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Adiós a la tejedora, adiós a Isaura

Desde que la conocí quedé prendado de su alegría, de su habilidad para que todos quisieran estar a su lado. Ese día, ella con 71 años recién cumplidos, una roja flor ensartada en el pelo denotaba la sensual coquetería de una mujer no sólo hecha para el trabajo, sino también para no permitir injusticia alguna.

 

Foto: Jesús Martínez

 

Su bregar sindical comenzó allá por 1946 o 1947 ―no recordada con exactitud― cuando junto a un grupo de trabajadores de la textilera Tedeca, asaltó el Ayuntamiento de Santiago de las Vegas, una localidad enclavada en los límites de la capital habanera.

En enero de 1959 estuvo en el grupo de los que tomaron el sindicato mujalista de su centro laboral. “Desde ese momento soy dirigente sindical, pero seguía siendo Chiquita Brava, como me calificó nuestro jefe, Lázaro Peña, Capìtán de la Clase Obrera Cubana”, refirió.

Siendo pequeña, junto a su familia, llegó a un barrio capitalino muy humilde, el reparto Poey, donde después tuvo la posibilidad de conocer a jóvenes revolucionarios que enfrentaban la tiranía de turno en Cuba y que le hicieron ver con claridad el camino que debía tomar.

Su vida estuvo marcada por una infancia triste; y nunca olvidó que a sus 15 años, días antes de iniciarse como obrera, recibió como único regalo, un creyón de labios. En esa ocasión especial no hubo zapatos, ni vestidos nuevos. “En casa de pobres no era posible hacer esos gastos” dijo.

Locuaz en su hablar, guardaba innumerables momentos de suma emoción, inolvidables para ella. “Son muchos, pero los resumo en dos: el Primero de Mayo de 1995, cuando Fidel me impuso la Orden Lázaro Peña de Primer Grado, y cuando en 1997 me entregó la estrella de Heroína del Trabajo de la República de Cuba”.

 

Foto: Archivo de Trabajadores

 

Dieciocho años como vanguardia nacional del por entonces Sindicato de la Industria Ligera sintetizan la trayectoria laboral de Isaura, quien siempre, con orgullo, se hacía llamar tejedora.

Con una larga vida que frisaba los 95 años, hace muy pocos días conocimos de su fallecimiento en La Habana y recordé entonces la flor que adornaba el pelo, la coquetería de Isaura Lanza Nieves el día en que la conocí.

 

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