Ojalá y todo lo que se plantea hacer el Banco junto con otros organismos del Estado para que dependamos menos del dinero en efectivo empezara a surtir efecto desde hoy mismo. Ojalá.
Eso fue lo primero que me vino a la mente cuando me leí e informé sobre la Resolución 111 del Banco Central de Cuba que acaba de publicar la Gaceta Oficial, con el propósito de empezar a meter en cintura de manera gradual al desbocado sistema financiero del país.
Esta especie de nociva danza de los millones que estamos viviendo nos pone a la mayoría de la ciudadanía en dificultades cotidianas para pagar y cobrar cualquier producto y servicio, así como para acceder a nuestros salarios y retribuciones, sobre todo a las personas de más bajos ingresos.
Sí. Porque los grandes volúmenes de dinero circulante que andan por ahí, quién sabe en qué gavetas o cajones, no los tienen los trabajadores que viven de un salario ni los jubilados y pensionados.
Somos estos últimos, sin embargo, los que más nos perjudicamos por esa artificial escasez de efectivo que resulta de los cajeros automáticos rotos o sin billetes para dispensar, junto con un mercado informal que requiere para su funcionamiento de elevadas sumas que no están retornando a las agencias bancarias.
Así que la decisión, por ejemplo, de que a partir de este jueves solo puedan extraer dinero en los cajeros quienes poseemos tarjetas magnéticas de salarios, pensiones y cuentas de ahorro, nos parece una acertadísima medida que protege a la inmensa mayoría de nuestra población.
Hasta podríamos aventurar que quizás nunca el público general debió competir en ese canal electrónico de pago con las tarjetas de cuentas corrientes y fiscales de las entidades y personas naturales que realizan actividades económicas de mayor envergadura, las cuales —como bien sabemos— vacían cualquier cajero en un dos por tres.
Las entidades o negocios que manejan grandes cantidades de efectivo, que hoy son prácticamente todos, es lógico que operen a través de sus cuentas bancarias, como en cualquier lugar del mundo. Y los que no andan en cambalaches e inventos ilegales saben muy bien que esa forma de trabajar las finanzas de una empresa o emprendimiento es para ellos mismos, además, la más segura, eficaz y económicamente correcta.
Por supuesto, todavía la Resolución 111 estaba caliente en el tintero, y ya había ataques de medios e individuos financiados desde el exterior para tratar de confundir a la gente, y venir con el mismo cuento de que el Estado quiere quitarles el dinero a los particulares.
También pretenden que les sigamos el juego en el vano intento de crear una tormenta en un vaso de agua por este o aquel límite en los montos de las transacciones diarias permitidas por el Banco, cuando se trata en la práctica de cantidades de dinero que un trabajador honesto o un jubilado en Cuba muy raramente o nunca ha tenido ni tendrá en su cuenta bancaria.
Los que levantan esas campañitas ante cualquier cosa que ahora se haga para tratar de mejorar el funcionamiento de nuestra economía, son los mismos que hace un año atrás nos dijeron que iban a quitarnos a los hijos con el Código de las Familias, o cualquier otra superchería que ellos crean que puede poner en dificultades al gobierno cubano e irritar a nuestra gente.
Que podamos pagar por el teléfono móvil o por cualquier vía electrónica en cualquier comercio particular o estatal; que todos los servicios básicos que sea posible nos los cobren sin tener que hacer colas; que los que tienen mucho dinero no compitan por el efectivo con quienes tenemos poco y que no se burlen del fisco para que el Estado tenga más para repartir, sería mucho más que bueno ¡sería bárbaro!
Así que déjense de cuentos de camino, que aquí nadie se chupa el dedo. Sabemos muy bien a quiénes les conviene que el dinero se pierda, que la ilegalidad prospere y hasta que las tasas de cambio de las divisas se disparen para afectar todavía más a la gente humilde de este país.
Ojalá entonces que se avance en esta llamada bancarización, tan urgente y necesaria, todo lo rápido que se pueda. Así el Banco gana y nosotros también.