos encontronazos con mentalidades mucho más conservadoras.

Más de una decena de discos, muchísimos conciertos en solitario o junto a otros míticos cantautores, y centenares de descargas más íntimas… y sobre todo la contundencia de su creación, ubicaron a Santiago Feliú en un lugar de privilegio en el panorama de la trova cubana, la de todos los tiempos, pese a puntuales incomprensiones.

Tuvo un público fiel y entusiasta. Lo tiene. Diez años se cumplen hoy sin Santiago. Pero Santiago está para toda la vida.

 

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