Una finca oasis para los frutales

Una finca oasis para los frutales

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Lo del campo es algo que siempre le gustó, por eso no fue extraño cuando optó por la carrera de ingeniería agrónoma. Lo más raro, si se puede decir así, fue cuando a Rolando Leyva Aguiar le dio por dejar a sus amistades y su casa en su Matanzas natal para ir hasta las lejanas tierras del Camagüey y, allí, afincarse.

Rolando Leyva Aguiar es un productor que apuesta en Camagüey por la siembra de frutales

Es cierto que el amor hacia su esposa Maylín Acosta Mujica lo impulsó en los primeros pasos, pero, luego, los deseos por cultivar, por lograr algo más en sus más de 80 hectáreas, lo obligaron, definitivamente, a quedarse.

De la nada nacen sueños

Cuando Rolando llegó a Redención, ubicado en el municipio agramontino de Minas, allá por septiembre del 2017, la finca Fruta Real era solo un potrero para ganado menor, con algunas siembras y animales. Por suerte, como dice, “el terreno nos ayuda algo”.

“Los suelos, apuntó, son pardos sin carbonato lo que nos permite la siembra de los cultivos que nos proponemos. Los especialistas ya hicieron un levantamiento y lo confirmaron. Solo nos limita la profundidad, que promedia entre 25 y 30 cm, por lo que debemos ser selectivos con lo que sembremos. Además, esa tipología ayuda en la obtención de vegetales.

“De conjunto con otros especialistas y preguntándole a los que sabes, hemos logrado cambiar esto. Ya no es lo que era. Desde hace unos dos años nos propusimos crecer y sembramos guayabas, limones y aguacates. La idea es que cada vez más nos vayamos perfeccionando”.

Las tierras están asociadas a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Conrado Benítez y destaca por la aplicación de la ciencia para la obtención de más de 50 variedades de frutas.

Pero la idea general, según cuenta el productor, “es convertir nuestra finca en un centro de referencia para las diferentes enseñanzas. Queremos que los jóvenes vengan a realizar investigaciones, doctorados y maestrías. Y que desde que están en la primaria entiendan la importancia de contar con este tipo de productos en nuestra alimentación”.

Soñar en grande

Aunque ya se han vinculado con los centros escolares cercanos, quieren consolidar su sueño, para lo cual firmaron un convenio de trabajo con la facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.

Este tratado, como señaló la página web de dicha institución educativa, convertirá a la finca en un polígono de estudio con áreas experimentales, lo cual contribuirá con la formación de profesionales en temas de sostenibilidad de las prácticas agrícolas y desarrollo. Además, asegurará la estabilidad productiva con el fomento de proyectos innovadores que se podrán aplicar luego.

En todo un oasis agrícola pretenden convertir a la finca Fruta Real, donde prevalezca la ciencia y el buen hacer.

Leyva Aguiar sueña con que su finca sea la casa de muchas buenas ideas. Por eso no quiere dejar espacio vacío y mientras se cosechan frutas, prepara una nave para la lumbricultura, fomenta la siembra de plantas ornamentales, los vegetales y animales como patos, gansos, gallinas, guineos, pavos reales y carneros.

También quiere apostar por la apicultura, “la cual beneficiará la variedad de vegetación, frutas y flores que ostenta la finca”, añadió.

Aunque Leyva Aguiar anda a voz en cuello defendiendo su sueño, todavía hay quienes no confían, pero, como afirma, “la fruta constituye un alimento vital en la alimentación de la humanidad y esta finca desea desarrollarla. Ella perdura en el tiempo, no requiere, una vez establecido, de mucha actividad humana y a partir de los frutos se pueden obtener otros productos como vinagres, conservas y jugos”.

Así de sencillo es el futuro que sueñan en la finca Fruta Real. Ellos quieren que prospere, que sea un espacio de ciencia, que aporte a la sociedad y que, quizás, un día sea ejemplo de agroturismo; pues así, dice Rolando, “entenderán que es lo que me enamora de la tierra, de cómo se siembra y de porqué algunos escogemos esto como universo”.

 

 

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