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Día del Trabajador de Industria Alimentaria: Perseverancia en conserva

María Teresa Vargas Guevara se separa solo un momento de la línea de producción. «La jornada laboral es sagrada y exige hoy más consagración», afirma quien le ha dedicado casi cuatro décadas de vida a las faenas en la fábrica de conservas del montañoso municipio de Florencia, al noroeste de la provincia de Ciego de Ávila.

 

Foto: Misleydis Almenares Pardo

 

Sin tiempo para quitarse el uniforme en su condición de obrera, cumple otro entre tantos deberes. «Muy atenta estuve en la capacitación porque se avecina un proceso a realizar con lujo de detalles en cada centro laboral», destaca la secretaria general de la sección sindical de esa industria, acerca del seminario del XXII Congreso de la CTC, etapa de preparación iniciada en el país por el territorio avileño.

De vuelta a su segunda casa conduce la asamblea de presentación del plan de la economía y el presupuesto para 2024, «tan necesitado este también de la aplicación de alternativas para su cumplimiento porque es poca la cantidad de azúcar refino asignada, pero no renunciamos, como tampoco lo hicimos el año pasado, a la elaboración de los dulces en conserva», subraya y expone sus razones.

«Además de la frutabomba en almíbar, que en este nuevo período anual nos corresponde un nivelito de producción de este renglón por las limitaciones de materias primas, fabricamos en 2023 encurtidos, salsas y otros renglones contratados con los clientes, organismos y las ofertas directas a la población en el punto de venta que abrimos en nuestro centro y se mantiene funcionando.

 

Foto: Misleydis Almenares Pardo

 

«En la actualidad elaboramos pasta de ajo y sofrito. Crecerá el ritmo productivo cuando arranque el procesamiento de tomate, porque nuestro fuerte es la conserva de vegetales en diferentes formatos, ante la escasez de latas y pomos, utilizamos bolsas de nailon y otros envases de plástico. Así, aplicando variantes, logramos producir sin pérdidas económicas.

«Enfrentamos otro plan técnico económico tenso, pero con la fortaleza de contar con el ciento por ciento de los trabajadores sindicalizados y la oportunidad de tener innovadores capaces de solucionar las roturas de las esteras, el molino, la tapadora y demás componentes de una tecnología con más de 60 años de explotación».

Lo que no han podido «enlatar» los conserveros florencianos es la disponibilidad y calidad de los medios de protección personal , hoy ausentes los guantes de goma.

Aunque se encarecen los suministros agrícolas, el colectivo no pierde la esperanza de revitalizar la fabricación de tamal enlatado y pimiento morrón, antes tradicionales surtidos.

La perseverancia no es allí un producto deficitario.

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