Crisis de combustible no de cubanía
Lo dijeron los repentistas en la multitudinaria concentración del malecón habanero por el Día Internacional de los Trabajadores.
Y fue un mensaje clarísimo para los odiadores que no pudieron ignorar las impactantes imágenes de cubanos de todas las edades: jóvenes, ancianos, niños, que rodearon en un gran abrazo el popular muro que separa la bahía de la ciudad.
En torno a mi ondeaban telas con consignas, pancartas que anunciaban la procedencia laboral de los participantes, banderas que agitadas al viento proclamaban patriotismo y compromiso y hasta el dragón de la escuela cubana de Wushu movido por brazos entusiastas improvisó una danza de respaldo a una obra construida entre todos a pesar de las dificultades y que desborda fronteras.
Ambiente de fiesta se respiró allí pero de una fiesta despojada de frivolidad, con un sentido profundo hacia la causa que defendemos y hasta su principal artífice estuvo allí entre nosotros. Lo demostró el estribillo de una conga entonada con voces femeninas al concluir el acto: ¡Somos hijas de Fidel, somos hijas de Fidel! A las que respondió otro grupo: ¡Pa lo que sea Fidel, pa lo que sea!
Y hasta la caminata de regreso estuvo permeada de esa cubanía de la que hablaron los poetas, cuando las notas de la canción de Alexander Abreu inundaron el aire: Cubano soy de pura cepa∕Y mis raíces las defiendo con la vida∕ Cubano soy y dondequiera que me encuentre∕ Cantaré a mi Cuba querida…
Así lo hicieron en todos los rincones de nuestra geografía los millones que este día demostraron no estar dispuestos a renunciar a sus tradiciones revolucionarias, ni por las posibles inclemencias del tiempo ni por la falta de transporte. A pie acudimos todos: algunos desfilaron otros se concentraron en actos, y de ese modo los cubanos hicimos un milagro de los que solo se producen en esta tierra que se reinventa cada día: convertimos un cinco de mayo en primero.