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Elisbet nos mojó de Oro 25×25

Elisbet Gámez gusta de las redes sociales, es fotogénica y no renuncia jamás a decir que empezó a nadar en el Río Miel en Baracoa. Quizás cuando tocó en los 200 metros, miró la pizarra y soltó la risa más esperada de su vida no reparó en que la coincidencia de su oro en estos XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe lo marcaba un número: 25.

La tarde-noche del 25 de junio, con un calor fuera de la piscina más de lo deseado, esta ondina guantanamera reivindicó a la natación cubana, en especial a nuestras muchachas, con un título en los 200 metros libres que tan solo sus brazos hinchados del esfuerzo, sus zambullidas constantes tras saberse campeona y la alegría desbordada mirando al cielo y a su compañera Andrea Becalli (bronce histórico por su juventud) valían la pena para cronicar.

Solo que la historia decía algo más. Se lograba tras 25 años del último oro de una nadadora cubana en estas citas regionales, allá por Maracaibo 1998, donde Ana María González lo consiguió en 200 espalda y la cuarteta 4×100 lo hizo también en el combinado. ¡Había que cargar a Elisbet o tirarse en la piscina con ella!
Claro que la competencia tenía otros plus que no se cuentan a la ligera. La joven de recién cumplidos 26 años había venido labrando este camino desde su debut en Veracruz 2014, con un bronce que entonces ya sonaba a hazaña. Luego en Barranquilla 2018 lo mejoró con una plata que siempre deja sabor a dorada. Y solo ahora lo consiguió sin miramientos, sin altanería, pero guapa y con una idea fija, tras haber terminado en plata un día antes en los 400 libres.

Los entendidos de las marcas podrán hacer los análisis posteriores. El valor de este oro es inmenso. Desde 1998 hasta la fecha solo Hanser García (conocido como el Pollo) con un cetro en Veracruz nos había regalado similar premio. No soy dado a las comparaciones, pero siempre recuerdo a un viejo entrenador cubano que me dijo un día: hay nadadores que tienen que ir a la piscina y otros tienen que ir a entrenar.

Ahora mismo no puedo definir en cuál de las dos categorías entra Elisbet, pero al menos entra en la de perseverancia total, esfuerzo supremo, disciplina férrea y constancia diaria. Sus becas internacionales, su progresión de marcas y ese extra para ponerle en los 50 metros finales la convirtieron en la primera reina mojada de Cuba en estos Juegos.

Por lo tarde no supe de sus primeras declaraciones. Luego escuché que habló de su entrenadora María Luisa Mojarrieta (Lulú) y de su familia y todos los que lo apoyaron. Ese agradecimiento con sencillez vale tanto como el oro de su pecho. No obstante, prefiero quedarme con esa risa de oreja a oreja, con esas manos levantando agua de la piscina y con ese grito de Síiiiiii que, al menos los amantes de la natación, tuvimos que esperar un cuarto de siglo para escucharlo de nuevo de una nadadora. ¡Felicidades!

Esta será, sin duda, una de las medallas de oro más preciadas de Cuba en estos Juegos. No lo dude nadie.
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