El sábado 21 de enero, y hasta el 28, tendrá lugar la 39 edición del Festival Jazz Plaza 2024. Copará varios espacios habaneros y también de Santiago de Cuba. Amplia es la lista de invitados nacionales y extranjeros, así como el programa de presentaciones. Entre todas ellas resalta el estreno nacional de un proyecto que nos regresa a las esencias de la música tradicional para devolverla fresca y auténtica.
Se trata de Estrellas de Buena Vista y Más, un proyecto de Efecto Sound y La Isla Que Suena, donde Pancho Amat, tresero, arreglista y compositor, lleva la dirección musical.
En medio de las tensiones de montajes y ensayos, el también Premio Nacional de Música accedió a conversar con Trabajadores.
¿Cuál es la esencia musical de Estrellas de Buena Vista y más?
En el último lustro del siglo pasado se grabó en La Habana un disco que se llamó precisamente Buena Vista Social Club, el cual devino en un fenómeno musical que recorrió el mundo. En aquel álbum se dieron cita un grupo de intérpretes con estilos diversos, compositor solo estaba solo Francisco Repilado, Compay Segundo. Todos tenían un denominador común, partían de la música tradicional. Ese proyecto contó con una amplia difusión, sin restricciones prácticamente, y un sostén económico que les permitió recorrer el mundo.
La idea nuestra es apoyarnos en esa imagen que abrió el Buena Vista Social Club (BVSC) y tomar como referencia algunos de los temas que ellos repopularizaron, o sea, volvieron a hacer famosos, pues eran canciones que, en su momento, ya habían tenido éxito a nivel nacional e internacional. Esa es la referencia conceptual respecto a la música que hacemos.
Además, nos proponemos ilustrar al público, que sepan que eso que escucharán es parte de las esencias del arte cubano. Por eso en el repertorio aparecen piezas de aquel derrotero que empezó en el Buena Vista, que trajo a la luz viejas canciones que habían sido famosas, e incluimos temas más contemporáneos que siguen la misma huella y se nutren de las esencias de la tradición.
Hay una buena cantidad de música cubana por desempolvar. Si te das a la tarea de traer a la luz todos los éxitos pasados, emerge un reservorio tremendo, aunque siempre hay que dejar espacio para lo nuevo que va apareciendo pues como mismo el Buena Vista es un transmisor de cubanía, hay otros espacios y autores que han venido desarrollándose en nuestro país, desde María Teresa Vera con Veinte años hasta el sol de hoy.
¿Cuáles son las estrellas de la música convocadas a este proyecto?
Después que se hizo la presentación del disco Buena Vista Social Club, los participantes quisieron llevarlo al escenario, hacer conciertos en vivo, se conforma entonces una agrupación que se completa con músicos que no estuvieron en la primera grabación.
Estrellas del Buena Vista y más cuenta con algunos de esos intérpretes. Tal es caso del contrabajista Pedro Pablo Gutiérrez, quien originalmente estudió violonchelo en el Conservatorio Amadeo Roldán pero siguió la tradición familiar por la línea paterna, quien tocaba el contrabajo en la orquesta Estrellas Cubanas, que dirigía el maestro Félix Reina. Cuando se fundó el Buena Vista, a pesar de su juventud, ya Pedro Pablo era un contrabajista respetable por su trabajo y trayectoria.
Otro de los músicos que también estuvo en el BVSC es Ángel Terry, a quien conocí en el ambiente universitario. Él no estudiaba música, sino otra carrera en la Universidad de La Habana, ambos participábamos en los grupos aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria y nos veíamos en la Casa Estudiantil. Finalmente enrumbó su vida hacia la música, especialmente a la percusión. Desde esa formación, básicamente autodidacta, se acercó a las raíces de lo cubano y hoy, además de ser un destacado intérprete, es un teórico de la percusión cubana. Desarrolló una carrera importante en el cabaret Tropicana, de allí salió para ingresar las filas del de Buena Vista, igual que Pedro Pablo.
También de aquellos momentos iniciales tenemos al maestro Javier Zalba, graduado de saxofón en la Escuela Nacional de Música. Se hizo flautista y clarinetista de manera autodidacta. Es difícil encontrar un disco de música cubana que lleve alguno de esos instrumentos en los que Javier Zalba no participe. Está en todos los menús, diría yo, y uno de ellos es el de la música tradicional. En el Cabildo del Son ha tocado como en tres o cuatro discos, siempre que hace falta un clarinetista. Tiene la virtud de saber colocarse a medio camino entre el jazz y el son. Además, acepta proposiciones, sea en el clarinete, la flauta o el saxofón. Conoce de los estilos de la música cubana y del jazz. Ha participado en innumerables agrupaciones y grabaciones, es profesor en los institutos musicales de nuestro país y trabajó junto al maestro Chucho Valdés en el proyecto Irakere.
Carlos Calunga ya tenía una trayectoria como sonero cuando fue llamado al BVSC, cantaba en diferentes agrupaciones cubanas de mucho prestigio que hacían música bailable. Nació tierra adentro, en Sagua de Tánamo, de allí heredó ciertas aptitudes para cantar el son con un signo personal de marcado acento oriental. Esto se potencia al conocer a Ibrahim Ferrer, otro de los músicos del Buena Vista primigenio. A la hora de improvisar, Calunga bebió de esa fuente inagotable y enrumbó su estilo hacia ese modelo, de manera que a veces es imposible no recordar a Ferrer cuando le escuchamos a él. Sin ser un clon, Calunga es portador de la huella del maestro Ibrahim Ferrer.
En las Estrellas del Buena Vista y más, tenemos otros músicos de gran estatura como el pianista Alejandro Falcón, muy creativo y exitoso, sobre todo dentro del mundo del jazz; al cantante Kiko Ruiz, un muchacho joven con una herencia sonera tremenda; y al trompetista Manuel Machado, quien empieza a ganar visualización cuando se acerca a la actividad musical de Pucho López y más tarde al colaborar con el maestro Chucho Valdez. El maestro Machado se radicó en España y desde allí participó en algunos momentos del Buena Vista, es un improvisador importante.
La vocalista Arahí Martínez Carranza lleva en su sangre tradición trovadoresca, pues junto a su madre formaba el dúo Carranza en Santa Clara, luego integró la orquesta Anacaona. Actualmente radica en España donde desarrolla un proyecto muy ligado a la música cubana. En escena es muy creativa, canta, baila, y toca la percusión, aporta esa imagen fresca e ilustrativa de lo que es la música cubana cercana al baile popular.
El otro trompetista se llama como el cantante famoso, Alain Pérez. Estudió el instrumento en San Antonio de los Baños y ha aprendido la tradición de tocar en orquestas soneras. Lleva muchos de los solos de trompeta del proyecto, siempre participa como improvisador. Tenemos también a Jean Roberto San Cristóbal, de la familia Barreto, de gran tradición en la música. Es timbalero y aporta su experiencia luego de haber pasado por la orquesta Klimax.
Nuestro bongosero es Rosenio Perdomo, también de San Antonio de los Baños, es el hombre orquesta pues también toca tumbadora, otros instrumentos de percusión y, canta. Ganó el primer premio en el concurso de timbal en una de las ediciones de la Fiesta del Tambor. Lleva conmigo, en el Cabildo del Son, más de más de diez años y es un excelente improvisador.
Esta es la nómina fija, además tendremos otros invitados que pueden variar en dependencia de las fechas, programación, etcétera.
¿Qué aportes en materia de sonoridad y visualidad se han propuesto con estas Estrellas de Buena Vista y más?
Asumimos el mismo punto de partida desde el cual empezó viaje el Buena Vista, o sea la música tradicional cubana, pero intentamos darle continuidad histórica de manera tal que no se quede en lo que aquellos señores conocían o sabían hacer. Hay que tener en cuenta la edad de aquellos intérpretes que se nutrieron, crecieron o se desarrollaron en la década de los cuarenta, cincuenta, sesenta.
En nuestro proyecto hemos incluido canciones de Adalberto Álvarez, y una guajira-son mía dedicada a Canarias, que es nuestro epicentro para accionar en Europa. En esas islas están las oficinas que mueven nuestro trabajo. Debo recordar que mi abuelo era canario y que de esas tierras nos llegó la décima, esa estructura músico-poética que tanto peso tiene en las tradiciones cubanas.
Es cierto que la décima no fue muy potenciada por aquel Buena Vista primigenio, pero nosotros pretendemos incluir ese legado y ampliar el espectro de la tradición musical cubana para llegar hasta más acá, respetando aquella sonoridad inicial, de manera que cuando escuches no pueda transparentarse a las claras de qué época es, sino que se aprecie como un todo: música cubana.
Más allá de una etapa musical específica queremos destacar ese hilo conductor de cubanía que se ha mantenido a través de los años. Quizás hay que mover un poquito la pluma en algunos arreglos para que la sonoridad se escuche más fresca y cercana, pero sin exagerar. Las canciones que nosotros hacemos del proyecto inicial de Buena Vista no tienen el mismo arreglo orquestal, aunque lo parezca.
Respecto a la visualidad también hemos tratado de dar una imagen más fresca en escena, a ello contribuyen Arahí, buena bailadora, y Calunga, excelente en el diálogo con el público. Siempre recuerdo aquel profesor de teatro que me decía que se es músico absoluto hasta que uno sube a un escenario, espacio donde hay leyes que cumplir y entonces hay que ser un poco actor también. Yo trato de hacerle caso.
En el texto de presentación del proyecto usted comentó que el repertorio fue concebido a partir de canciones que en su momento fueron exitosas; y se reconocen herederos del BVSC que tuvo un gran impacto en el mercado de la música internacional ¿Cómo explica que temas compuestos con tantas décadas de antelación puedan recolocarse en la preferencia del público?
La explicación es la misma a por qué cuando se escucha la Quinta sinfonía, de Beethoven; el Concierto para piano número 2, de Rachmaninof; o el Uno de Tchaikovsky; parecen obras nuevas y siempre se escucharán. Hay canciones que nacieron para ser imperecederas, de eso no cabe duda.
Hace un rato mencioné Veinte años, por ejemplo. Cuando la interpretamos muchas personas refrescan su memoria, pero hay otras que no la conocían y les resulta conmovedora. Y es que existen obras musicales que nacieron para quedarse.
Curiosamente en el proyecto inicial de Buena Vista cada cual llegó a cantar lo que tenía en su repertorio. El resultado final resultó muy atinado pues, para quienes conocían esas canciones, era una bocanada de aire nuevo; mientras que para otros fue como un despertar a la música cubana.
¿Qué importancia le concede al hecho de que la primera presentación de Estrellas del BV y más en Cuba tenga lugar en contexto del Jazz Plaza?
La primera presentación de Estrellas del BV y más tuvo lugar en Canarias. Nos hemos presentado también en otros espacios de Europa, pero el concierto del lunes 22 de enero será el estreno en Cuba y no hay un espacio mejor que el Festival Jazz Plaza para hacerlo. Digo eso porque hoy los festivales de jazz se nutren de música étnica, la cual no siempre pertenece a los países sede del evento. En ellos te puedes encontrar músicos de todas partes del mundo y tocan aquello que les distingue, lo auténtico y exclusivo. En muchos hay músicos y música cubana.
Nuestro país es una potencia musical, entre otras razones por la cantidad de ritmos y géneros que tiene. Nuestro proyecto se nutre de todos esos puntos de partida de la música, de esas esencias que nos definen diversos y enriquecidos.
A mi modo de ver el jazz es la música del siglo XX. Cada período del desarrollo de la humanidad quedó retratado en la creación artística, en la música tuvimos el renacimiento, el barroco, el clásico, el romántico y otros. De esa misma manera, la música de las últimas siete décadas de la centuria pasada hacia la actualidad han quedado marcadas por el jazz.
Ningún músico que considere desarrollar su obra a tono con su tiempo puede vivir de espaldas al jazz, y eso vale para cualquiera. Un violinista tiene que conocer a Paganini y un pianista a Chopin, pero también necesitan saber un poco de jazz para llevarlo a su mundo y utilizarlo hasta donde sea prudente.
Una cosa es jazzear la música cubana y otra cubanizar el jazz. Un norteamericano lo que puede intentar es cubanizar el jazz, pues su punto de partida es el jazz; pero nosotros lo que podemos hacer es enriquecer nuestro lenguaje con el jazz. Ese es mi punto de vista.
Hace unos años el maestro Herbie Hancock, en Fábrica de Arte, aseguró que Cuba debió ser el primer país, fuera de Estados Unidos, donde debería existir un Día para el Jazz pues el aporte mayor al género le ha llegado desde la música cubana. Recordó que cuando era un pianista con poco recorrido, intrascendente, fue el percusionista cubano Mongo Santamaría, por entonces radicado en Nueva York, quien le abrió las puertas y lo llevó a los circuitos más potentes de la música. Hancock terminó diciendo que intentaría tocar un tema de Mongo, de los que aprendió con él, y resultó ser música cubana.
El Festival de Jazz pone de manifiesto los contactos entre la música cubana y el jazz, así como la variedad tan grande de música que tenemos y el potencial tan alto de músicos valiosos con que contamos. En este evento te puedes encontrar de todo, hay quienes se quejan de que son demasiados escenarios y, a pesar de ello, no es posible abarcar todo el tesoro musical de nuestro país.