El Ballet Nacional de Cuba (BNC), patrimonio cultural de la nación, celebrará el 28 de octubre el aniversario 75 de su fundación. El que fuera sueño y empeño de tres auténticos pioneros del ballet en el país es hoy, pese a los muchos obstáculos que plantea la contemporaneidad, una compañía de referencia internacional, la concreción primera de una escuela artística, el emblema de un sistema de la danza escénica.
Quizás Alicia, Alberto y Fernando Alonso no tuvieron al principio plena conciencia de la definitiva relevancia de su creación. Ellos querían un ballet para una nación que, si se atendían las lógicas puramente económicas, no podía permitirse una gran empresa de ese tipo.
Pero ¿vislumbraban lo que llegaría a ser aquel grupo inicial? Mucho tuvieron que trabajar para establecerse en el panorama escénico de Cuba y la región. No siempre contaron con el apoyo de la institucionalidad, e incluso, el dictador Fulgencio Batista intentó chantajearlos para sumarlos a una campaña propagandística en favor de su régimen. Ante la fuerte negativa de los artistas, les retiró a la agrupación la ya de por sí escasa contribución del Estado. Amplios sectores de la sociedad apoyaron al entonces Ballet de Cuba, aunque fue preciso hacer un receso. Alicia y Fernando tenían la esperanza de que fuera corto, y la academia que habían fundado continuó sus labores.
Enero de 1959 marcó el renacer.
Sin la entrega, el sacrificio y la insistencia de los Alonso y de sus colaboradores no hubiera ballet en Cuba; téngase en cuenta que en la década de los cincuenta Alicia Alonso era una de las más grandes bailarinas del mundo; pudo haber hecho carrera en cualquier lugar, y sin embargo apostó por su país.
Sin la Revolución triunfante hubiera sido una utopía la consolidación de una compañía de proyección internacional. Fidel Castro tuvo mucho que ver en esa tarea titánica. Significativo fue su encuentro con Alicia y Fernando, su apoyo a la reorganización de un nuevo elenco, y la creación de un sistema de enseñanza que le sirviera de base.
Muy pronto el Ballet Nacional de Cuba (BNC) fue noticia en todo el mundo. Europa, la cuna del ballet, se asombró ante la pujanza y las credenciales artísticas de lo que se hacía en una región del Caribe. Algunos identificaron de inmediato una nueva escuela del ballet, la última gran escuela. Y la compañía que dirigían Fernando y Alicia fue la principal embajadora de ese movimiento escénico.
Más de un gran intelectual cubano ha afirmado que el BNC es gloria de la nación toda, milagro e inspiración de la cultura cubana. Ciertamente, el Ballet abrió un camino.
Generaciones de artistas, técnicos y personal de apoyo han protagonizado esa hazaña por varias décadas. Contra muchos temporales ha navegado el BNC y los desafíos son permanentes. Pero hay potencial y deseos.
La programación que se ha preparado es expresión de los actuales derroteros de la compañía que hoy dirige la primera bailarina Viengsay Valdés: mirar el futuro sin olvidar la tradición.
Se repondrán piezas significativas del repertorio histórico de la agrupación, incluidos los grandes clásicos de la tradición romántica y las creaciones de los principales coreógrafos cubanos de la segunda mitad del siglo XX.
Será la gran fiesta del ballet, porque hay mucho que festejar. Urge también blindar el porvenir. Alicia, Alberto y Fernando Alonso fundaron para toda la vida. Cuba no puede dejar morir su Ballet porque es pilar del tesoro espiritual de la nación.