Santiago de Chile.- Cuando muchos amigos supieron que el sorteo le deparaba combatir en cuartos de final con la brasileña Beatriz Souza escribieron presurosos: final adelantada en esa categoría (+ 78 kg). Cuando Idalis Ortiz conoció la misma noticia solo dijo: «yo resuelvo eso. Vine por mi cuarto oro en Juegos Panamericanos». Y así lo hizo por honor, por su despedida de estas citas y por Cuba.
La artemiseña lucía un color diferente esta vez en su pelo, ahora más rizado y gris. Parecía más concentrada que nunca para un primer duelo en estas justas continentales. Quizás la tensión mayor estaba en su rival, quien sacó el primer shido a su favor con una amonestación que nadie entendió en las gradas.
Pero la mirada de Idalis seguía fija en lo que quería. Atacar y atacar era la mejor estrategia. Y Souza no lo esperaba, por lo que en menos de dos minutos ya había tomado el ritmo de la pelea debido a par de amonestaciones por pasividad de la brasileña. La tercera llegaría para decidir la competencia y con el saludo final al centro del tatami la cubana le sopló al oído: «hoy es mi día, no te toca».
La dominicana Moira Morillo salió demasiado fogosa en la semifinal ante la judoca más laureda en mundiales y Juegos Olímpicos de esta competencia. Y casi se imagina que podía ser la noticia de estos Juegos cuando vio la igualada a dos shidos en la pizarra. Sin embargo, Idalis necesitó solo una acción para ponerlo todo en orden. La proyectó con su técnica de hombro preferida y luego la inmovilizó para dejarla llorando sobre el tatami. Al volverse a despedir de su contraria no faltó la sentencia: «hoy es mi día, no te toca».
Llegó entonces su despedida. Su último combate en Juegos Panamericanos desde que debutara invicta en Guadalajara 2011 y repitiera sus éxitos en Toronto 2015 y Lima 2019. La colombiana Brigitte Carabali no le iba a desteñir su fiesta. Era más pequeña y de menos peso y por tanto, estaba en desventaja con nuestra abanderada, quien manejó el combate con inteligencia y el ippón sobrevendría por acumulación de shidos.
De azul y con su reverencia formal se despidió de la afición chilena, aunque en realidad, era el adiós definitivo de unos Juegos en los que igualó a la gran Driulis González con cuatro cetros y 13 peleas sin derrota en el certamen individual. Se abrazó a su entrenador Yordanis Arencibia y pidió un minuto para soltarse el pelo y conversar con la prensa acreditada.
«Esta Idalis no está al 100 por ciento, pero le puse alma y corazón porque estaba consciente de lo que representaba este oro para la delegación, para el pueblo y para toda mi familia», comenzó sus palabras, en las cuales no faltó la alusión a su preparación olímpica que empezará a partir de enero.
Luego hubo risas, tiempo para recordar a la familia, a su esposo fiel y a todos los que hemos confiado en ella sin resquemores. «Siempre dije que nos faltaban cosas, pero también todo lo que nos sobraba. El judo femenino aportamos tres oros y mañana vamos a pelear el por equipos». Olvidé por minutos la profesión y le pedí una foto que guardaré toda mi vida. Idalis es Cuba. Y le sobró alma y corazón una vez más.