“Y cuando me llegue el fin
Yo no olvidaré un detalle
Fui barrendero de calle
Y liberté un tomeguín”.
Noel Guzmán Bofill
│Manuel Eduardo Jiménez Mendoza
Como si su vida fuera una catedral, cerca de las 8:30 p.m. del 3 de agosto de 2021, las campanas dan sus últimos toques. Fallecía, a los 66 años de edad, en la ciudad de Santa Clara, el destacado pintor, poeta, humorista y folclorista, Noel Guzmán Bofill Rojas. La Covid-19 arrebataba a uno de los hijos más auténticos de San Juan de los Remedios y, por qué no, de Santo Domingo; ciudades donde desarrolló su obra como pintor naif y poeta, fundamentalmente en la décima, género que le apasionaba desde niño.
La noticia de su muerte se hizo eco en todas partes. Remedios sentía que le robaban ese pedazo de tierra escabrosa, de leyendas y mitos, que circundan el día a día de esta villa. Sucede que Bofill—muchos les apodaban “Juantorena”— porque era un caminantede su ciudad, de la que nunca se separó. Ese apelativo le gustaba, incluso, en una de sus décimas, despidiéndose de su pueblo natal escribió: “Y si en un verso viril / Pudiera brotar mi pena / los abraza Juantorena / Conocido, por Bofill”.
Su niñez fue controversial —como lo fue su vida toda—, a tal punto que Noel fue expulsado de la escuela porque su pelo largo, su comportamiento y forma de ser, inducía a un sospechoso homosexual.
Sus inicios fueron como parte del Grupo Signos, que dirigía el conocido poeta, cuentista y pintor Samuel Feijóo y al que Noel Guzmán llamó en varias ocasiones maestro. Con solo 32 años, en 1986, realizó su primera exposición en el parque de Remedios, tendía una veintena de óleos en pequeños formatos. Así se trazó el curso de la historia de Noel.
Jugando con el expresionismo y el impresionismo, sus obras, caracterizadas por trazos enérgicos, coloridos, llenos de pasión e historias, van dibujando, desde el arte naif, su agudeza en la religión católica, yoruba y, en no pocas ocasiones su espíritu revolucionario. Bofill escribió en cierto momento: “he pintado al Che, Camilo y Fidel”.
El destacado historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, refiriéndose a este artista expresó que: “Ante la obra de Bofill, resurge la esperanza que nos regala como prenda preciosa lo ingenuo”.
Es, de esta forma, la realidad de un cuadro de Noel Guzmán, artista que Remedios vio crecer en la casa número 50 de la calle Sol,rodeado de malas vibras, pero, con una tradición familiar por las artes. Su madre, Ángela del Socorro Rojas García, fue una dibujante y decimista; dos de sus tíos fueron músicos, también con espíritu guajiro, y hacían galas de las mejores improvisaciones. Su hermano Jorge toca el violín y la gran Gladys Apontes es actriz, con una peculiar inclinación hacia el teatro para niños.
En este ambiente culturoso creció Bofill, nutriéndose de lo mejor del arte, visitando museos, galerías, talleres, personalidades de la cultura y ahí se afianza con mucha fuerza hacia lo que de su legado artístico conocemos hoy.
Más de 150 exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero realizó en vida el artista. Siendo muy cotizado en el mercado, sus obras están presentes en colecciones privadas en más de veinte países, fundamentalmente en Cuba, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Chile, Ecuador, España, Italia, Venezuela, Francia, México, entre otros.
Cuadros suyos aparecen en colecciones permanentes, por ejemplo, su obra Las profecías de Ezequiel, se encuentra en la sala dedicada a la década de 1980 en el Museo Nacional de Bellas Artes. Además, existen obras suyas en el Centro Wilfredo Lam y en la colección Haydee Santamaría de la Casa de las Américas. Expuestas como muestra de la cultura de la Mayor de las Antillasigualmente están en las embajadas de Cuba en Argentina y Chipre, respectivamente.
Dentro de los premios más trascendentes de Bofill Rojas se encuentra el Primer Premio del IV Salón MERCOSUR; el Premio Juanito Laguna, en 1959; y en el 2002 reluce para el mundo el Premio Internacional Padre Castañeda, colocándolo entre las figuras sobresalientes de la plástica cubana y dentro de los artistas naif más importantes de América Latina.
Su pasión por el arte no fue solo hacia la pintura, faceta que desplegó con una obra prolífera y muy reconocida, sino que también se adentró en el mundo de la poesía, aunque ademásescribió cuentos y noveletas, donde jugó a ser artista y cómo en cierta ocasión le sugirió Cintio Vitier que pintara poemas, porque, según el destacado poeta, narrador, ensayista y crítico cubano, “la pintura es la poesía que te pertenece”.
Muchas de sus décimas más emotivas se las dedica a Remedios, aunque no escapan sus amigos y familiares, así como algunas especulaciones literarias que hizo sobre la vida y su futuro, así como del arte y sus mejores exponentes.
Volver a Bofill, cuando se cumplen dos años de su partida, se hace necesario; remembranza que se aquilata al celebrar este 4 de agosto el aniversario 69 de su llegada al mundo. Aún queda la deuda de traer hasta su villa los restos de este gran artista, pues en unos de sus versos pidió: “Porque en la magistratura / Yo vi la luz de una estrella / Porque en Remedios la Bella / Yo quiero mi sepultura”.