Creada en plena Guerra Fría, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tuvo como objetivo prepararse militarmente para enfrentar el peligro del comunismo soviético que “amenazaba” al mundo “libre y democrático”.
La Unión Soviética no existe, tampoco la comunidad socialista en Europa del Este, ni tampoco el Pacto de Varsovia, organización militar creada para enfrentar a la OTAN en caso de guerra y en defensa de los países que la integraban.
Pero sí existen los rusos, y aunque no son socialistas, son víctimas de las campañas en su contra y son presentados a las poblaciones europeas como el enemigo, que una vez terminada la “agresión a Ucrania, iniciará su marcha contra los países que integran la OTAN y la Unión Europea”.
Lograda la ficción de un enemigo amenazante a las democracias de Occidente, todo sirve para echar leña y provocar incertidumbre sobre todo en las poblaciones europeas, víctimas indirectas de la desastrosa política internacional estadounidense.
Y lo más importante, le permite a los gobiernos europeos, estadounidense y de Canadá, lograr que sus poblaciones acepten a regañadientes nuevas afectaciones a su alto nivel de vida, logrado por años de lucha y hacer que acepten que el presupuesto del país se gaste fundamentalmente en armas y “ayudas” a Ucrania.
Ucrania, un buen negocio para Estados Unidos
La afirmación no es del presidente Vladimir Putin, ni de otro dirigente ruso, ni siquiera de algún político o periodista que pudiera ser tachado de izquierdista o pro-ruso.
Lo dijo el mismísimo secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al admitir el 1 de febrero que “la mayor parte del dinero que el país norteamericano proporciona a Kiev en realidad se invierte en la industria de defensa estadounidense”.
Dijo más, precisamente en Washington, durante una entrevista periodística, quizás para salir ileso de críticas posteriores; «Los aliados de la OTAN están fortaleciendo la industria de defensa estadounidense y haciendo que todos nosotros estemos más seguros porque la OTAN está creando un gran mercado para Estados Unidos, para la industria de defensa estadounidense».
«Solo en los últimos dos años los aliados de la OTAN han acordado contratos de defensa por más de 120.000 millones de dólares. Por lo tanto, es en interés de la seguridad, es un interés económico, es bueno para EE.UU.», concluyó.
Nunca la desfachatez llegó a tal punto. ¿Y las muertes que provoca esta guerra? Conflicto al que no están ajenos ni la OTAN ni mucho menos Estados Unidos y Gran Bretaña
“La OTAN va a la guerra, que dolor que dolor que pena”
Tomé como subtítulo el estribillo de una canción infantil que cantaban hace muchos años madres y abuelas a los pequeños de la casa, aunque era Mambrú quien se iba a pelear.
Lo hacían sin saber que tarareaban la versión en español de una canción popular infantil francesa compuesta por soldados galos en 1709, como señal de burla tras la supuesta muerte en combate de un duque británico en 1709.
Pero volvamos a nuestro siglo. La OTAN nuevamente, hizo participar a sus soldados en unos nuevos juegos de guerra, con el fin de entrenarlos debidamente para detener a los rusos en su programada invasión a Europa. Así de simple.
Se trata del Ejercicio Steadfast Defender 2024, anunciado el 18 de enero por el comandante supremo de la OTAN en Europa, el general estadounidense Christopher Cavoli y durará hasta mayo.
Participan 90.000 soldados, 50 buques de guerra y más de 80 aeronaves. El objetivo, ensayar un «conflicto emergente» contra un enemigo que solo puede ser Rusia, cuyo servicio de Exteriores alerta de riesgos de «incidentes militares».
Para muchos analistas las maniobras buscan simbolizar el poderío de la OTAN tras su fracaso en Ucrania y se llevará a cabo en aguas de los mares Báltico y del Norte, así como en suelo alemán, polaco y de las repúblicas bálticas, muy, pero muy cerquita de Rusia.
«El Steadfast Defender 2024 será una clara demostración de nuestra unidad, fuerza y determinación para protegernos mutuamente, a nuestros valores y al orden internacional basado en reglas», declaró el general estadounidense Cavoli.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, , alertó de inmediato de los «riesgos de incidentes militares» que entrañan las maniobras Steadfast Defender 2024.
Para algunos especialistas la finalidad de las maniobras es dar la sensación que tienen capacidad de vencer a Rusia, justificar el incremento del gasto militar y la política de militarización.
Y la propaganda que acompaña a la maniobra llega al colmo del delirio al anunciar, como hizo el diario alemán Bild, paso por paso lo que hará Rusia para invadir Europa.
En fin, ¿habrá guerra? Sí, pero no. Depende de la OTAN
