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Dos meteorólogos ante las cámaras de la televisión

Un profesional experimentado y un persistente aficionado, ambos con­vencidos de la importancia de la información clara e inmediata para estar preparados ante los fenómenos meteorológicos, se hicieron habitua­les en las pantallas de los televisores cuando el país estaba amenazado por un huracán. Eran ellos el doc­tor José Rubiera y el Comandante en jefe Fidel Castro Ruz.

 

Foto: Doc­tor José Rubiera

En diálogo con el doctor Rubiera conocimos que su primer encuentro personal con Fidel se produjo en el Centro de Pronósticos, en la víspera del huracán Lili en el año 1996.

Pero mucho antes el destacado meteorólogo había constatado la curiosidad innata del Líder His­tórico de la Revolución: “Recuerdo que una vez, en el año 1979, cuan­do yo era jefe de turno del Centro de Pronósticos, estaba el huracán David dirigiéndose a la República Dominicana. Me llamaron por te­léfono, y al responder escuché una voz muy dulce que era la de Celia Sánchez, quien me preguntó por el huracán y de buenas a primeras me dijo: ‘Un momento, que Fidel quiere hablarle’. Entonces ahí se inició un diálogo acerca de qué posibilidades había de que afectara Cuba, cómo trabajábamos nosotros, en fin, una gran curiosidad, interesado por to­dos los detalles de lo que podría pa­sar y qué pensábamos al respecto.

“¿Que si me puso en apuros por eso alguna vez? Creo que si uno co­noce su trabajo, domina lo que hace, es muy difícil que le hagan una pre­gunta que no se pueda responder; sin embargo, a veces hay cosas que pueden salirse de lo común. Por ejemplo, había un huracán que no tenía nada que ver con Jamaica y de pronto Fidel me preguntó a qué distancia estaba de ese país. Eso na­die lo había calculado, pero yo por suerte tenía un mapa delante, puse mi dedo entre Jamaica y el centro del huracán, calculé mentalmente tantos grados de latitud a 111 kiló­metros por grado de latitud y le con­testé a tantos kilómetros. Se asom­bró, pero quedó satisfecho con la respuesta.

“Fidel siempre fue un aficio­nado a la meteorología, desde mu­cho antes de yo ser meteorólogo; cuando el huracán Flora en 1963 él fue a su encuentro. Se detuvo en Santa Clara, en la Universidad de Las Villas, donde se hallaba un Departamento de Meteorología. Allí el doctor René Anido le hizo una explicación del huracán. Ya él venía informado con los datos del antiguo Observatorio Nacional, pues en ese año todavía no exis­tía el Instituto de Meteorología, y se encaminó hacia los lugares con mayores estragos.

“Hubo también otro huracán débil –el Cleo– que cruzó por Ca­magüey –eso lo leí porque no viví esa parte–, y Fidel en un yipi, junto al capitán Antonio Núñez Jiménez, le siguieron los pasos por la pre­sión mínima con un barómetro. Todo esto ilustra que él era muy aficionado a la meteorología.

“Cuando comparecía con no­sotros en la televisión no pregun­taba cualquier cosa, sino lo que era oportuno que yo dijera y la población estuviera enterada, de forma tal que hacía una buena in­terrelación porque sus interrogan­tes eran inteligentes y abordaban detalles que a cualquiera podían interesarle. Yo respondía esas pre­guntas y todo el mundo recibía esa información al unísono.

“Su aporte a la meteorolo­gía fue crucial en determinada etapa. El sistema meteorológico, después de creado en 1965, reci­bió la ayuda inicial de la antigua Unión Soviética y de la entonces República Democrática Alemana en equipamiento y en formación del personal. Pero transcurrió el tiempo y al llegar el período es­pecial empezamos a afrontar di­ficultades.

 

Foto: Doc­tor José Rubiera

“Estábamos en una Mesa Re­donda, en ocasión del huracán Iván, y Fidel preguntó cuánto costaba un radar Doppler. Le dije que 2 millones de dólares. ‘Vamos a comprar dos’, aseguró, y le co­menté que aquí había ingenieros que yo sabía que estaban traba­jando en las cuestiones del radar y eran capaces, con piezas de los radares viejos, armar otros y mo­dernizarlos; podían digitalizarse y hacerse Doppler con un costo muchísimo menor. El Comandan­te en Jefe aceptó la idea con un poco de escepticismo al principio, pero las cosas fueron caminando y el Centro Nacional de Radares dio respuesta oportuna a la nece­sidad. Llegaron incluso a hacerse prototipos de radares Doppler en Cuba. También Fidel contribuyó a la información televisiva por­que era muy importante y nos dio el dinero para comprar un equi­pamiento de televisión destinado a la meteorología, que no era el mejor del mundo, pero tenía un precio adecuado y fue el primer sistema de meteorología para ese medio de difusión.

“Además, dentro de ese pro­yecto que estuvo enmarcado en la Batalla de Ideas, para mejorar el Servicio Meteorológico Nacional, él contribuyó a la instalación de estaciones meteorológicas auto­máticas, mejoras del equipamien­to computacional y muchas otras cosas. Pienso que sí hizo aportes al desarrollo de la meteorología en nuestro país”.

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