De proponérselo, Dayadna Fernández Columbié hubiera sido una buena bailarina. Su abuela, Caridad Juana, era la encargada de llevarla a los talleres impartidos en La Habana Vieja. Pero el sueño quedó en el cofre de la infancia, y fue en el Instituto Preuniversitario Roberto Labrada, en el municipio capitalino del Cotorro, donde la atrapó la asignatura de Química.
“Me gustaban los experimentos, y en general, obtenía buenas notas, así que a la hora de decidir qué hacer, escogí ingeniería química, la cual estudié en la hoy Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría (CUJAE). Esta es una carrera con amplia gama, puedes incursionar en la industria petrolera, petroquímica, cementera, aceitera, alcoholera, jabonera y en la alimentaria. Finalmente, yo opté por esta última.
Aclara que el ingeniero químico “es el encargado del diseño, desarrollo y gestión de procesos que optimicen la transformación de materias primas para la fabricación de nuevos productos”.
Oportunidad para crecer
Por la cercanía con su hogar, el Complejo Lácteo de La Habana, era el lugar ideal para trabajar. Por eso, considera que fue una suerte, que, al concluir la universidad, en el 2017, fuera ubicada en esa entidad, en la cual había realizado sus prácticas docentes y que le ha abierto oportunidades para desarrollar la profesión.
“Empecé como adiestrada, en la unidad empresarial de base (UEB) Combinado de Soya. Ahí había un tecnólogo, de gran experiencia y aprendí mucho de él. Un día me llamaron del Grupo de Tecnología de la empresa para que fuera la especialista encargada de atender la actividad del Medio Ambiente. Y me dieron una plaza fija en ese perfil.
“Con posterioridad, fui propuesta como cantera de cuadros de la empresa y empecé a participar en los consejos de Dirección. Luego, pasé a ocupar el cargo de directora de Tecnología y Desarrollo del Complejo, además de atender las cuestiones relacionadas con la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores.
“Tenemos la responsabilidad de controlar metodológicamente las nueve UEB productivas: de forma diaria se realiza el balance de materias primas, cómo se cumplen los ciclos productivos, las incidencias ocurridas en el día y reportarlas para que sean resueltas”, acota.
Entre las novedades que hoy tienen la empresa ella destaca la producción de una nueva línea de yogur desnatado con bajo porcentaje de azúcar, el cual es altamente nutritivo.
“Eso ha sido posible gracias a una nueva inversión, la cual permite comercializar el yogurt en formato de potes, y se expende en las tiendas de comercio, en peso cubano y en la red en moneda libremente convertible.
Según argumenta Dayadna, para los trabajadores de este importante centro capitalino, constituye un reto sostener las producciones dado el escenario económico actual, en el cual las materias primas encarecen cada vez más, lo cual exige sustituir importaciones. “En ese sentido, se han diversificado los productos elaborados a partir de la leche de soya, entre éstos, la pasta untable y helados”, dice.
En sus palabras, la joven directiva, resalta el papel de los integrantes de la ANIR, quienes hacen posible con su labor mantener muchos de los equipos con que cuentan, pues carecen de piezas de repuesto. “Son ellos quienes dan solución a la mayoría de las dificultades técnicas que surgen a diario”.
No se muestra conforme con los resultados actuales de la entidad que tiene un papel importante en la economía y la alimentación de la población. Por eso subraya: “Debemos proyectarnos más por el encadenamiento productivo con nuevas formas de gestión no estatal, y desarrollar nuevos productos. La población espera más de nosotros y trabajamos para eso”.
Entre los retos de Dayadna está culminar la Maestría en Ciencias de la Gestión Ambiental, en el Instituto de Ciencias y Tecnologías Aplicadas para seguir aportando conocimientos a la empresa. Hay compromiso en sus palabras y, sobre todo, agradecimiento, a la entidad y a los compañeros que con tanto amor le han abierto las puertas.
Material Relacionado
