Nunca se creyó lo que honorables gobiernos, parlamentos e instituciones internacionales aceptaron de forma incondicional con la mágica fórmula estadounidense de reconocerlo como “Presidente interino de Venezuela”.
El globo se desinfló el 24 de abril, en Bogotá, donde intentó que se le reconociera como tal, por personalidades políticas convocadas por el Gobierno colombiano para opinar sobre la situación de bloqueo, sanciones de todo tipo, campañas de mentira y desinformación que sufre Venezuela.
El último (?) capítulo de una de las tantas historias que han sido creadas por instituciones estadounidenses, fue el no reconocimiento al ciudadano venezolano Juan Guaidó, al entrar, sin invitación a un país vecino con la intención de participar en una reunión internacional a la cual no había sido invitado.
El proceder de las autoridades colombianas fue el establecido por todo país que se respete y Guaidó, desde el mismo momento que se dirigió al aeropuerto para hacer uso del pasaje que compró y abordar el avión, no presidencial, lo hizo como exiliado.
Lógicamente los titulares, posiblemente los últimos donde la reconocían su jerarquía inventada, denunciaron que lo habían expulsado del país, que no le permitieron participar en un evento, aunque sin precisar que no había sido invitado, etc, etc.
Inicio de un largo exilio
El derrocado presidente interino de Venezuela viajó solo, sin escolta ni fanfarria al basurero donde le precedieron tiranos derrocados y personajes políticos denunciados por corrupción, por solo citar algunos de sus similares.
Y adivine usted. Fue a Miami, “donde si no”
Allí no fue recibido ni por sus incondicionales que ocupaban cargos de su “gobierno” (su embajador o su canciller”), ni por los exiliados venezolanos y mucho menos por funcionarios locales. Solo algunos periodistas en busca de una nota, orientados por sus redacciones, para decir algo sobre el visitante.
Ociel Alí López, periodista venezolano comentó: “aunque parezca exagerado la llegada de su alfil a Miami representa para Washington una retirada como la de Afganistán de 2021. Esta vez sin violencia, ni talibanes, aunque con un sentido similar: el repliegue de territorios que le resultan incontrolables”.
Para concluir “la imagen es de abandono y de una derrota, que no puede ser atribuida a la represión o al sometimiento. Es una retirada, no táctica sino estratégica, que supone necesariamente la supresión de su imagen como signo político.
Pasarán días y quizás semanas, pero los creadores del interinato de seguro ya trabajan para darle una salida decorosa al fracasado que va, desde el olvido de su rol en toda esta historia, o tratar de usarlo de otra manera.
Vivir donde fue creado, como un exiliado más
Fue en Estados Unidos donde se creó su presidencia y será el lugar donde pueda disfrutar del dinero que haya podido ganar por el miserable papel jugado hasta ahora.
Creado por Trump, fue amamantado por Baiden. Ya dejó de ser un “líder mundial”, recibido por jefes de gobiernos e instituciones internacionales y vuelve a ser el diputado desconocido que era en Venezuela ante de la metamorfosis.
Muchos en el mundo se verán ahora liberados de seguir complaciendo los mandatos de Washington.
Y para aquellos que solo leen “prensa libre” el presidente Gustavo Petro, desmintió de inmediato la desinformación sobre el caso, al afirmar que la entrada de Guaidó al país había sido irregular.
El canciller colombiano, Álvaro Leyva, precisó que “Guaidó tiene prohibida la salida de Venezuela, por orden judicial, y, según recalcó Leyva, entró a Colombia «de forma inapropiada».
El ahora exiliado repetirá el guion utilizado en un videomensaje grabado desde el avión, cuando declaró que lo «están sacando de Colombia«, atribuyendo esa decisión a la «persecución de la dictadura»
En fin, la última de sus mentiras, aunque de seguro surgirán muchas más, porque de algo hay que vivir, aunque con lo logrado hasta el mismo día de su partida de Colombia le permitirá iniciar un exilio sin grandes preocupaciones.