El cometido principal de un artista, joven o no tan joven, es crear, hacer arte. No hay que darle más vueltas. Ese es su aporte al entramado social. Y no es un aporte menor. Una organización que reúna a jóvenes artistas tiene que estar enfocada, primero que todo, en la creación, en la articulación de espacios para el debate cultural, para contribuir con la visibilidad y el sostén de la producción artística.
La Asociación Hermanos Saíz (AHS) ha hecho mucho por la socialización de expresiones y hasta géneros víctimas en alguna medida del prejuicio o de visiones elitistas hacia la cultura. Ha sido una plataforma para el arte que hacen los jóvenes, que suele ser incómodo, renovador, iconoclasta.
Pero el arte tiene sus lógicas. No es romper esquemas por el mero placer de romperlos. La AHS fue, es, y tendrá que seguir siendo la organización que aglutine lo mejor o lo más prometedor de la creación de los jóvenes en Cuba. Que alumbre y desbroce caminos, que impulse y sustente.
Son tiempos de muchas demandas. Y el arte nunca será adjetivo en el proceso de consolidación de un proyecto de sociedad. La voz de los artistas, de los escritores, de los intelectuales, importa. Y la mejor manera de que esas voces no sean voces en el desierto es amplificarlas, jerarquizarlas en el entramado complejísimo de la cultura. Para eso también está la AHS.
Tienen razón los que claman porque la organización defienda sus espacios de debate. Son imprescindibles. Y la AHS no es, ni puede darse el lujo de ser, un conjunto de creadores adocenados. El espíritu crítico es inherente a la juventud y al arte. Una organización de jóvenes artistas tiene que estar a la altura de esa circunstancia.
En el IV Congreso, que concluyó recientemente, se discutió sobre la promoción y socialización de la cultura, la aplicación de la política cultural y el impacto de los esquemas de colonización que se imponen desde centros hegemónicos.
No son tiempos de regodeos egoístas. En sus reflexiones al cónclave el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, remarcó el carácter humanista, crítico y comprometido del debate, y exhortó a la búsqueda de consensos, para enfrentar la agresiva política de bloqueo que impone el Gobierno de los Estados Unidos y las manifestaciones de la guerra cultural. Díaz-Canel afirmó que el único camino para el país es trabajar, crear riquezas y distribuirlas con justicia social.
El arte se inserta en ese desafío, asumido como ejercicio colectivo: riqueza para el espíritu.
