Más allá de la visión resultadista, la lid vino a ratificar los enormes retos que tiene el atletismo para recobrar todo su esplendor y también dejó pistas interesantes que señalan las posibles rutas a transitar.
Como estaba pronosticado Cuba fue triple salto y poco más. Lázaro Martínez y Cristian Nápoles abrieron el medallero al quedar en segundo y tercer lugar, respectivamente, en la final masculina dominada por el burkinés Hugues Fabrice Zango (17,64 metros). Martínez, campeón mundial bajo techo en Belgrado 2022, se estiró hasta los 17,41; mientras que Nápoles se creció bajo presión y llegó a los 17,40, para agenciarse el bronce con el vuelo más extenso de su vida.
Leyanis Pérez se ratificó como una de las grandes promesas de esta disciplina y mejoró el cuarto lugar de Oregón. La joven de 21 años estuvo coqueteando con los 15 metros durante casi toda la discusión de medallas y finalmente terminó tercera con registro de 14,96, a solo dos centímetros de su marca personal, por detrás de la ucraniana Maryna Bekh-Romanchuk (15,00) y la archifavorita venezolana Yulimar Rojas (15,08).
Su compañera Liadagmis Povea se fue con un sexto lugar que sabe a poco para un salto de 14,87, el tercero más largo de su carrera. Esta cota constituye lo mejor de la actual campaña para ella, al superar los 14,85 que le dieron el bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023.
Asimismo, aunque no logró subirse al podio, Luis Enrique Zayas también brindó una actuación de altos quilates al ubicarse cuarto en el salto de altura, igualando su personal de 2,33. De esta forma el campeón panamericano de Lima 2019 sumó su tercer top 8 en campeonatos mundiales, antes había sido quinto en Doha 2019 y sexto en Oregón 2022.
Resulta válido destacar el desempeño de los jóvenes Alejandro Parada, en salto de longitud (décimo), y Silinda Morales, en el lanzamiento del disco (oncena). Ambos logaron incluirse en sus finales y, si bien no llegaron al máximo de sus posibilidades, mostraron condiciones y margen de evolución.
Por otra parte, ya muy alejados de posiciones de relevancia quedaron el martillista Ronald Mencía, quien ancló en el puesto 26 con disparo de 71,72 m; el discóbolo Mario Díaz, lugar 33 entre 35 aspirantes con marca de 58,03 m; y el pertiguista Eduardo Nápoles, escaño 29 con un intento de 5,35 m.
Mientras, en la pista, la presentación más decorosa la protagonizó Roxana Gómez, que avanzó hasta las semifinales de los 400 metros planos. Sus compañeras Zurian Hechaverría, en 400 con vallas; Rose Mary Almanza, en 800; y Yunisleidis García, en 100 y 200, no pudieron pasar de las clasificatorias y dejaron quehaceres discretos.
En los relevos la historia fue parecida. En el 4×100 Laura Moreira, Enis Pérez, Yarima García y Yunisleydis García realizaron lo mejor de temporada: un 43.17 segundos que igualó el crono con el que Cuba ganó la prueba en la cita regional de San Salvador, pero algunas imprecisiones las privaron de bajar ese tiempo para aspirar a incluirse en la final.
En el 4×400 los desatinos resultaron más evidentes: un arranque lento y problemas en los cambios sentenciaron a la cuarteta conformada por Zurian Hechavarría, Lisneidy Veitía, Rose Mary Almanza y Roxana Gómez. Esta última no pudo hacer mucho en el cierre, pues recibió el batón con una amplia desventaja, que las condenó a ser séptimas en su heat con registro de 03:29.70.
De esta manera cayeron las cortinas de Budapest 2023 para la delegación antillana con la certeza de que hay talento por explotar, pero también necesidad de renovación y análisis en las pruebas de más pobres resultados. Por el momento, se borra un poco la página gris de Oregón, pisoteada por los potentes brincos de los triplistas cubanos.