El Festival es mucho más que su muestra principal. Se asume, se vive como una fiesta. Y los embates de la crisis económica, que obviamente marca las dinámicas del encuentro, no impiden que el espíritu de la celebración decaiga. De acuerdo, son menos salas. Ya no son tan largas las colas (aunque hay películas que atraen a muchos espectadores). Es un festival más austero. Pero se mantiene el trasiego de cine en cine, los debates antes o al final de las proyecciones, los aplausos de agradecimiento después de varias de las presentaciones.
Es el ambiente que una y otra vez han celebrado no pocos cineastas internacionales. No son habituales ahora mismo en el mundo las grandes salas, así que descubrir una platea y unos balcones repletos de un público expectante es una experiencia única para no pocos realizadores y actores.
Es el Festival de siempre… y es otro festival. Por primera vez el cine toma las calles en grande. La célebre avenida 23, la principal arteria cinematográfica en Cuba, se cierra al tráfico motorizado en parte de su trayecto, entre las salas Chaplin y 23 y 12, para que los peatones disfruten de proyecciones al aire libre y conciertos con populares cantantes.
Es un proyecto que se extiende a distintas capitales provinciales del país, en un empeño de que el certamen vaya más allá de su sede habitual.
Junto con las agrupaciones y solistas de gran pegada que se presentan en los escenarios, la gente puede disfrutar por las pantallas de filmes premiados en anteriores ediciones del Festival, y de animados y cortos. Habrá diversas opciones todas las noches hasta el cierre del domingo.
En la edición digital de este semanario iremos comentando o sugiriendo durante estos días algunas de las películas que se exhiben. El espectro temático es amplísimo, hay para todos los gustos. El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se consolida como referente para lo mejor de la producción cinematográfica de la región. Basta revisar la programación y comprobar la cantidad de solicitudes que quedaron fuera de la selección.
Aquí se honra el legado de los fundadores: no hacer concesiones a una creación banal y edulcorada. El cine como arte. El cine como espacio de confluencias múltiples. El cine como idea movilizadora.
Pero el premio mayor es para el público, animador principal de la fiesta. Hay que defender este festival contra todas las mareas. Es la fiesta de todos los que aman el cine, que en Cuba todavía son legiones.