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Ecuador entre tormentas

Tras el llamado del presidente Gui­llermo Lasso a disolver la Asam­blea Nacional de Ecuador varios legisladores apelaron a la Corte Constitucional (CC) para frenar tal decisión, pero esta dio luz ver­de al Consejo Nacional Electoral (CNE) para que comenzara a pre­parar nuevos comicios.

 

Pleno del Consejo Nacional Electoral de Ecuador. Foto: CNE

Es la primera vez que Ecuador vive la llamada muerte cruzada, una de las novedades de la Constitución aprobada en el referendo popular del año 2008 impulsado por el go­bierno de Alianza País y el entonces presidente Rafael Correa.

Parecería irónico que la tabla salvadora de Lasso haya sido una herramienta legislativa propuesta y defendida por su principal con­trincante político (Correa). Gracias a ella pudo librarse de un proceso vergonzoso que habría sepultado su carrera política y ventilado detalles acerca de los escándalos de corrup­ción de alcance internacional en los que, al parecer, está vinculado.

Algunos expertos, como el exjuez constitucional Ramiro Ávila, han declarado que la CC desperdició la oportunidad “para desarrollar las normas que regulan el juicio políti­co y la muerte cruzada; además de limitar el presidencialismo reforza­do en la Constitución. (…) A futuro, ningún presidente podrá ser enjui­ciado por la Asamblea”, alertó.

Desde ahora, y hasta agosto, Lasso gobernará por decreto y entre las materias que quedarán pendientes, mientras sea instala­do el nuevo Parlamento, figuran la ratificación de los acuerdos co­merciales firmados este año con Argentina y China.

El martes 23 de mayo sesionará el primer Consejo Consultivo para las Elecciones Presidenciales y Le­gislativas del 2023 que llamará, ofi­cialmente, a más de 13 millones de ecuatorianos a elegir presidente, vi­cepresidente y 137 asambleístas. Será un mandato especial que solo estará en funciones hasta mayo del 2025. En esa fecha tomará posesión el go­bierno electo en enero de ese año, y se restablecerá así la normalidad en el calendario electoral ecuatoriano.

La circunstancia que hoy vive la nación suramericana es inédita, y ofrece poco tiempo a los partidos y movimientos políticos para evaluar propuestas y candidatos.

El CNE ha dicho que las nomi­naciones deben estar listas antes del 31 de mayo. La inscripción de can­didaturas será del 4 al 10 de junio y la fecha tentativa de las votaciones será el 20 de agosto (primera vuelta) y 15 de octubre, si hubiera balotaje.

Aún no han definido si aplica­rán las novedades que en materia de paridad de género y etaria estaban anunciadas para los comicios del 2025, o si solo se reitera la exigencia de tener un 30 % de mujeres como mínimo en las propuestas de cada bancada política.

Queda firme la decisión de que para declarar un binomio ganador (presidente y vicepresidente), este debe obtener, al menos, el 40 % de los votos y una diferencia mayor a 10 puntos porcentuales del contrincan­te que quede en segundo lugar.

Según las leyes electorales de Ecuador, solo es posible repetir en el cargo durante dos períodos consecu­tivos, pero las autoridades han pre­cisado que los venideros comicios no contarán como reelección. Este fin de semana también se conoció que Lasso no será candidato.

Mientras esto sucede, otra tor­menta mucho más letal se cierne so­bre Ecuador. La Secretaría de Ges­tión de Riesgos (SGR) declaró alerta amarilla para localidades situadas a menos de mil 500 metros de altura sobre el nivel del mar debido a un pronóstico de lluvias prolongadas como consecuencia del fenómeno climatológico El Niño.

El Comité Nacional para el Estudio del fenómeno de El Niño (Erfen) advirtió que se ha observa­do un calentamiento anómalo en el mar ecuatoriano y frente a la cos­ta norte de Perú, al registrar una temperatura oceánica entre 27 y 29 °C, las cuales son hasta 1.5 °C superiores a la normal.

El Niño es responsable de ese calentamiento del océano Pacífico y provoca que los vientos alisios se de­biliten o cambien de dirección. Todo ello resulta en severas alteraciones del clima, inundaciones devastado­ras, grandes sequías, caída en picado de poblaciones de peces y un repunte de enfermedades tropicales.

Un equipo del Dartmouth Colle­ge (EE. UU.) ha evaluado los costes del fenómeno climatológico y esti­man que esta vez podría frenar el crecimiento de la economía mundial en al menos 3 billones de dólares. Las pérdidas serían superiores a las de 1982-1983 y 1997-1998, fechas en las que El Niño ralentizó el desarro­llo económico de los países impacta­dos por más de cinco años.

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