Nadie pondría en dudas que hay determinados problemas sociales y económicos que por su complejidad y ramificaciones hacia distintas ramas del saber o por las posibles consecuencias de una decisión apresurada, merecen un estudio profundo para buscarles las mejores soluciones.
Pero también es cierto que en los últimos tiempos hay cierta tendencia excesiva a una nueva argumentación burocrática que no pocos funcionarios o responsables nos reiteran como si fuera una frase mágica, y cuyo empleo lo podemos escuchar casi ante cualquier deficiencia de la vida cotidiana: “eso lo estamos estudiando”.
En ese estudio en algunas ocasiones puede llegar a caber casi cualquier cosa, hasta la más pedestre de las situaciones que solo requerirían para atajarlas de una dosis de sentido común, espíritu práctico o suficiente determinación por quienes tienen las atribuciones y la obligación de resolverlas.
Y es que incluso en los casos en que en verdad es preciso estudiar las distintas manifestaciones de un problema para procurar una solución definitiva o duradera en el mediano y largo plazo, hay casi siempre una parte, un aspecto, una porción del asunto en el que paralelamente a esa necesaria profundización, es posible la mayoría de las veces ir aplicando algún remedio o paliativo ante los obstáculos más evidentes.
También es cierto que puede haber temas estratégicos donde es mejor esperar por una respuesta integral que intentar poner parches que podrían hacer luego más difícil la aplicación de otras medidas de mayor alcance, pero esto solo es algo excepcional.
Incluso en esos casos la propia dirección del país ha preconizadoque casi siempre es posible comenzar a aplicar alternativas u opciones que guarden relación, que se parezcan lo más posible al futuro al que aspiramos.
Lo que sí resulta inaceptable es que se utilice la justificación de presuntos estudios para permanecer en la inercia, para no hacer nada o para permitir un estado de cosas que a todas luces clama por una rápida transformación.
Al menos tendríamos que exigirles a todas esas personas o entidades que ante una demanda de la ciudadanía plantean estar envuelta en un estudio, en una investigación indispensable, en una pesquisa de fondo que les impide actuar con prontitud, pues que deben fundamentar muy bien la naturaleza, los motivos y el estado de esa gestión, así como las variantes que están implementando para responder a las inquietudes de la población.
Porque lo que no es posible comprender ni admitir es la inacción ante lo evidente, así que tenemos que buscar la manera para, de manera paralela y con rigor, estudiar, pero también aplicar.