Pese a la opinión mayoritaria de que el bloqueo a Cuba es anacrónico y lacerante, y este jueves 187 países lo rechazaron en la Asamblea General, el Gobierno de Estados Unidos insiste en defender lo indefendible.
El representante de la administración de Joe Biden habló después del sufragio y tras los contundentes argumentos de oradores de 44 naciones, 21 de las cuales señalaron explícitamente además su condena a la inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo.
La intervención de Paul Folmsbee cayó en la misma vieja retórica respecto a prisioneros políticos, lo que llevó al diplomático por el camino de ciertas amnesias.
Dijo estar junto al pueblo de la isla -una frase que no varía- y que comparten “el sueño de Cuba”, pero repitió bien claro que “Estados Unidos se opone a esta resolución”, ¿cómo entenderlo?.
También mencionó lo de enviar expertos a Cuba como censores de los derechos humanos; apuntó algo sobre la presunta falta de democracia en la isla y trató de hacerles creer el cuento a los presentes en el plenario que “las sanciones incluyen exenciones en alimentos y medicinas y otros bienes humanitarios” a la isla.
“Estados Unidos es fuente significativa de bienes humanitarios al pueblo cubano y uno de los socios comerciales principales de Cuba», consideró.
Entonces se remontó dos décadas atrás, porque en «2002 las compañías estadounidenses exportaron más de 295 millones de dólares de bienes agrícolas a Cuba, incluidos alimentos para satisfacer las necesidades del pueblo cubano».
Sin embargo, el discurso de los Estados Unidos es hipócrita y deshonesto, afirmó en la réplica el embajador alterno de Cuba ante la ONU, Yusnier Romero.
«El criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra el pueblo cubano es una violación cruel prolongada y masiva a los derechos humanos», subrayó.
Esa política “no tiene forma de justificarse ni siquiera con las mentiras, calumnias y leyendas con las que usualmente la Casa Blanca y el Departamento de Estado intenta justificar su actuación”, subrayó.
Recordó que “miente la delegación estadounidense cuando cita cifras infladas de exportaciones y ayuda humanitaria al país, usa cínicamente los montos multimillonarios de fondos que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional destina a la subversión en Cuba”.
El diplomático advirtió que justo el recrudecimiento del bloqueo “ha ocasionado un severo deterioro de las condiciones de vida del pueblo cubano desde 2019 hasta hoy”.
Por si necesitara refrescar la memoria al orador precedente, Romero añadió que alarman los más de mil 800 menores de 18 años que el pasado año resultaron heridos o muertos por disparos en Estados Unidos, mientras que el número de tiroteos en las escuelas ascendió a 302, el más alto desde el año 1970.
“El racismo sistémico en este país, la brutalidad policial, la política represiva contra los migrantes, le represión de los derechos reproductivos, las ejecuciones extrajudiciales y el uso de la tortura son solo algunas prácticas condenables cometidas en los Estados Unidos y que escandalizan al mundo.
Por otra parte, señaló que es igualmente falso que Estados Unidos sea un proveedor de medicamentos a Cuba.
Existen pruebas irrefutables de que el bloqueo obstaculizó la ayuda a Cuba, incluso desde terceros países, en pleno contexto de enfrentamiento a la Covid-19, enfatizó.
“Las restricciones para las exportaciones de medicamentos a Cuba están explícitamente recogidas en ley y constituyen un arma de agresión contra nuestro país”, sentenció el embajador alterno.
Si al Gobierno de Estados Unidos realmente le interesa el bienestar, los derechos humanos y la libre determinación de los cubanos podría levantar el bloqueo, colaboraría con nuestra cooperación internacional en lugar de desacreditarla y nos excluiría de la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo en la que Cuba nunca debió estar, concluyó Romero.
En esta nueva votación, que se realiza desde 1992 en la Asamblea General de la ONU, el respaldo abrumador de la comunidad internacional -con una sola abstención, Ucrania- aplastó la obcecada postura de Estados Unidos y de su fiel aliado Israel.