Santiago de Chile.- El tenis de mesa cubano es una gran familia. Así han funcionado en estos XIX Juegos Panamericanos, donde este martes rompieron todos los pronósticos e hicieron historia al sumar su segundo oro. El doble masculino de Jorge Moisés Campos y Andy Pereira se convirtieron en reyes de América y siguen soñando con más….
El título adquiere una dimensión mayor porque aquí, a diferencia de otras disciplinas, sí estaban los mejores del continente. Y la pareja nuestra, impulsada por el boleto olímpico del propio Moisés y Daniela Fonseca en el mixto, salió empeñada a divertirse jugando, sin complejos ni pesimismo.
La semifinal contra los argentinos Gastón Alto y Horacio Cifuentes le dio la fuerza que necesitaban. Los gauchos, por ranking, eran los mejores del certamen y los nuestros la vencieron en seis sets (4-2). Antes habían pasado por encima de estadounidenses (4-0) y boricuas (4-2). Claro que el oro era una presión extra, era algo mágico y la dupla brasileña de Hugo Calderano y Vitor Ishiy salían como favoritas para los especialistas.
Pero reitero que el tenis de mesa cubano es una gran familia. Todos los jugadores, entrenadores, médicos, y demás integrantes se sentaron en las gradas y confiaban en que serían testigos de un acontecimiento histórico. Cuba solo tenía una dorada en citas panamericanas antes de Santiago 2023 y ahora estábamos a punto de destrozar esa historia y llegar a dos. Las raquetas de Andy y Moisés podían tocar esa gloria.
Tranquilos, relajados, pero precisos y concentrados los nuestros cedieron el primer parcial de la final (11-5) ante Calderano e Ishiy. Sin embargo, tres éxitos al hilo (11-8, 11-8 y 12-10) lo pegaron a esa corona soñada. Una raya de esperanza para los sudamericanos les hizo dominar el quinto parcial (11-8), pero era solo cuestión de tiempo. Moisés remató el último punto del sexto set (11-7) y el abrazo entre los dos protagonistas se dibujó como un abrazo de hermanos, de hermanos campeones.
De las raquetas y la mesa verde, de un trabajo que ha costado años consolidar, de estrategias en silencio e inserciones precisas en ligas foráneas. De un colectivo bien dirigido, de atletas sinceros y con una preparación psicológica de excelencia, tenían que llegar estos premios.
Cuba lidera hoy el tenis de mesa de estos juegos con dos cetros de los tres disputados. Y todavía quedan más posibilidades con el propio Andy en el individual y el por equipos de ambos sexos. Han concretado lo que parecía una utopía. Así es el deporte cuando además de las cualidades físicas se le agrega el amor.
Estos tenimesistas están enamorados de lo que están haciendo. Reverencia y felicitaciones para Andy, para Moisés (doble campeón ya), para Daniela y para todos. Son espejos de nuestra delegación.