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La Moneda y una puerta

Es imposible estar en esta ciu­dad y no pedirle a un amigo que nos lleve a visitar el Palacio de La Moneda. Es el lugar que simboliza el Gobierno de la nación (en sus inicios se ela­boraban allí las monedas que circulaban, de ahí su nombre), a la par que se asocia a ideas tan dispares como democracia, golpe de Es­tado, Salvador Allende, resistencia, muerte e historia.

 

 

Con una férrea guardia por cada una de las arterias en que está enclavado, lo primero que corta la respiración es la cerca perimetral que delimita hasta donde pueden llegar los visitantes o turistas. Solo quienes están acre­ditados pueden entrar con soltura, aunque alcanzo a ver a un grupo de niños de primaria saliendo del Palacio, en una de esas excursio­nes programadas por dentro del recinto.

Todo está custodiado por carabineros, que una y otra vez saben decir sí o no ante la solicitud de una foto más o menos cerca. El edificio, explica mi amigo, ha recibido va­rias reconstrucciones y transformaciones en más de dos siglos, pero casi conserva el color original y no sabe cómo se las han arreglado para dejar prácticamente intacta su arquitec­tura tras el fatídico 11 de septiembre de 1973.

Frente por frente al Palacio vienen a la memoria algunas imágenes de aquel bom­bardeo hace exactamente 50 años y 45 días. No hay respuestas aún para tanta soberbia de los militares por derrocar a un presidente que más demócrata no podía ser, militaba ideoló­gicamente en la izquierda y era amigo de Fidel y de Cuba.

Una estatua recién colocada a la derecha de la explanada donde se convocan actos de apoyo al Gobierno y también manifestaciones de rechazo llama poderosamente la atención del visitante. Es Allende sobre un pedestal ca­minando erguido al peligro. Se lee una de sus ideas muy conocidas: “Tengo fe en Chile y su destino”.

Pero lo mejor del recorrido estaba por lle­gar. Giramos a la derecha y tomamos una es­trecha calle que bordea La Moneda. A media­nía de cuadra nos detuvo la curiosidad de una puerta, precisamente en Morandé 80. Madera fuerte, carmelita intenso. Toda pulcra y cons­truida en 1906.

Su valor ni siquiera fue que se hiciera bajo el mandato del presidente Pedro Montt, sino que por ahí sacaron el cuerpo de Allende ya muerto tras el golpe militar. Hay flores puestas en el aldabón gigante y solo pienso en los 30 años que estuvo cerrada. Recuperarla y abrirla hace dos décadas fue un acierto. Es un legado inolvidable para Chile.

 

Descargue en versión PDF: Separata Deportiva del Periódico Trabajadores - Lunes 30 de octubre de 2023 (10950 descargas)

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