Santiago de Chile.- Daniela Fonseca sacó rápido la raqueta y remató con la furia de tigre, El chileno Nicolás Burgos defendió como pudo y la pequeña pelota de tenis voló por fuera de la mesa verde con filos blancos. Ahí mismo Daniela gritó, se tiró bocabajo en el piso y su compañero Moisés Campos hizo lo mismo y dejó caer su cuerpo mirando al techo de la instalación. Así ganaron la semifinal del doble mixto panamericano, pero lo más importante era que entraban ya en la puerta olímpica de París 2024.
Toda la descripción de este último punto hizo recordar que este deporte no es solo reflejos y raquetazos, sino inteligencia y madurez. Que también permite revanchas felices y hacer historia. Hace poco más de un mes habían caído con estos mismos rivales: Paulina Vega y Nicolás, en un torneo continental celebrado en La Habana. Y ahora le devolvieron en su propia cancha aquel golpe.
Es cierto que necesitaron siete sets (11-6, 7-11, 11-13, 11-4, 11-13, 11-9 y 11-5) y una bomba de oxígeno para evitar infartos a quienes lo seguían en el Centro de Entrenamiento Olímpico o través de la televisión. Es cierto también que remontar marcadores es el fuerte de esta dupla, que se clasifica por segunda ocasión a unos Juegos Olímpicos. Daniela y Moisés: juventud y experiencia; Moisés y Daniela: amor verdadero al ping pong, como conocemos todos a este deporte.
En la tarde-noche volvieron de nuevo a escena en la final contra Brasil. Hace 28 años Cuba no llegaba a esa instancia. Moisés le pidió calma y confianza a su compañera como en el último punto frente a Chile. Pero la inspiración era de ellos y le pasaron por encima, en poco más de media hora, a la dupla verdeamarilla de Bruna Takahashi y Vitor Ishiy (11-8, 11-6, 11-7 y 11-7)
Y muy cerca, otro cubano, Francisco Arado, entrenador hoy de la pareja sudamericana, aplaudió lo que estos dos tenimesistas hicieron: superar la plata que él y Madeleine de Armas lograron en Mar del Plata 1995. Por demás, es la segunda corona de Cuba en este deporte en citas panamericanas, desde el doble femenino de Marisel Ramírez y Carmen Miranda en Indianápolis 1987.
El tenis de mesa puso emoción y derroche con esta actuación ante Chile. Y muchos nunca olvidaremos que saltamos con ellos mientras estaban acostados sobre la cancha viviendo su boleto olímpico, el partidazo del año.