El pasado 12 de agosto se cumplió el centenario del fallecimiento de uno de los genios de la pintura en el tránsito entre los siglos XIX y XX, época pletórica en renovaciones y enfrentamientos artísticos. El valenciano Joaquín Sorolla navegó con prestancia esas aguas turbulentas. El Museo Nacional de Bellas Artes atesora una de las más importantes colecciones de este artista a nivel internacional, superada en cantidad, vuelo y representatividad por muy pocas instituciones de América y Europa. En La Habana se exhiben permanentemente auténticos clásicos de esa producción.
A los homenajes que se le tributan a este español universal en varios países se sumará la pinacoteca cubana, con una gran exposición que debe abrirse en septiembre, y que reunirá obras muy poco vistas que integran el acervo nacional. Recientemente los talleres de verano del museo propiciaron el acercamiento de niños y adolescentes a la obra y la vida de Sorolla, con clases y conferencias que culminaron con la exposición de las creaciones de los participantes en el Edificio de Arte Cubano. Sorolla, como los artistas de su talla, sigue siendo un contemporáneo.