A veces lo cotidiano es más grande por la manera que se consigue y no por tradición o rutina. Así sucedió este 27 de octubre con el cuarto título en Juegos Panamericanos del pugilista Julio César La Cruz (92 kilogramos), abanderado de nuestra delegación a esta cita, quien tuvo que sudar más de lo normal para ser monarca y conseguir el boleto olímpico a París 2024.
Presto siempre a intercambiar palabras con la misma agilidad que saca sus manos para golpear a los rivales, el camagüeyano tiró golpes a cada interrogante y no dejó dudas del veredicto final.
“Fue una competencia difícil porque el nivel estuvo alto y todos querían ganarme. De la misma forma fue un torneo muy especial porque logré marcar un hito, una historia, al ser el único boxeador que ha ganado cuatro veces en estos torneos”, dijo sonriente.
Tras dedicarles el triunfo a su mamá y a toda la familia hizo un aparte para los entrenadores Raúl Fernández, José Ramón Amador y Robinson Poll. “Y también a las personas que han aportado para que el Julio César deportista sea mejor ser humano”.
Sin ánimo de justificar ningún resultado de sus compañeros de equipo y alguna que otra pelea suya, aclaró su parecer: “Aunque no hemos estado del todo de acuerdo con el arbitraje (algo que el COI debe valorar ahora que están organizando ellos) cumplimos el plan táctico de los entrenadores de la esquina, que sigo ratificando son los mejores entrenadores del mundo”.
Convencido de que los años no pasan por gusto para una carrera tan exigente como esta: dar golpes y que no te den, Julio César dejó claro que su único objetivo ahora es la tercera corona olímpica en la capital francesa. “Sé que llevo años en la élite y eso no pasa por gusto, pero cada día le pongo más disciplina y rigor a lo que hago. Después de París sí pienso retirarme. Al menos ya hablé con la familia y estamos de acuerdo.
“Cuando uno lo ha ganado todo es como luchar contra uno mismo. Fíjate si este torneo ha sido duro, que he tirado más golpes en esta competencia que en toda mi carrera deportiva”, comentó el abanderado cubano antes de posar para la foto, firmar varios autógrafos y soltar una de sus frases preferidas, cual comparación inevitable con uno de los grandes estrategas del imperio romano en la antigüedad: “Mi único imperio es Cuba”.
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