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Miriam en un mundo de papel

Por Abraham Enrique Mesa Berroa (Estudiante de Periodismo)

Ella es menuda y ágil, aún sus 80 años bien cumplidos. Tal vez por eso le haya sido tan fácil moverse entre anaqueles y estantes, entre libros y más libros, en su mundo de papel que tanto ama.

Ella es Miriam de los Ángeles Morales Villalón, la más reciente ganadora del Premio Nacional de Bibliotecología Emilio Setién Quesada Por la Obra de la Vida, una santiaguera que lleva piel adentro su profesión, su vocación.

 

A sus 80 años Miriam Villalón asegura que trabajará hasta que tenga fuerza, algo que renovó justo el día en que recibió el Premio Nacional de Bibliotecología Emilio Setién Quesada Por la Obra de la Vida (DEL AUTOR)

 

“Me gradué en la escuela nacional de técnicos de biblioteca y comencé a trabajar muy temprano, siento vocación por el trabajo bibliotecario, que es la primera motivación que hay que tener en esta profesión, sin eso no se consigue nada”.

El Premio recién recibido es para ella una suerte de renovación: “Es lo más grande que me podía pasar, no tengo ni licenciatura, ni máster como otras tantas personas pero siento pasión por lo que hago.

El nombre que lleva el reconocimiento recién otorgado igual remarca el valor y la trascendencia de este.

“Emilio Setién significó mucho en mi vida, me dignificó. Cuando comencé a trabajar, por allá por los años 60, apenas tenía un 8vo grado, y me puso a trabajar con él aquí en Santiago de Cuba, para luego irme insertando en los cursos de superación, después fui profesora en la Escuela de Técnicos de Biblioteca, y más tarde fui directora por 25 años de la Biblioteca Abel Santamaría, y todo eso se lo debo a Emilio Setién”.

Del quehacer laboral Miriam tiene mucho que decir: “Un buen bibliotecario debe ser, en primer lugar, una persona de proyección, informado de todo y siempre actualizado, porque nosotros tenemos el deber de brindarle información a todo el que llegue a la biblioteca.

“Hay que saber responder cualquier pregunta en el momento determinado y no limitarse a las funciones del oficio, hay veces que en la biblioteca no se encuentran las respuestas que la persona busca pero el bibliotecario debe orientarlo dónde buscarla”.

Sin dejar de reconocer el valor de las nuevas tecnologías, Miriam sigue apegada al libro de papel, “para mí no va a morir nunca”, evoca con cariño a otras personas con las que trabajó con gusto en la promoción de la lectura y agradece de corazón las muestras de cariño que ha recibido al conocerse la noticia del Premio Nacional por la Obra de la Vida.

Igual reconoce que es la juventud quien tiene que llevar la continuidad también en materia de bibliotecas, y en ese orden aprecia y pondera lo hecho por el joven doctor en ciencias Giraldo Setién Álvarez, actual director de la biblioteca Elvira Cape: “lo que ha logrado ha sido muy grande, sin menospreciar el trabajo de nadie, pero se trazado metas ambiciosas y las va alcanzando, porque es una persona que ama la cultura”.

Apegada a su mundo de papel esta mujer sencilla no deja de soñar con un futuro de libros y lecturas, y alerta a los que no se apegan a uno y otra: “no saben lo que se pierden”.

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