En la enorme masa de millones de trabajadores siempre hay quienes reciben muy merecidos galardones porque son quienes más aportan individualmente a los resultados colectivos y cuando son reconocidos, los demás se ven reflejados.
Esta ocasión es especial porque es resaltado ese jornalero cuyo rendimiento no llega al nivel de los colosos, que son una minoría de sobresalientes, van a la vanguardia, y su ejemplo es seguido por una multitud a cuyos integrantes va dirigida esta felicitación.
El rostro de ese obrero cuya faena puede ser más con la fuerza física o la mental, no importa si es cultivando la tierra cuando el campo parece un horno, apretando un tornillo para fijar un cable eléctrico en un semioscuro local poco ventilado, trabajando con un lápiz o una silenciosa computadora.
Puede ser en cualquier ambiente o instrumento (incluyendo el fusil), pero absolutamente todos viven con desabastecimientos, unos en mayor y otros en menor medida, pero padecen la falta de alimentos, medicinas, transporte, dinero y hasta de lo más elemental, pero van a su puesto laboral hayan o no resuelto los problemas personales o familiares.
Es difícil, mejor decir imposible distinguir uno de los rostros en esa multitud, un individuo no resalta, ni cuando la prensa publica la foto al concentrarse para celebrar el Día Internacional de los Trabajadores.
Dentro de ese crisol donde todos se unen, se funden en uno solo están los que empiezan su vida laboral hasta acumular los 30 años que le dan derecho a jubilarse, están los que ya comenzaron y están los que se acercan a la edad de terminar la vida laboral activa.
Están los que finalizaron una etapa, se recontratan y siguen como nuestra compañera de trabajo que dedicó toda su vida al periodismo desde un puesto anónimo, como el de la mayoría de los trabajadores que no estampan sus datos de identificación en la obra cotidiana.
Pueden llamarse lo mismo María, Pedro, Juan que José… o como esta colega: Cary, una mujer representativa de las personas comunes que son la mayoría y las que hacen la mayor parte de la obra.
En la multitud hay un rostro, el de ustedes, el de nosotros y de todos, y ahí está el de Cary que este 31 de agosto despedimos porque se jubiló y al mismo tiempo le damos la bienvenida porque ella, Caridad Dueñas Calviño se recontrata y continúa con nosotros en la plantilla de Trabajadores, el periódico de esa multitud a la cual ella pertenece por derecho propio porque se lo ganó con su laboriosidad y sistematicidad.