Santiago de Chile.- La quinta medalla de oro del judo cubano en estos XIX Juegos Panamericanos es una historia que contiene amor y preocupación de padre, Por eso, tras los tres ippones propinados para alcanzar su segunda corona en estas citas Andy Granda llegó ante las cámaras de televisión y envió el saludo más agradecido a los doctores y enfermeras del hospital William Soler.
Su segundo hijo, nacido hace poco más de un mes, había estado ingresado en esa institución por espacio de 10 días, y en cada jornada de entrenamiento vivida por el matancero en el exterior no paró de llamar a su esposa Olga Masferrer para saber del último parte médico, de la evolución, de alguna medicina que hiciera falta. Su mente estaba en la búsqueda de la dorada continental, pero también en la salvación del niño, a quien apenas ha podido cargarlo como le gusta, pues tuvo que partir a una base de entrenamiento y de ahí a la capital chilena.
Ser campeón mundial del 2022 le exigía más a lo interno en estos Juegos. Y como si quisieran ponérsela más dura enfrentó en su primera salida al tatami nada menos que al brasileño Rafael Sousa, medallista mundial y su eterno rival en América. Pero a la pesadilla del sorteo la venció el yumurino con una proyección incuestionable. El ippón más deseado lo ponía rumbo a la semifinal.
En esa otra instancia, el dominicano José Nova le dio más resistencia de lo esperado y hasta lo metió en apuros con par de shidos. Pero este 30 de octubre no era fecha perdedora para el cubano. Andy escuchó los consejos de su entrenador, Julio Alderete, y en 10 segundos más liquidó las esperanzas quisqueyanas.
Ya solo le quedaba un rival para volver a lo más alto del podio. No reunía más abolengo que los anteriores, pero era local: Francisco Solís. No obstante, en tres minutos Granda silenció al Coliseo de Palacio de Deportes con su tercer ippón de la jornada. Un bonito gesto tras saberse el veredicto hizo feliz al público chileno. Andy le alzó la mano en señal de victoria y lo despidió tranquilo, cual monarca que mantendrá su reinado hasta los próximos Juegos.
Quienes lo conocemos de anteriores diálogos en torneos similares, sus palabras ante las cámaras de televisión salieron empujadas por ese pecho apretado de preocupación y honestidad. Ya el niño Ander está de alta, su padre le regaló una medalla y ojalá algún dia esta crónica pueda leerla como lo que es: la fiel descripción de un Ippón de Padre para su hijo.