Santiago de Chile.- No habíamos llegado al mediodía cuando Saidel Horta subió al ring panamericano del Centro de Entrenamiento Olímpico. Su rival no era un improvisado, se trataba del campeón mundial del 2021 en Belgrado, el estadounidense Jahmal Harvey. Tras nueve minutos de asalto y con el pómulo izquierdo sangrando aceptó la derrota 5-0. Pero sus puños de plata decían más que una medalla.
Sobre el encerado marcó la pauta en el primer round. Vestido de azul cumplió su plan táctico de entrar, golpear y salir. No entrar en la corta distancia que quería su oponente. Tres jueces lo vieron ganar en ese trío de minutos iniciales, aunque era de esperar una reacción.
El segundo asalto fue el más fiero de Harvey. Tanto así que le provocó una cortadura en el pómulo izquierdo, algo involuntario pero que hizo derramar sangre al cubano y tuvo un auxilio mínimo de la doctora neutral de la competencia. La decisión ubicada en las pizarras de este Coliseo mostraba un empate a 19 golpes para cada uno tras seis minutos de intenso ajetreo.
Todo quedó reservado, como las peleas más emotivas para el cierre. Golpes certeros, precisos, intercambios en los que Saidel coincide que sacó la mejor parte no fueron suficientes. Los cinco árbitros votaron a favor del norteño y el cubano bajó la cabeza, se despidió del público que coreó su nombre en más de una ocasión como si fuera un local, y salió directo a la enfermería.
Tras curarle la zona herida, muy cerca del ojo, Saidel conversó con la prensa. Asumió con la misma valentía del combate las preguntas. «Fue una pelea muy pareja desde el primer asalto. Era un contrario de gran nivel y sabía que iba a ser así, muy técnica. En el tercer asalto no me vi perdedor, pero desgraciadamente los árbitros lo vieron así. Igual me siento muy contento con este resultado de ser campeón subcampeón y haber logrado un boleto olímpico para París 2024».
El joven cienfueguero, con las manos aún entizadas y la vista segura al frente, confesó su próximo pensamiento. «Ahora voy a estar acompañando a mi compañero en las dos peleas que quedan y luego lo haré con mi esposa, Idelannis Gómez, judoca de nuestra selección nacional.
Este viernes quizás sea un día más para muchos, menos para Saidel. Sus puños de plata van llenando su carrera ascendente. Ahora no pudo ser el campeón, pero al bajar de la premiación, y con una sonrisa retadora le aventuró al periodista: «Puedes escribir, que lo seré, seguro que lo que seré».