El aplauso de rítmicas intermitencias que por medio siglo ha caracterizado al estudiantado de la Escuela Lenin ha estado resonando por estos días en las palmas de sus graduados y de las generaciones actuales que cursan allí el preuniversitario.
“Nuestras muchachas y muchachos regresan a su casa”, dijo emocionada la profesora Mirta Ojeda en una de las múltiples actividades que están teniendo lugar para celebrar el aniversario 50 del emblemático plantel, inaugurado el 31 de enero de 1974 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el entonces presidente de la URSS, Leonid Brézhnev.
Egresados, docentes y personalidades formadas en sus aulas a lo largo de medio siglo recuerdan con emoción y cariño la huella de la Lenin en su adolescencia y primera juventud. El origen de esta historia se remonta a aquellos primeros años en que alumnos y profesores laboraron muy duro en la construcción de una ciudad escolar donde llegaron a vivir más de 4 mil 500 jóvenes.
“Esta fue una escuela de la cual Fidel sintió mucho orgullo”, afirmó Ricardo Luis Pérez Montejo, actual director de la Lenin, al explicar cómo aquella idea tomó cuerpo con la posterior creación de planteles similares en las provincias, los cuales devinieron a mediados de los años 80 del pasado siglo en los preuniversitarios vocacionales de ciencias exactas, en lo que calificó “como una visión de futuro”.
¿Al rescate de las vocacionales?
“La enseñanza preuniversitaria y dentro de ella las vocacionales, están inmersas en un proceso de perfeccionamiento del sistema nacional de Educación, que tomará en cuenta el tipo de joven que entra a estas escuelas y sus proyecciones”, aseguró Pérez Montejo, luego de admitir que en los últimos tiempos la Lenin ha sufrido un deterioro de sus espacios físicos.
“Existe la intención, chequeada y programada en cada una de las reuniones del Partido, el Gobierno y el Ministerio de Educación, para ir buscando soluciones y que la escuela recupere las condiciones que necesita. Me refiero a las áreas deportivas, las piscinas, el teatro, el cine, el gimnasio, lugares que marcaron la presencia del Comandante en sus visitas”, explicó.
Como parte de ese empeño por revertir la acumulación de problemas donde asimismo impacta el bloqueo contra Cuba, el director consideró que es preciso “incorporar las mejores ideas de trabajadores y estudiantes, y también de las familias, pues son muchas las personas que se sienten identificadas con la escuela Lenin y eso es algo que tenemos que aprovechar”.
Y no se trata solo del valor patrimonial que ya tiene esta instalación premiada por su diseño, a cargo del arquitecto cubano Andrés Garrudo, sino de la importancia que desde su origen tuvo la formación integral y en valores de sus educandos mediante una enseñanza científica rigurosa que se complementa con una adecuada preparación humanística, cultural y deportiva.
Por eso la actual dirección insiste en “la recuperación de algunas áreas vitales que les permitan a los estudiantes, en su horario de vida, poder disfrutar de un cine, piscinas y áreas deportivas, todo ello muy importante para el proceso docente educativo”, aseveró Pérez Montejo, quien igual refirió a la necesidad de mejorar la alimentación y el proceso de elaboración.
“Una de las principales dificultades que enfrentamos hoy es el déficit de maestros para completar un claustro ya envejecido. En los Institutos Preuniversitarios Vocacionales de Ciencias Exactas (IPVCE) la mayoría de sus colectivos lo integran profesores que sobrepasan los 60 años”, apuntó el director.
La selección del alumnado para este tipo de enseñanza es a partir de exámenes de ingreso, lo cual implica que se reciben adolescentes con aptitudes, habilidades y un elevado nivel de conocimientos. “No cualquiera puede ser profesor aquí”, enfatizó el director de la Lenin al comentar que se trabaja, junto con la comunidad científica, para poner remedio a este déficit, algo en lo que están involucradas también las universidades del país.
“Entre todos estamos buscando la mejor solución a este asunto, para poder seguir formando jóvenes y dotándolos de los conocimientos que necesitan”, agregó.
Como una buena noticia calificó Pérez Montejo la reciente aprobación de un aumento salarial para los maestros, “hasta donde el país pudo llegar. Eso es algo que nos compromete a seguir haciendo cosas buenas y darle continuidad al proceso revolucionario”.
Calidad intelectual y humana
La Escuela Lenin ha mantenido a lo largo de su historia resultados sobresalientes en la formación de bachilleres. Desde que la educación superior introdujo los exámenes de ingreso como vía de acceso a la universidad (años 80 del pasado siglo), estudiar en ese plantel constituye una garantía de buena preparación, algo que reconocen tanto los jóvenes graduados como sus familias.
“La Lenin se ha caracterizado por marcar la diferencia en la provincia de La Habana y en todo el país. En los últimos exámenes de ingreso quedamos en tercer lugar entre todos los preuniversitarios y no estamos conformes”, indicó el director.
Razonó que ese resultado “constituye un pilar entre las razones que llevan a la familia a mantener a un joven en una escuela interna, con todas las implicaciones que eso tiene”.
Desafíos medio siglo después
Las circunstancias que marcaron el nacimiento y consolidación de la Escuela Lenin difieren notoriamente de las actuales. El impacto acumulativo de las dificultades económicas que ha atravesado la nación en los últimos decenios se aprecia en el deterioro de varias de las áreas del centro.
La matrícula actual del IPVCE Lenin, casi mil 300 estudiantes, es coherente además con los cambios en la estructura etaria de la población cubana, marcada por el envejecimiento poblacional y la disminución de los índices de natalidad. Es menor la demanda y por tanto se ha reducido la matrícula en estos tipos de preuniversitarios, han explicado funcionarios del Ministerio de Educación.
Dos terceras partes de sus instalaciones las ocupa hoy la Escuela de la Aduana General de la República, otro proyecto educativo con el cual a veces se realizan actividades conjuntas y cuyos alumnos “son jóvenes con expectativas similares a los nuestros. No es una barrera para el trabajo”, opinó el director del preuniversitario.
Se mantiene, entonces, el desafío de seguir formando a los profesionales que Cuba requiere, ahora desde una perspectiva más integradora y donde las ciencias de la información y la comunicación han ganado una preponderancia que no tenían antes.
Hace medio siglo la Lenin era apenas un sueño. Sus frutos han sido fecundos, salvan vidas en hospitales y centros científicos vinculados a la salud, dirigen operaciones logísticas de la economía nacional, hacen arte en sus diversas manifestaciones, litigan casos en cortes internacionales, teorizan desde diversas disciplinas académicas… o escriben estas líneas.
Todos ellos son la confirmación de la validez de un proyecto que merece ese aplauso tan propio de rítmicas intermitencias y más.