“Trabajamos tanto sin atención ni reconocimiento y somos como el corazón de nuestra empresa”, dice Rolando Ramírez Leyva, delegado a la Conferencia del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca, en el municipio de Ciego de Ávila. Del salón de reuniones Trabajadores sale a tocar los problemas en el almacén provincial desde donde se distribuye la materia prima para la producción del alimento de cada día, en todas las panaderías del territorio avileño.
Allí labora hace 27 años Roberto Pérez Guerra, quien no entiende “por qué antes era estibador A y hoy soy ayudante con más disposición y ajetreo a deshora para manipular y distribuir la harina”.
El colectivo tiene otra inquietud desoída. “Solicitamos la presencia de un especialista de la UEB para comprender el sistema de pago, pero tal parece que no quieren reunirse con los trabajadores, los jefes se conforman con explicarle al administrador nuestro”, afirma Ramírez Leyva, secretario general de la sección sindical en dicho almacén.
“¡Ellos dan pérdidas…!”
Tras las huellas de las insatisfacciones, se conoce que allí los hombres desempeñan la misma plaza y contenido de trabajo con diferente nombre en el calificador de cargos, y el sistema de pago es a destajo colectivo, explica Deisy Burgos Velázquez, a cargo de los recursos humanos en la unidad empresarial de base (UEB) Alimentaria Ciego de Ávila.
Alcides Jiménez Hernández, del departamento económico, muestra la nómina de mayo pasado, mediante la cual Rolando y Roberto devengaron cada uno 8 mil 996. 55 pesos de salario y estímulo. En tanto, Raquel Morejón Mujica, especialista de Recursos Humanos, comenta que la carencia de medios de protección personal obedece a los altos precios y la mala calidad, y el presupuesto para adquirirlos lo administra la empresa provincial alimentaria.
Nadie se pone a tamizar no la harina, sino los “grumos” que le crecen a la masa obrera expuesta a condiciones laborales inseguras por riesgos eléctricos y enfermedades profesionales, debido a la ausencia de faja, hombrera, pantalonera, ropa y calzado de trabajo, agua fría, alimentación y los mismos medios de trabajo remendados por los obreros.
Así transcurre la vida laboral en otro “horno” de la alimentaria avileña. Apartados de las acaloradas rutinas productivas, los directivos de la UEB, opinan: Ese personal es el que más gana y ¡lo que da es pérdidas!
Una relativa razón es esa si se tiene en cuenta que ellos no producen bienes y servicios, sino gastan recursos energéticos por manipulación y distribución de una materia prima que sin el sacrificio de los estibadores, ¿pudieran madrugar los horneros y darle la bienvenida al pan en la canasta familiar?