Santiago de Chile.- El pesista Arley Calderón durmió anoche con la lógica presión que encara saber que muchos ojos estarían sobre él este sábado. Desde su natal San Juan y Martínez, en Pinar del Río, le llegó una energía especial. Sin embargo, subió a la plataforma solo cuatro veces y bajó dorado, el primero de Cuba en estos Juegos Panamericanos. Y eso lleva celebración.
El pequeño gigante fue el último en la presentación de los competidores y salió en el arranque cuando la barra tenías discos por 122 kilogramos. Falló el primer intento y no se vio nervioso. Minutos más tarde pudo levantarlos con limpieza al igual que los 125 kilogramos. No es precisamente el arranque su ejercicio de mejor resultado, de ahí que haber igualado con el venezolano Wikeinner Lugo era la garantía de que lo mejor estaba por llegar en el envión.
La segunda parte de la competencia avanzó muy rápido. Arley veía a todos desde la zona de calentamiento. Uno a uno fueron terminando y el peso solicitado por él se mantenía intocable. Había solicitado 154 kilos, con lo cual era suficiente para un total de 279 y quedarse con el título de la división más pequeña entre los hombres del levantamiento de pesas (61 kg).
El audio del Gimnasio Chimkowe amplificó su nombre en el primer llamado del envión. Sereno y con una tradicional forma de presentarse al público Arley volvió a la plataforma. Saludó con su mano derecha como si fuera a dar un concierto. Acto seguido, con sus cortos brazos reverenció al cielo para buscar el apoyo total de su madre fallecida. Finalmente dio las patadas en el piso que impulsan su concentración y agarró la palanqueta.
De un tirón puso el peso sobre sus hombros. Solo faltaba la tijera final y alzar el peso con los brazos sin flexionar. Respiró. Los fotógrafos ajustaron sus lentes y en segundos tuvimos al nuevo campeón de la división frente a nosotros. Aplausos y estallidos, un coro de Cuba y una sonrisa feliz resumió el primer oro de Cuba en esta cita.
Tras la premiación y con la medalla colgada en su cuello Arley nos regaló esa felicidad compartida de ser monarca para sus amigos, su familia, su tierra pinareña y toda Cuba. Afrontó prensa de varios países y al final, cual confesión adelantada desde el aeropuerto, soltó lo que tanto esperaba: «Periodista, mi mamá me iluminó una vez más». Y nos abrazamos felices.