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Silencios que hablan

Este 9 de octubre, como sucede des­de el año 1968, un grupo de perso­nalidades, trabajadores, vecinos y turistas a quienes sorprende la cere­monia matutina, se reúnen en la Pla­za de Armas del Centro Histórico de la capital, para honrar al Padre de la Patria y recordar el inicio de la gue­rra por la independencia de Cuba.

El acto se realiza al pie de la hermosa escultura de Carlos Ma­nuel de Céspedes y responde a una iniciativa de Eusebio Leal, quien tuvo la gentileza de adelantar su ce­lebración para no restar preeminen­cia a las actividades que cada 10 de octubre se organizan en Bayamo.

Esta vez la jornada estará mar­cada por la presentación de la cuarta edición de Los silencios quebrados de San Lorenzo, libro imprescindi­ble para los interesados en conocer el pensamiento y la vida del prócer.

El volumen —escrito por el apasionado cespediano, poeta, en­sayista, crítico de arte, profesor y Doctor en Ciencias Históricas Ra­fael Acosta de Arriba— tiene en su portada fragmentos del soneto manuscrito por Carlos Manuel de Céspedes en el álbum de recuer­dos del intelectual español Miguel Rodríguez Ferrer, que atesora el Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) como una de sus más preciadas joyas del patrimo­nio documental del siglo XIX.

En conversación con esta repor­tera, Acosta de Arriba explicó que esa es una de las novedades de la nueva versión preparada por Boloña. El contenido fue revisado, sin modi­ficarlo en su esencia, y enriquecido con nueve trabajos que aparecen ahora por primera vez: “Son tex­tos más elaborados y mesurados en tanto mi visión y conocimiento del hombre, sus ideas y su contexto han madurado con el tiempo.

“Quizá esta sea la última edi­ción de Los silencios… —añadió—, no porque deje de investigar y es­cribir sobre Céspedes, sino porque es hora de abordar un viejo pro­yecto: la biografía del patriota. No dejo de reflexionar sobre este hom­bre y su agitada existencia.

“Trabajo actualmente en una investigación sobre las supuestas re­laciones de amistad entre Céspedes y Juan Prim (el general y caudillo español). He ido hasta la raíz de esa relación. ¿Se conocieron? ¿Fueron o no amigos? ¿Hubo inteligencia entre ellos al comienzo de la Guerra de 1868? Hay tela por donde cortar”.

Interrogado acerca del Padre de la Patria que habita el imagina­rio de los cubanos del siglo XXI, el Miembro de Número de la Acade­mia de Historia opinó que, en ge­neral, las personas conocen poco a Céspedes: “Una de las cosas que más me motiva a escribir y publi­car sobre él es tratar de cambiar esa situación”.

Recordó que en abril del 2019 se conmemoró el bicentenario del pa­tricio y “hubiera pasado sin penas ni glorias o sin la importancia requeri­da si no hubiera sido por la decisión de los historiadores de celebrar su congreso en Bayamo en homenaje a la fecha, por el inspirado discur­so de Leal pronunciado frente a la casa natal del prócer (que afortuna­damente pasaron por la televisión al día siguiente), y por algunos (pocos) textos publicados en la prensa.

“Conozco muy bien la capital granmense, fui asiduamente du­rante mis años de investigación historiográfica, allí sí es muy re­cordada la figura de Céspedes”.

Una de las iniciativas propues­tas por Acosta de Arriba en el 2019 fue la creación de una Cátedra Honorífica dedicada al Padre de la Patria en la Universidad de La Ha­bana que centrara las actividades académicas dedicadas a estudiar y divulgar vida, obra y legado del pa­triota: “No he recibido respuesta, pero esta acción pudiera alimentar ese imaginario que mencionas”.

Carlos Manuel de Céspedes es, de manera indiscutible, una de las figuras más relevantes e importan­tes de la historia de Cuba porque su andadura en los primeros años de la Guerra Grande o de los Diez Años, fue decisiva para que la República en Armas se constituyera en un hecho histórico y en el germen de una meta.

“Republicano, liberal radical, masón y revolucionario son rasgos que lo definen y enaltecen. Fue de­terminante en el inicio de la cons­piración, en la toma de Bayamo (según Manuel Sanguily el hecho militar más importante de la gue­rra), en dotar a la revolución de un contenido y proyección que ningún otro de los líderes de aquella ges­ta hubiera podido hacer como él (quizá con la excepción de Ignacio Agramonte, pero el camagüeyano cayó muy temprano en el combate).

“Cuando se inició la Guerra de 1895 muchos de los entonces jefes lo consideraron ejemplo e inspira­ción. De hecho, en el Programa de Montecristi, José Martí, su relevo, lo expresó claramente”.

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