Santiago de Chile.— La primavera en esta tierra es bastante fría para los cubanos que llegamos con abrigos, alegría y muchos sueños e historias por contar. Por vez primera Chile acoge una edición de los Juegos Panamericanos y nuestra delegación, a pesar de no vivir su mejor momento competitivo en cuanto a aspiraciones de títulos y medallas, sigue siendo de las más queridas en estas citas múltiples.
Con la particularidad de comenzar algunas disciplinas dos días antes del 20 de octubre, fecha oficial para la arrancada, lo más trascendente de la XIX versión vuelve a quedar en ese esfuerzo supremo de cada deportista desde las jornadas de entrenamiento; en el honor por representar a un país, aunque el podio sea reservado solo para tres nombres; y en la bendición de ser parte de un proyecto integrador, de hermandad y amistad como este.
Los que gustan de ver estos certámenes solo desde matemáticas y cuentas sentirán que la puerta anda estrecha para Cuba. Han faltado muchas cosas (transporte, topes, alimentación, recuperantes, etc.) y cumplir el pronóstico de las autoridades deportivas ni siquiera se asoma como lo decisivo. No obstante, sobrepasar 25 doradas es posible porque el atleta cubano ha demostrado, más de una vez, que le sobran ganas, compromiso y gallardía ante cualquier rival. Menos de 20 suena demasiado conservador, pero igual de aplaudible.
En la tierra mayor productora de cobre del mundo veremos 18 disciplinas con garantía de boletos olímpicos. Y habrá sorpresas, corazones emocionados y el reto será precisamente eso: disfrutar al máximo cada jornada con el calor que no encontramos este lunes al pisar la capital deportiva de América en las próximas dos semanas. Todo lo demás es secundario.