Con la ceremonia de la Quema del Diablo, en alusión a la destrucción del mal, cerró este domingo la edición 42 de la Fiesta del Fuego, cita que inició el pasado lunes 3 con dedicatoria a las celebraciones mexicanas de la vida y la muerte.
Quedan atrás siete jornadas intensas durante las cuales fue posible apreciar una amplia diversidad de acciones culturales, muestrario de la riqueza del folclor y las manifestaciones populares-tradicionales de los pueblos de la región del Gran Caribe y un poco más allá.
El III Congreso Internacional sobre la muerte, 13 talleres de expresiones artísticas, mágico-religiosas y de otros saberes, exposiciones, galas, instalaciones, pasacalles, presentaciones de agrupaciones musicales y de teatro, firmas de convenios y Memorándum para intercambio entre instituciones académicas y editoriales, presentaciones de libros…. todo eso y más regaló a los santiagueros este 42 Festival.
Más de mil artistas, intelectuales, grupos portadores y reproductores de tradiciones de cerca de una veintena de naciones se juntaron para confraternizar y hermanar por intermedio de la cultura en su vastedad.
Todas las delegaciones dejaron huellas, desde las más numerosas, entre ellas Estados Unidos, Martinica y República Dominicana, hasta de menor número de integrantes, como las de Argentina o Alemania, pero sin dudas, a tono con la dedicatoria, México brilló con total esplendor.
Desde diferentes regiones del hermano país azteca llegaron los amigos de siempre, y los nuevos que se sumaron, para ponerle al Festival del Caribe color, ritmo, alegría y mucha vida, con la muerte como pretexto.
Estas jornadas de Fiesta del Fuego visibilizaron aún más cuánto de arraigo popular tienen manifestaciones mexicanas como la música y la culinaria, en lo fundamental la primera de ellas, presente en la cotidianidad de los santiagueros, con los mariachis como punta del iceberg.
Es cierto que el Festival acaba, pero la caribeñidad es manantial inagotable en esta tierra santiaguera, la más caribeña de las ciudades cubanas, la misma que espera ahora por los días del 3 al 9 de julio de 2024 para volver a desbordar esas aguas que nos nutren de Caribe.