“Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias. ¡Y hay que ser optimistas! Un pesimista nunca podría ser revolucionario”.
Así afirmó el Comandante en Jefe, ejemplo de esa capacidad de sobreponerse a los reveses desde los inicios mismos de la lucha revolucionaria y en una coyuntura tan difícil para el país como lo fue el decenio de los años 90 del pasado siglo, que marcó el inicio del llamado período especial.
Al derrumbe de la Unión Soviética y la desaparición del campo socialista y el recrudecimiento de la agresividad imperialista, que equivalieron a un doble bloqueo, en el año 1993 se sumaron otras desgracias como la infernal tormenta del siglo que barrió más de la mitad del archipiélago de occidente hacia oriente, cuando no eran épocas precisamente de tormentas ni de ciclones, acabó con buena parte de la cosecha tabacalera, de las plantaciones de plátano y otros cultivos, y causó considerables daños en hogares, instalaciones industriales, agrícolas y sociales.
Lluvias incesantes se presentaron durante la zafra y nuestra producción azucarera se redujo considerablemente, por lo cual se dejaron de percibir por ese concepto y en tan complejas condiciones, alrededor de 450 millones de dólares. Ya nuestras importaciones se habían reducido drásticamente. Y por si fuera poco, desde 1991 una neuropatía epidémica afectaba a la población. Fueron problemas mencionados por Fidel en su discurso del 26 de Julio de ese año.
“Hoy hemos tenido que seguir solos, sin campo socialista y sin URSS —dijo entonces—. Si alguien quería poner a prueba el coraje, la dignidad, el patriotismo y el honor de este pueblo, pues bien, se han puesto a prueba con lo que ha ocurrido”.
Y agregó que en esa encrucijada terrible en que se vio envuelta Cuba “nuestra Revolución no puede ni venderse ni entregarse. El país no puede ser vendido ni entregado”.
Fue entonces que señaló que en esa coyuntura había “que salvar la patria, la Revolución y las conquistas del socialismo que equivalen a defender el derecho de seguir construyéndolo en el futuro”.
Y hacia ese porvenir se proyectó el pensamiento visionario de Fidel, cuando concibió, entre otras iniciativas, una nueva fórmula para el impulso a la agricultura; le concedió un papel protagónico al desarrollo del turismo como palanca para seguir adelante; siguió impulsando la creación de centros científicos no solo destinados a velar por la salud de los cubanos sino para prestarles ayuda solidaria a otros pueblos, y en medio de un contexto tan complejo, modeló un novedoso mecanismo para las elecciones del Poder Popular que contribuyó a perfeccionar la democracia socialista.
Las ideas puestas en práctica por Fidel en aquel duro año de 1993 demostraron su visión del mañana a pesar de que el horizonte de la nación se mostraba sombrío por los enormes obstáculos que enfrentaba. No se dejó vencer porque nunca dejó de ser optimista.
Descargue aquí: Seguimos por su senda (Separata por el aniversario 97 del nacimiento de Fidel) 7 de agosto de 2023 (32582 descargas)