Doha.- Para una agencia de prensa bien fácil saldría un titular: “Caen dos cubanos en el debut del mundial de judo”. Para los más críticos de este deporte cualquier idea que no pase por reconocer las derrotas sería un intento de justificar los reveses. Para quienes estamos viendo el sacrificio cotidiano de cada uno de ellos y nos toca cronicar es preferible hablar de colores, esos que matizan la vida de los seres humanos, en este caso de Arnaes Odelín y Magdiel Estrada.
Es cierto que ambos tenían el sorteo bien duro. Lo sabían de antemano y para eso se prepararon, pues en un mundial no hay contrarios fáciles. Hasta el más desconocido puede tener su día de gloria y proclamarse medallista o campeón. Pero no fue el caso de nuestros dos primeros representantes en esta lid del orbe. Perdieron ambos por wazari y aunque sus judoguis eran blancos, su rostro dejaba ver el rojo de la vergüenza deportiva.
Cuando los entrevisté en breves declaraciones previas andaban positivos, pero aterrizados. Sus contrarios eran espinas clavadas. En el caso de la santiaguera nunca se había enfrentado a la francesa Sarah Leonie Cysique, subtitular olímpica de Tokio 2021, pero se veía con posibilidades, esas que salían de una táctica de combate casi perfecta, como perseguía hacerlo.
Y salió convencida de eso al tatami del Ali Bin Hamad Al Attiyah Arena (ABHA Arena). Intentaba molestarla constantemente y solo en el tercer minuto fue sorprendida por un wazari claro, del que no pudo reponerse por más despliegue físico y ataques realizados a la orden de su entrenador Yordanis Arencibia. Terminó llorando de impotencia, del trabajo que le falta todavía por aprender. Es su tercer mundial y pensó que era la vencida. Por eso sus lágrimas y no hubo quien la entrevistara.
Una y otra vez el matancero intentó todos sus recursos técnicos. Se ganó un shido pero seguía hacia delante, con el ritmo y la iniciativa acordada. Cuando de momento, en una acción que inició el cubano, terminó con medio hombro sobre el tatami, imperceptible para el árbitro. Sin embargo, desde la mesa principal le indicaron que sí, que debía marcarlo. Los últimos 18 segundos eran aguijones en la mente del cubano, que por octava ocasión se despedía de un mundial sin medallas, a pesar de ser uno de los más técnicos y más sacrificados, por más de una década, en el equipo varonil.
Los colores de la derrota lo saben hoy Arnaes y Magdiel. Vistieron de blanco y terminaron rojos. A veces para ellos, como para el periodista, escribir de derrotas también es eso, reflejar matices, no hacer leña del árbol caído. Ahora les toca apoyar a sus compañeros y volver al tatami el domingo en la competencia por equipos. Allí seguramente veremos nuevos colores.
La próxima presentación de Cuba en esta lid del orbe estará a cargo de la campeona continental de los 63 kilogramos, Maylín del Toro, quien iniciará sus acciones frente a la ganadora entre la serbia Anja Obradovic y la francesa Clarisse Agbegnenou, bien conocidas por ella pues son de la élite de este deporte en mundo.