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La Feria de Brasil… y de todos

La edición 32 de la Feria Interna­cional del Libro, que comienza este jueves en la Fortaleza de San Car­los de la Cabaña y que se extende­rá a varias sedes de la capital cu­bana, no será una feria cualquiera. La pretensión es que sea, de algu­na manera, la feria del cambio de paradigmas. A nadie debe escapar que su celebración coincide con una complejísima situación eco­nómica. Algunos, de hecho, se in­clinaban por reducir su impacto. Pero la Feria es una apuesta por la preservación de las más emblemá­ticas citas de la cultura cubana. El camino no es suspender, sino ges­tionar con eficiencia los recursos con que se cuenta. Y esta convoca­toria debe incidir en la consolida­ción de nuevos esquemas de acceso a la literatura, que además de sus implicaciones culturales tienen re­percusión en el ámbito económico.

La revolución tecnológica es una realidad hace bastante tiempo, pero el sistema editorial cubano no ha aprovechado del todo sus poten­cialidades. Una de las grandes sin­gularidades de esta cita es la puesta en marcha de un sistema perfecta­mente funcional para la comercia­lización del libro digital cubano, asumiendo que muchos de los lec­tores se han mudado a ese formato.

Y la Feria se inserta plena­mente también en los procesos de modernización de las operaciones comerciales: los libros de papel podrán ser adquiridos por tran­sacciones digitales, en las plata­formas de pago vigentes. No sig­nifica por supuesto que se deseche el pago en efectivo.

Pero lo más importante se­guirá siendo el aporte cultural del libro. La Feria insiste en su vocación integradora, y asume la literatura como base de toda la pirámide artística. Y parte de la capacidad socializadora del arte, como pilar del enriquecimiento espiritual de la ciudadanía.

Este año muchas de las pro­puestas saldrán de los espacios convencionales y llegarán a comu­nidades de toda la ciudad, emulan­do el espíritu de la célebre frase: si la montaña no va a Mahoma…

De cualquier forma, ese talan­te democratizador no va en contra de la contundencia de un progra­ma literario que seguirá pulsando los desafíos estéticos y concep­tuales de la literatura contempo­ránea.

 

Un continente de libros

La gran escritora brasileña Conceição Evaristo será una de las invitadas a la Feria. Foto: Leo Martins

Que la Feria tenga a Brasil como el País Invitado de Honor es la oportunidad de acercarse a uno de los más significativos patrimonios literarios de la región. De hecho, Brasil es prácticamente un conti­nente, geográfica y culturalmente hablando.

La propuesta editorial de la gran nación sudamericana inclu­ye una auténtica puesta al día: se presentarán numerosas noveda­des de autores que no son muy co­nocidos en Cuba.

La delegación cultural de ese país incluye a grandes escritores, y también a artistas de otras ma­nifestaciones. Se ofrecerá una vi­sión múltiple del acervo brasileño, particularizando en los vínculos con la tradición cubana.

 

Referentes

La obra fundacional de la doctora Isabel Monal y la extraordinaria labor profesional del escritor y promotor Francisco López Sacha serán reconocidas en distintos es­pacios de la Feria, en un progra­ma que incluye presentaciones de sus libros y sesiones teóricas.

Serán puestas a disposición del público varios títulos del céle­bre escritor cubano Alejo Carpen­tier, de quien se cumplen 120 años de su nacimiento; y habrá un acer­camiento desde la literatura y la historiografía al Padre de la Pa­tria, Carlos Manuel de Céspedes, a 150 años de su muerte.

La Feria, como ya es tradi­ción, no se quedará en La Habana. Cuando concluya, el 25 de febrero su etapa capitalina e internacio­nal, se extenderá a las capitales provinciales, con actividades que movilizarán a escritores y artistas de cada territorio.

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