Precisamente en diciembre, mes que acogió el primer partido histórico del béisbol cubano (27 diciembre de 1874 en el Palmar de Junco) y la primera Liga Profesional (29 diciembre de 1878 en La Habana), salta una polémica que tiene más de político y comercial que propiamente beisbolero, en tanto no tiene antecedentes en el movimiento deportivo internacional en cuanto a representatividad de un país.
Vayamos por parte para entender una madeja que no terminará con la Declaración de la Federación Cubana de Béisbol (FCB) este 14 de diciembre, la cual rechazó categóricamente el intento de la autodenominada Federación Profesional Cubana de Béisbol (FEPCUBE), de usurpar funciones únicamente asignadas a nuestra institución, pues aquella organiza desde Miami un equipo de peloteros profesionales radicados en Estados Unidos para participar en la Serie Intercontinental de Colombia, cuyo nombre está asociado a una campaña bien orquestada: FEPCUBE, Patria y Vida.
Por supuesto, para llegar aquí han pasado varias etapas que hablan del propósito final. En marzo del año 2022, un grupo de empresarios, exgrandes ligas (incluido Orlando El Duke Hernández) y periodistas fundaron la Asociación de Beisbolistas Profesionales Cubanos, que pretendía armar un elenco para asistir al V Clásico Mundial.
A pesar de la contradicción interna entre su directiva y los integrantes, los primeros se reunieron con altos representantes de la Major League Baseball (MLB), quienes los escucharon sin prometer nada, pues sabían de sobra que solo la FCB era la única que podía acudir al evento y a la cual le facilitaron las posibilidades de convocar a jugadores de ese circuito, tal y como vimos en la selección que finalmente terminó cuarta.
Disuelta la Asociación como un merengue en la puerta de un colegio, otros tomaron las riendas y le dieron una vuelta de tuerca con FEPCUBE, que en conferencia de prensa el 5 de octubre anunció de forma oficial el mánager (Brayan Peña) y gerente general (El Duke) para el mencionado evento colombiano, convocado por el Team Rentería USA, una entidad formada por los hermanos Edgar y Edinson Rentería.
Es cierto que a la FCB se le invitó a esa justa, pero declinó, según declaró su titular Juan Reynaldo Pérez Pardo, por exigir los organizadores la firma de un contrato por cinco años que excluye la participación en otros torneos semejantes como la Serie del Caribe, certamen al que Cuba sí ha asistido como invitada con aspiración de ser miembro pleno algún día de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe.
Explicó además que la lid, otrora Serie Latinoamericana jugada entre el 2013 y 2019, no pertenece a los calendarios competitivos de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol, ni de la MLB, la Federación Colombiana o de la Liga Profesional de ese país, por lo que se agradeció la invitación sin aceptarla.
Más allá del diferendo político entre ambos Gobiernos, de la ruptura por Donald Trump del acuerdo entre la FCB-MLB logrado en el 2018 y que duró apenas meses, del éxodo de peloteros cubanos a ligas profesionales, de la baja calidad actual de las series nacionales y de muchas incomprensiones o lastimaduras de las dos partes, nada justifica usurpar funciones de una federación.
No existe antecedente de semejante barbaridad en el movimiento olímpico ni siquiera en los regímenes más sangrientos de América Latina, Europa o África. ¿Cómo es posible que el propio gerente del equipo dijera el 5 de octubre: “No estamos en contra que Cuba participe, nosotros no somos iguales. Que participe todo el mundo, esto es pelota, pero estamos bien conscientes que esto es Patria y Vida”? ¿Quién politiza ahora el deporte? ¿Por qué exigirles una disculpa para integrar esa nómina de FEPCUBE a los jugadores que participaron en el Clásico Mundial con nuestra selección?
Con más o menos retraso, con todavía muchas cosas que corregir, Cuba ha estado dando pasos para que todo el que quiera regresar a nuestros campeonatos lo haga, viva donde viva y sin tener que decir consignas. Asimismo lo está haciendo para eventos internacionales. ¿Quién pone el resentimiento, el odio visceral y la discriminación, además de usurpar funciones que no les tocan? Qué pena. La pelota y Cuba es una sola cosa. Cuando lo entendamos así seremos mejores peloteros y mejores seres humanos