Seis jóvenes villaclareños estuvieron ese día entre la pólvora y la metralla: Pablo Agüero Guedes, Elpidio Sosa González, Roberto Mederos Rodríguez, Osvaldo Socarrás Martínez y los hermanos Haydée y Abel Santamaría Cuadrado. Pablo, defendió sus ideales en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, los demás en las acciones desarrolladas en la ciudad de Santiago de Cuba.
Abel vive en el recuerdo de su pueblo natal, Encrucijada. Quienes hablan de él recuerdan al niño que pedía leer a Martí y que se ganó el Premio Besos de la Patria. En el pueblo y en el central Constancia lo llamaban “El Polaco”, por el rubio de sus cabellos y el azul de sus ojos. En el museo Casa Natal se muestra la carta de renuncia como empleado de la tienda del batey donde expone una excusa, casi incomprensible: “debo emprender otros caminos”. Sin dudas, el de la libertad, ya en ese entonces Abel soñaba con la justicia.
En Sagua la Grande es recurrente que comercios, escuelas e industrias lleven por nombre Elpidio Sosa, joven noble, que tuvo por virtud ser justo, repudiaba los atropellos, los abusos, persona íntegra, recta, honesta, solo alguien con esas cualidades podía dar hasta su empleo y su vida, por la causa revolucionaria. También de esta ciudad es Roberto Mederos Rodríguez, muchacho llano, animado y cordial, con el don de dejarse querer. Su apego familiar era tal que jamás falto a las fiestas de Nochebuena, a pesar de vivir en La Habana. Roberto sorprendió a los suyos quienes han asegurado que no se lo imaginaban fusil en mano. Se asombraron cuando conocieron de su hidalguía, entereza y valor en aquella acción donde perdió la vida.
Osvaldo Socarrás Martínez es el símbolo de la humildad y la discriminación de su raza. Una escuela de Santa Clara lleva su nombre. Hombre serio de múltiples oficios: limpia botas, recogedor de botellas, o barbero, parqueador de autos en el Parque de la Fraternidad en la capital cubana, repudió el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y lo denunció en el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular, los males de la época. Aun conmueve la anécdota de que un día le confesó al padre que había conocido a Martí en persona: se refería a Fidel Castro.
De Pablo Agüero Guedes hay pocos recuerdos en Caibarién, lugar donde nació, porque de muy niño sus padres se trasladaron a La Habana, se sabe de su interés por la lectura, su superación cultural y política. Con solo 17 años se convirtió en símbolo de la juventud cubana de su época y no dudó en incorporarse a la lucha.
Haydée Santamaría Cuadrado, que junto con su hermano Abel participó en las acciones del hospital civil, una mujer de amar y fundar cargó el peso delos horrores de ese día toda su vida. Sobrevivió a la gesta al igual que su compañera de luchas Melba Hernández, y se convirtió en heroína de la clandestinidad, de la Sierra, del exilio, y tras la victoria en la inolvidable fundadora de la Casa de las Américas.
Las acciones del 26 de julio de 1953 marcaron el inicio de una lucha que culminó con la victoria en enero de 1959, es una fecha que se inscribió en la historia como el Día de la Rebeldía Nacional y hoy se rememora no como un hecho pasado sino como un acicate para emprender nuevas metas y enfrentar desafíos.