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XVI Concurso Cuba Deportiva: PRIMER LUGAR Camajuaní tiene un héroe

Jesús González Barriga

 

Falta menos de un año para que se efectúe el evento más grande y de mayor calidad en el ámbito del deporte, los Juegos Olímpicos de París, en su edición XXXIII. Reflexionaba sobre estas competencias y la cantidad de grandes atletas que han hecho historia y dejado su hazaña, su huella y hasta un récord mundial; cuánto sudor derramado, años de entrenamiento, limitaciones de muchas cosas.

 

De forma parecida analizaba que en estos juegos están involucrados árbitros, médicos, entrenadores y otros especialistas que juegan un papel importantísimo en los resultados y que muchas veces pasan sin pena ni gloria. De esos héroes anónimos les cuento muy a tono con los juegos estivales.

Les relato que mi interlocutor es un avezado entrenador de halterofilia y con todo un historial en Juegos Olímpicos y eventos de envergadura a nivel mundial. Nació en Camajuaní, tierra de valles y parrandas y a golpe de sacrificio, trabajo, mucho tesón y constancia, conquistó la gloria en el difícil arte de enseñar el deporte de las palanquetas.

Muchos lo conocían con el apodo El Viejo. Siempre sintió amor por las pesas, llegó a practicarla de forma sistemática y obtuvo medalla de plata en los primeros Juegos Nacionales. En su terruño trabajó por espacio de tres años, entrenando todas las categorías. Corría el año 1966 con resultados loables cuando fue promovido para Santa Clara como comisionado de la disciplina. En este mismo año se funda el equipo nacional de pesas.

Se dice fácil, pero es bien difícil, pues fueron casi 50 años en ese equipo nacional de pesas. El Viejo intervino en la formación de toda una pléyade de pesistas que hicieron historia con su actuación.

En Juegos Olímpicos participó en cuatro ediciones: México 1968, Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, con resultados impresionantes, entre los que destacan el oro olímpico de Daniel Núñez, y el bronce de Alberto Blanco, entre otros.

El Viejo también fue olímpico con la selección de Colombia, donde se desempeñó como entrenador y asistió a cuatro juegos estivales. Sus resultados meritorios le valieron llevar a planos superiores las pesas en ese país, que en la actualidad goza de buena salud.

Cuanto les cuente de El Viejo es bien poco. Es reconocido como uno de los mejores entrenadores del mundo e influyó su integridad moral, su honestidad, disciplina, exigencia y determinación. Con un caudal de conocimientos difícil de igualar, alcanzó su licenciatura en La Habana, donde reside hace más de 30 años. Se superó con los mejores del mundo, los rusos y los búlgaros.

Este camajuanense intervino en el aporte de 68 medallas de diferentes colores en Campeonatos del Mundo; 60 preseas de oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe, así como 42 títulos en Juegos Panamericanos. ¡Asombroso, verdad!

Al preguntarle por el momento más difícil de su larga carrera nos manifiesta que sucedió en 1980, a raíz de los Juegos Olímpicos de Moscú. El equipo cubano estaba en una base de entrenamiento en México y de forma inesperada desertó el pesista Roberto Urrutia.

“Para decirlo correctamente, traicionó a la patria, eso me dolió mucho. La historia se encargaría de pasarle la cuenta, pues en los Panamericanos de Indianápolis, donde el competía representando a los Estados Unidos, dos pesistas cubanos, Pablo Lara con solo 19 años y Francisco Alleguez, relegaron al tercer lugar a Urrutia que se marchó cabizbajo. Allí estaba José Ramón Fernández, apoyándonos como siempre lo hizo y preocupado por todos”.

Sobre su momento más feliz, nos narra con mucha emoción el Campeonato Mundial de 1978, celebrado en los Estados Unidos, donde nuestro país se llevó el segundo lugar, relegando a los puestos tres y cuatro a la RDA y a Bulgaria, potencias mundiales.

Le pedimos que nos relate sobre un momento divertido y nos cuenta que en Moscú 1980, luego de terminada la competencia la dirección del equipo de la URSS lo invitan a su habitación para hacer un pequeño brindis por los éxitos de ambas escuadra. “Entonces ellos nos comienzan a preguntar por los métodos de entrenamiento que estábamos utilizando y nosotros les explicamos que básicamente era lo aprendido de ellos. Todo fluyó entre amigos, con risas y cordialidad”.

Nuestro héroe fue incluido en el Salón de la Fama Panamericana en el 2020 por todos los lauros obtenidos. Ha sido estimulado y reconocido a todos los niveles y no por ello ha dejado de ser una persona sencilla, amable, de mucha nobleza y toda una enciclopedia en el deporte de las pesas.

Propongo construir una tarja para El Viejo en mi pueblo y plasmar: “Dedicada a la vida y obra de Luis Ramón Madrigal Falcón, uno de los mejores entrenadores de pesas del mundo. Pueblo de Camajuaní”.

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