Las Tunas.— “Alrededor del 25 % de los trabajadores del central Antonio Guiteras son jóvenes”, afirma el ingeniero mecánico Carlos Serrano Górgora, jefe de Producción del central.
Serrano Górgora sabe la importancia de motivar a las nuevas generaciones para que esta industria, que fue orgullo del país, de los tuneros y en especial de los puertopadrenses, retome el camino del éxito en esta inminente zafra y las del futuro.
Por eso habla de la atención que se les brinda, las acciones de preparación, para que asuman puestos claves de la industria en las complejas operaciones de molida y cristalización del grano.
¿Un escenario ideal?
Ellos han encontrado en esa industria un escenario ideal para su realización personal, y para dar batalla por la salvación de esta necesaria actividad de la economía local y nacional.
Esas expresiones las escuché en la voz de algunos de estos muchachos que están reescribiendo la historia de un gigante que pugna con las carencias y procura salir del letargo.
En el área de basculador y molinos conversé con dos de sus paradigmas: el mecánico A montador Argel Juztel Peña y con el soldador Noel Álvarez Batista, quienes se encontraban enfrascados en el acondicionamiento de los equipos.
Ambos reconocieron el protagonismo de los jóvenes: “Cada uno está dando lo mejor de sí. Tenemos dificultades con algunos recursos, pero mantenemos el compromiso y cumplir la tarea.
“Hay que trabajar para hacer azúcar y garantizar su existencia para la población. Aquí, en mi brigada, todo está bien organizado y cada uno sabe lo que va a ingresar de acuerdo con lo que hace cada día. Mi salario quincenal es de más de 9 mil pesos; y los ayudantes, que son los que menos ganan, están casi en los 7 mil pesos”, asegura Juztel Peña, quien con solo 27 años dirige una de las brigadas.
Está convencido de que los jóvenes aquí pueden encontrar motivaciones y relata: “Yo comencé a trabajar en el ingenio a los 17 años, empecé como ayudante, pasé por varios puestos y, aprovechando las oportunidades de superación, me hice mecánico A montador”.
Juztel Peña está contento por el desempeño de los 10 hombres que integran el grupo que lidera, “cinco de ellos son jóvenes, el menor tiene 18 años, y cada uno sabe su responsabilidad como gruero, mecánico, ayudante. Todos trabajamos con el mismo ahínco”.
La salvación de las masas
Mientras, sin altanería, el joven soldador Noel Álvarez Batista se siente importante por su labor, “porque estoy ayudando a la Revolución, y así contribuyo a los esfuerzos del país para salvar el sector agroazucarero”. Esa es su convicción.
Él, como los demás compañeros, sabe que la recuperación de las masas tiene un gran impacto en el resultado final de cada molida, “lo que hacemos permite exprimir un poco más las cañas, sacarles el máximo de guarapo. Hay que dejarlas secas para que rindan lo más posible, por eso ponemos estas masas como si fueran nuevas”, enfatiza.
El día en que hablamos habían pasado por sus manos y las de sus colegas 16 de los 18 de esos medios integrados al sistema, “el trabajo es literalmente agotador”, reconoce, y argumenta que nunca ha pensado cambiar de profesión, “me siento bien. Me llevo bien con todo el mundo. Somos una gran familia”, resalta.
Epílogo
Argel y Noel, junto a otros de sus coetáneos, forman parte de esa vigorosa fuerza comprometida con los destinos del sector cañero-azucarero en Cuba, procuran la sostenibilidad de las producciones que devienen importantes fuentes de empleo, de captación de divisas y de numerosos derivados; además, de fuente de energía renovable y de alimento humano y animal. Representa, también, cultura e historia para este país.
Pero, “en no pocas oportunidades recibimos graduados de politécnicos en especialidades afines. Los preparamos a muchos de ellos en puestos claves; y los reclutan al Servicio Militar Activo, algunos ya no regresan al ingenio”, lamenta el ingeniero Juan Carlos Molina; entonces, se malogra el objetivo.