Con el fallecimiento el pasado viernes de la profesora y promotora cultural María Dolores Ortiz (Holguín, 1937-La Habana, 2023), Cuba pierde a una de sus más lúcidas intelectuales, referente de entrega, ética y profesionalidad.
Durante décadas la doctora Ortiz fue la única mujer panelista de un clásico de la Televisión Cubana, el programa Escriba y lea. A ese espacio emblemático le debió en buena medida su extraordinaria popularidad. Allí, con sobradas muestras de cultura, sapiencia y sensibilidad, sentó cátedra. Y no solo por su conocimiento: también fue ejemplo de buen gusto, exquisita educación formal, distinción y humildad.
María Dolores Ortiz, lectora apasionada, estaba convencida del aporte extraordinario de la literatura y el arte al enriquecimiento espiritual de sus compatriotas. Fue una incansable promotora cultural. Organizó colecciones de clásicos de las letras universales, dictó conferencias, ofreció charlas en numerosas instituciones. Y era una de las más queridas profesoras universitarias cubanas. De hecho, varias veces reconoció que la docencia era su vocación primera.
Cuba le tributó muchos honores: era Heroína del Trabajo de la República de Cuba, entre otros importantes reconocimientos. Pero ninguno comparable con el que consideró siempre su mayor premio: el cariño y la admiración de millones de cubanos, generaciones completas que la consideraron una maestra fundamental.