Cinco años tremendos en los que Cuba no se detuvo (+ Fotos)
Leticia Martínez Hernández, Yaima Puig Meneses, Alina Perera Robbio y René Tamayo León
PARTE I
Ejercicio presidencial 2018-2023. Algunos hitos y síntesis de la gestión gubernamental de la nueva dirección del país. El mandato del compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un camino de adversidades y retos, y de un hacer innovador, con la filosofía de la «resistencia creativa»… El candelorio de los pueblos
Para no dejar dudas en torno a que el afán libertario de Cuba es uno solo en la línea del tiempo, para disipar toda ambición relativa a una posible ruptura generacional, la palabra “continuidad” fue piedra angular del discurso pronunciado el 19 de abril de 2018 por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el primero en su calidad de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Ese día el dignatario lanzó un jarro de agua helada a quienes habían soñado que, con su ascenso a la más alta responsabilidad, el país caribeño entraría en una nueva Era, en un canal de cambios tan radicales que atrás quedarían épocas rebeldes: Sus palabras de presentación durante la Sesión Constitutiva de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el capitalino Palacio de Convenciones, no dejaban resquicio a profecías erradas:
«Más de medio siglo de calumnias y de convites oscuros a la ruptura generacional y al desaliento frente a las dificultades, no han podido derribar las columnas del templo de nuestra fe: la Revolución de Fidel y de la Generación del Centenario de Martí, transita por su año 60 con la dignidad de sus fundadores, intacta y engrandecida por haber sabido hacer en cada momento lo que cada momento demandaba».
En una alocución cuyo «primer pensamiento» fue dedicado a la generación histórica, el mandatario afirmó: «Aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya el legado de tantos años de lucha. En Cuba, por decisión del pueblo, solo cabe darle continuidad a la obra, unidas las generaciones nacidas y educadas en la Revolución y la generación fundadora, sin ceder ante las presiones, sin miedo y sin retrocesos, defendiendo nuestras verdades y razones, sin renunciar a la soberanía e independencia, a los programas de desarrollo y a nuestros sueños».
Desde ese momento ya podía advertirse, en las ideas pronunciadas, una sinergia que en estos cinco años ha sido procurada y que es herencia esencial de la Revolución, hija del vínculo permanente y estrecho entre la dirección del país y su «gente humilde, generosa y noble». En sus palabras del 19 de abril, Díaz-Canel enfatizó que el «mandato dado por el pueblo a esta Legislatura es el de dar continuidad a la Revolución Cubana en un momento histórico crucial, que estará marcado por todo lo que logremos avanzar en la actualización del modelo económico y social, perfeccionando y fortaleciendo nuestra labor en todos los ámbitos de la vida de la nación».
Dijo asumir su nueva responsabilidad «con la convicción de que todos los revolucionarios cubanos, desde la posición que ocupemos, desde la labor que realicemos, desde cualquier puesto de trabajo o trinchera de la patria socialista, seremos fieles al ejemplar legado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, líder histórico de nuestra Revolución y también al ejemplo, el valor y las enseñanzas del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder actual del proceso revolucionario».
Habló de una dirección «cada vez más colectiva», de tomar decisiones «a través de procesos ampliamente democráticos que ya son parte inseparable de la política nacional». Y compartió una de las frases que más se recuerdan de ese día: «No vengo a prometer nada, como jamás lo hizo la Revolución en todos estos años».
La Cuba mediata e incluso futura se fue presentando claramente en la voz del Presidente, mientras este advertía que la Revolución no terminaba donde terminaban sus guerrilleros, y que en la nueva legislatura no habría espacio «para los que aspiran a una restauración capitalista».
Los caminos de trabajo pendiente se fueron prefigurando cuando subrayó la necesidad de «ser más creativos en la difusión de nuestras verdades«; y al mencionar la «prosperidad que nos debemos y que tendremos que conquistar más temprano que tarde, en medio de las turbulencias de un mundo minado por la incertidumbre, la injusticia, la violencia de los poderosos y el desprecio a las naciones pequeñas y a las empobrecidas mayorías».
Todavía el país no se había sumergido -como lo haría a partir del segundo semestre del 2019- en una situación extremadamente compleja, a punto de partida del hostigamiento imperial y de su plan de asfixia. Pero como lo ha evidenciado el curso de la vida, desde que la certeza de la continuidad saltó al aire en voz del nuevo mandatario, se desataron todos los demonios que librarían, como estamos viendo, una de las guerras más bestiales sufridas por la Revolución cubana en toda su historia.
Como si ya hubiera visto lo que se venía encima, el mandatario habló desde los primeros instantes sobre el valor de la unidad entre cubanos, y sobre la necesidad de seguir ordenando el país a través de algo tan cardinal como el ejercicio legislativo, ese que confiere robustez a las instituciones y que se conecta -en una suerte de continuidad del pensamiento fidelista y de las lecciones del compañero Raúl- con todo lo diseñado desde el parlamento en etapas precedentes, con todo lo que pone énfasis en la participación del pueblo, en la democracia participativa.
Pronto, luego de que Díaz-Canel Bermúdez asumiera responsabilidades como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se desarrolló el proceso de Reforma Constitucional que devino genuina expresión de la participación popular, y en el cual tomaron parte unos nueve millones de cubanos.
La nueva Ley de leyes, el texto normativo con el cual configurar el país, nació de la sabiduría popular, y tendría la cualidad de ser humanista, enaltecedor y atemperado a los nuevos tiempos. Su proclamación dio paso a un amplio ejercicio legislativo que incluyó aprobar más de 120 normas jurídicas de rango superior.
El 10 de abril del 2019 la Asamblea Nacional del Poder Popular proclamó la nueva Constitución de la República de Cuba, Carta Magna precedida de la labor infatigable y de sumo rigor de una Comisión redactora; de un proceso de consulta popular; de la aprobación en el seno parlamentario; y de un histórico referendo que tuvo lugar el 24 de febrero de 2019, donde el pueblo dijo mayoritariamente Sí al texto normativo.
El otro hito jurídico ha sido el Código de las Familias, ante el cual se pronunció en mayoría y afirmativamente el pueblo, desde las urnas, el 25 de septiembre de 2022. El texto fue calificado por Díaz-Canel como «una obra monumental, por la cantidad de saberes y experiencias que lo conforman; y por una singularidad maravillosa: convirtió el amor en ley, el afecto en ley».
Y nuevamente Cuba vivió otro momento de pulsar ánimos populares durante los procesos eleccionarios que, desde la base, hicieron posible conformar la nueva Asamblea Nacional del Poder Popular cuya primera jornada está marcada este 19 de abril.
Si se aplicara una lógica lineal, habría que decir que, por las adversidades, no era posible la victoria (75,92 por ciento de participación y 72,10 por ciento de voto unido); pero eso es lo que el gran amigo bolivariano y Comandante Hugo Rafael Chávez Frías llamó el «candelorio» de los pueblos; es lo mismo que decir las reservas invaluables de la resistencia, las luces que se levantan, alumbran y guían en cada hora cero.
Cuba tiene en sus subtramas, y lo ha demostrado en estos duros y fecundos cinco años, una resistencia —que ha propuesto Díaz-Canel sea «creativa»— que por lo general no hace ruido, y que sin embargo sigue siendo el capital imprescindible, todavía riquísimo, que decide la suerte de la nación. Cuba tiene entre sus fortalezas el magisterio de la generación histórica, de combatientes como el General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien ha dejado claro que, si se trata de defender a la Patria, a la Revolución y al Socialismo, él seguirá hacia adelante con el pie en el estribo.
ESCUCHAR AL PUEBLO Y GOBERNAR EN CONSECUENCIA
Bajo la premisa de que el socialismo requiere de una ciudadanía activa y del involucramiento popular en todas las esferas del país, el Presidente Díaz-Canel durante estos cinco años ha encabezado una gestión de Gobierno marcada por constantes visitas a los territorios, encuentros sistemáticos con diferentes sectores de la sociedad, y la consulta a expertos en todas las ramas del saber. Es frecuente escucharlo decir, en consecuencia, que «ninguno solo, sabe más que todos juntos».
«En cada visita realizada a los territorios, en cada encuentro con los diferentes sectores de la sociedad, en el trabajo diario desde la Presidencia, insisto en la importancia de escuchar al pueblo y gobernar en consecuencia», dijo el 15 de diciembre del 2022 en la Asamblea Nacional sobre lo que ha sido una constante en su quehacer.
Se les llama «visita gubernamentales» y la primera ocurrió en La Habana, el 16 de mayo del 2018, apenas a un mes de su elección como Presidente. Desde entonces, el Consejo de Ministros se volcó a recorrer las provincias y todos los municipios, para ayudar en la solución de los problemas del territorio.
Con seguimiento de cada indicación y con al menos una visita por provincia al mes, este estilo de trabajo se mantuvo hasta que la pandemia de la COVID-19 impidió la interacción física. Actualmente se retoma, bajo la dirección del Primer Ministro, el miembro del Buró Político Manuel Marrero Cruz.
Según informes de la Secretaría del Consejo de Ministros, desde mayo de 2018 a febrero de 2019, se realizaron visitas gubernamentales a las 15 provincias del país que —describe el documento de balance facilitado para este artículo— «han constituido una herramienta esencial para el sistema de trabajo con las provincias y municipios. Se reconoce que estas han ayudado a destrabar problemas y eliminar burocracia. Cuando las soluciones sobrepasan al territorio, se establecen las coordinaciones necesarias para encaminar adecuadamente el trabajo».
En el año 2019 se hicieron 13 visitas gubernamentales y tres en enero de 2020, con lo cual se completó un segundo ciclo de recorrido a todas las provincias, por parte del Consejo de Ministros y encabezadas por el Presidente de la República. Para el 2021 los casos de COVID-19 fueron en aumento en el país, y la prioridad fue salvar vidas.
A la par de estas visitas, comenzaron a realizarse encuentros con sectores específicos del país: maestros, mujeres, jóvenes, campesinos, empresarios, médicos, oficiales de las FAR y el MININT, trabajadores sociales, personas en situación de discapacidad, religiosos, comunicadores, deportistas, juristas, la comunidad LGBTQ+, artistas, estudiantes, entre otros, que han planteado problemas y soluciones por el bien del país.
Sirvieron esos diálogos también para conocer historias de vidas, salvadas por la Revolución, y otras postergadas ante la desidia, el olvido, y el mal hábito de no ponerse en el lugar de los demás.
Histórica fue, por ejemplo, la reunión con representantes de la comunidad LGBTIQ+ en Cuba. De esas historias reales, y muchas veces dolorosas, confesó Díaz-Canel: «Uno ha estado recibiendo una carga emocional, de insatisfacciones de ustedes que también aprietan los sentimientos; uno se da cuenta de la magnitud de todo el trabajo que queda por delante», y para eso también están estos encuentros.
Según un reporte publicado en el sitio web de la Presidencia de la República, hasta el 2 de febrero del 2022 se habían producido 26 encuentros y registrado cientos de planteamientos.
Sobre esto, Díaz-Canel también diría: «Hay sectores que ya van por el segundo y tercer encuentro (con la dirección del país), y los vamos a seguir haciendo, pero no podemos llegar a los encuentros sin respuestas, o sin implementación. Esto genera una dinámica. Entonces, debemos tener también otro ritmo de trabajo».
A otra «revolución»—o mejor dicho a la continuidad de una revolución postergada por carencias y otras veces por olvido—convocó el Presidente Díaz-Canel en los barrios de Cuba.
El 18 de agosto de 2021, en el Palacio de la Revolución, diría: «Este es un trabajo que llegó para quedarse» y se desató un programa de transformaciones, nacidas desde el barrio, desde su gente. Lo que comenzó siendo un cronograma de ministerios y empresas apadrinando comunidades, devino en un camino de participación en la solución de los problemas.
No vamos a intervenir los barrios, aclaró en múltiples ocasiones el Jefe de Estado, alertando ante una tendencia asistencialista que no hace bien a los «asistenciados». El concepto «no es intervenir los barrios; vamos a apoyar los barrios y de ellos tienen que salir el diagnóstico, las propuestas, las ideas; nosotros vamos a ayudar a canalizar todo eso y a trabajar con las personas, con los actores que están en el barrio, lo cual nos permitirá articular bien conceptos de participación y democracia».
A la fecha, en cientos de barrios de todo el país soplan aires de renovación que se palpan en sus escuelas, consultorios médicos, áreas deportivas, viviendas, bodegas, calles, aceras, y también en el día a día de quienes hacen la Revolución allí, en esas patrias chicas que es en donde nace esta Cuba entera.
NUEVOS TIEMPOS Y UNA POLÍTICA EXTERIOR INALTERABLE
El 19 de abril de 2018, Díaz-Canel habló por vez primera como Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros a Cuba y a muchos que en el planeta estaban expectantes. Resultó su carta de presentación a un mundo que, dijo, «nos mira con más interrogantes que certezas. Por demasiado tiempo y de las peores maneras ha recibido el mensaje equivocado de que la Revolución termina con sus guerrilleros».
Fue un discurso tajante que dejó por sentada la continuidad de la Revolución en manos de los nuevos guerrilleros. Entre tantos temas que abordó, estuvo el de la política exterior de la Revolución cubana, esa joya diseñada al detalle por el Comandante en Jefe Fidel y que ha sido uno de los orgullos mayores del proceso revolucionario cubano.
El nuevo Presidente lo dijo claro: «ratifico que la política exterior cubana se mantendrá inalterable». Y seguirían entonces cinco años en los que Cuba continuó siendo protagonista de importantes eventos mundiales; en los que también abrió sus puertas a decenas de visitantes de todo el orbe; en los que, con Díaz-Canel al frente, la voz de la Isla estuvo en países de los cinco continentes.
A la hora del recuento es ineludible, y prueba de esa política exterior inmutable, el primer viaje del mandatario a la tierra de Bolívar y de Chávez (el mejor amigo de Cuba, dijo Fidel). Fue el 30 de mayo de 2018, y Díaz-Canel aseguró sentirse emocionado de concretar allí su primera visita oficial, de encontrarse en Miraflores con el presidente Maduro, quien fuera el primer mandatario que viajó a la Mayor de las Antillas, apenas 48 horas después de la elección del Jefe de Estado cubano.
De ese primer año como presidente, Díaz-Canel asistió al 73 periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, y habló desde el emblemático podio mundial el mismo día que Fidel, 58 años atrás, estremeció por primera vez aquel lugar. Entonces dijo: «El cambio generacional en nuestro gobierno no debe ilusionar a los adversarios de la Revolución. Somos la continuidad, no la ruptura».
Ese 2018 el mandatario emprendió también su primera gira, que incluyó países históricamente hermanos de Cuba: Rusia, China Vietnam, República Popular Democrática de Corea y Laos. Todas visitas oficiales, donde fue recibido por las máximas autoridades de cada nación.
Otro importante recorrido tendría lugar en octubre de 2019, esta vez a Irlanda, Azerbaiyán (donde participó en la XVIII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados), Belarús y Rusia nuevamente.
A finales de 2022, luego de que el mundo se «recuperara» del aislamiento impuesto por la COVID-19, realizó dos periplos más: en noviembre por Argelia, Rusia, Türkiye y China, con el propósito esencial de lograr acuerdos económicos, sobre todo en el área de la energía, en momentos difíciles para la nación; y en diciembre, a San Vicente y las Granadinas, Barbados y Granada, islas hermanas del Caribe.
De estos cinco años de gobierno, resaltan además las cuatro visitas a México: para participar en la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2018; para la primera visita oficial en octubre de 2019; para asistir como invitado de honor al desfile cívico-militar por el Día de la Independencia Mexicana y participar en la VI Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, en septiembre de 2021; y finalmente a Campeche en febrero de 2023, donde ambos mandatarios visitaron el Tren Maya, trascendental obra donde Cuba también está poniendo su «granito de arena», o más literalmente sus piedras rajón.
Durante el quinquenio la Isla fue igualmente escenario de varias cumbres del ALBA-TPC. Además el Presidente participó de manera virtual, ante las restricciones impuestas por la pandemia, en eventos como la Cumbre de Ambición Climática, la VII Cumbre CARICOM-Cuba, el Debate General del 75 Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, durante el 2020; la celebración por el centenario del Partido Comunista de China, que reunió a líderes de diversas partes del mundo; y el Consejo Supremo Económico Euroasiático en 2021, donde Cuba ostenta el estatus de Estado observador.
Más recientemente, en marzo del presente año, Cuba —con su Presidente al frente de la delegación de alto nivel— tomó parte en la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en República Dominicana. Y este abril el dignatario asistió, de manera virtual, a la Cumbre convocada por México para encontrar soluciones y enfrentar los altos precios de los alimentos y las presiones inflacionarias que impactan negativamente en el bienestar de nuestros pueblos, la cual tendrá continuidad a inicios del mes de mayo en Cancún.
Mientras, el sitio web de la Presidencia contabiliza más de 120 notas de recibimientos en el Palacio de la Revolución, cifra impactada por dos años en que prácticamente la nación cerró sus puertas al mundo. En este periodo, hasta La Habana llegaron líderes mundiales, científicos, artistas, comunicadores, congresistas, deportistas, economistas, religiosos, caravanas de solidaridad, estudiantes, diputados, empresarios y más, que recibieron la acogida de la máxima dirección del país, en las figuras del Presidente, del Primer Ministro o del Vicepresidente.
En 2018, por ejemplo, llegaron a la sede de la Presidencia de la República los presidentes de España, de Haití, de la República Árabe Saharaui Democrática, y Panamá; el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense; el primer ministro de Belice; así como el director general de la Organización Mundial de la Salud y la directora de la Organización Panamericana de la Salud.
En 2019, se recuerdan las visitas de la directora general de la UNESCO; la Presidenta del Consejo de la Federación de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia; del entonces Presidente de Francia; del Rey de España; del Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas; del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia; del actor y director de cine Danny Glover; del Presidente de la República de Angola; de la 30 edición de la Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba; del Director General del Organismo Internacional de la Energía Atómica; y de Su Alteza Real el Príncipe de Gales.
Pasaron por Cuba en 2021 —igualmente a modo de ejemplo— los Presidentes de Bolivia y de Vietnam; los ministros de Salud de Argentina y Kenya, en pleno apogeo pandémico; así como la Vicepresidenta ejecutiva de la República Bolivariana de Venezuela.
En 2022 estuvieron el Primer Ministro de la Mancomunidad de Bahamas; el Secretario Nacional del Partido Comunista Francés; la Presidenta del Tribunal Supremo Popular de Laos; el Presidente de México; y también el de la Federación Mundial de Béisbol y Softbol.
En 2023, han sido noticia los encuentros con los participantes en el Coloquio Patria, con el director ejecutivo de la petrolera rusa Rosneft, con el Presidente del Comité Olímpico Internacional, el ministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán, y la Ministra de Estado de Asuntos Exteriores y Cultura de la República de la India.
Importante en este balance, en el que obviamente quedarán muchos sucesos fuera, resultó el 12 de agosto de 2022, cuando el presidente Díaz-Canel recibió en el Palacio de la Revolución al ministro de Relaciones Exteriores y Paz de la República de Colombia, Álvaro Leyva Durán, a representantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a otros actores vinculados con los procesos de paz en ese hermano país.
«Cuenten con que daremos continuidad a los esfuerzos que hizo el Comandante en Jefe Fidel Castro; daremos continuidad al seguimiento que le hizo a estos temas el General de Ejército Raúl Castro; y esto no es solo una voluntad del Gobierno de Cuba: el pueblo de Cuba está convencido, tiene compromiso también sobre lo necesario de la paz en Colombia», dijo entonces el mandatario cubano cuando se reiniciaban, bajo el gobierno de Gustavo Petro, las negociaciones de paz, otro punto cumbre en la diplomacia cubana de estos años.
PARTE II
Ejercicio presidencial 2018-2023. Ante las adversidades, defender la vida. Algunos hitos y síntesis de la gestión gubernamental de la nueva dirección del país. El mandato del compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un camino de adversidades y retos, y de un hacer innovador, con la filosofía de la «resistencia creativa»...
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En tiempo real, podría decirse, se ha desarrollado el trabajo del Gobierno en el último quinquenio, que, marcado por una tensa situación económica, no ha sido fácil para los cubanos y ha puesto a prueba en múltiples ocasiones nuestra capacidad de resistencia.
Un terrible accidente aéreo ocurrido en mayo de 2018; un tornado que estremeció a La Habana en enero del año siguiente; diversos eventos climatológicos que azotaron al país; la explosión del hotel Saratoga, y el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, fueron hechos terribles que marcaron la vida de este pueblo.
Ante cada uno de esos sucesos, el Gobierno, con el Presidente de la República al frente, dio siempre una rápida respuesta y mantuvo un seguimiento constante. Ha sido un estilo de trabajo que se ha ido consolidando en el transcurso de estos cinco años, en los cuales se ha propiciado, además, la información inmediata y oportuna a la población.
La prioridad, en todo momento, ha sido siempre la de salvar vidas; luego, comenzar a restituir los daños con la mayor celeridad posible. El constante acompañamiento de la máxima dirección del país en cada uno de los lugares afectados, hablan de cuánto se ha hecho, en el último lustro, para hacer sentir a los cubanos que en ningún momento la Revolución los dejará desamparados.
Como práctica del trabajo gubernamental a todos los niveles, las experiencias dejadas por cada uno de esos lamentables sucesos han sido incorporadas a los planes de reducción de desastres del país.
Han sido cinco años de duro batallar, en los que el pueblo cubano ha podido contar siempre con el aliento, la seguridad y la confianza de saberse prioridad en el desempeño de un equipo de gobierno que ha trabajado sin descanso para aliviar, en la medida de lo posible, las dificultades del pueblo.
Otra vuelta de tuerca del imperio provocó en el 2022 una nueva contingencia energética que mantuvo en vilo a todo el país. Las afectaciones sistemáticas del bloqueo impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos, denunció entonces el Presidente Díaz-Canel, dejaron a la nación sin financiamientos para realizar las labores de mantenimiento, de reparación y de nuevas inversiones que necesitaba el sector energético, lo cual conllevó a un deterioro tecnológico imposible de resolver en poco tiempo.
Los del 2022 fueron meses extremadamente complejos en los que las afectaciones de fluido eléctrico afectaron por varias horas a todas las comunidades, mientras un equipo de Gobierno, encabezado por el Presidente de la República, recorría cada termoeléctrica para chequear su estado técnico y las acciones para mejorarlo.
Cuba dispone de ocho centrales termoeléctricas, con 20 bloques de generación térmica en total, gran parte de ellas con más de 30 años de explotación, incluyendo siete que superan las cuatro décadas en funcionamiento. Son estas la base de la generación de electricidad del país, complementada por el sistema de generación distribuida, que incluye motores a diesel y fueloil, así como la llamada generación móvil, donde se agrupan las llamadas patanas contratadas a una empresa extranjera.
A propósito de la contingencia energética, en la sesión ordinaria de julio de 2022 de la Asamblea Nacional, el presidente Díaz-Canel expresaba, «es mi deber aclarar que todavía quedan días difíciles por delante. Lo que no puede faltar, junto con el reconocimiento al esfuerzo (de los trabajadores del sector), es la información oportuna y útil a la población. La verdad, la explicación sincera y la planificación que solo se puede garantizar con previsión, son aspectos decisivos, como lo será siempre el ahorro solidario y responsable por parte de nuestra población».
«Les puedo garantizar —añadió— que se está trabajando sin descanso por remontar cada dificultad, sea fruto del bloqueo o de nuestras propias limitaciones y deficiencias».
COVID-19: FRENTE AL DOLOR Y LA MUERTE, MÁS CIENCIA
El 11 de marzo de 2020 Cuba diagnosticó los primeros casos de Covid 19, iniciaban dos años de enfrentamiento a una de las más terribles epidemias vividas por la humanidad en los últimos siglos.
El país diseñó, incluso antes de detectarse aquí el virus, una estrategia de enfrentamiento que fue actualizando periódicamente, según la evolución de la enfermedad, con medidas de prevención y control y protocolos médicos propios, que nos permitieron ubicarnos entre los países del mundo con más éxito en la mitigación de la transmisión, y en la incidencia y secuelas de la enfermedad.
El pueblo se volcó a hacer frente a un enemigo invisible que le arrebató a más de ocho mil de sus hijos y ha enfermado a más de un millón, para un índice de letalidad acumulada inferior al 0,7 por ciento, uno de los más bajos a nivel global.
Papel imprescindible en este resultado, fue el de nuestro sistema de Salud Pública y el de los científicos e investigadores, que supieron encontrar las mejores respuestas para combatir el virus y responder al pedido del Presidente de la República, con la elaboración de cinco candidatos vacunales anti-covid 19, de ellos tres convertidos en vacunas que permitieron controlar la epidemia, incluyendo la inmunización de la población infantil entre los 2 y 18 años de edad, algo que nadie más ha hecho.
Estudiantes, trabajadores, entidades estatales y no estatales, también salieron a dar la batalla al nuevo coronavirus. Especial papel jugaron las instituciones armadas, que trabajaron sin descanso en los más disímiles escenarios y cuyo apoyo fue decisivo en la producción y traslado de oxígeno medicinal tras la avería de la principal planta productora del gas en el país y las acciones enemigas para impedir su adquisición en el exterior, en aquellas complejas jornadas que mantuvieron en vilo a toda la nación.
La manera en que se enfrentó la pandemia de COVID-19, la explicaba Díaz-Canel ante la Asamblea Nacional en diciembre de 2020, cuando señalaba que «un principio humanista, inseparable de la Revolución: la vida humana como bien supremo de la sociedad, está en la base de la estrategia nacional de enfrentamiento a la epidemia en Cuba».
El país no solo se quedaría mirando hacia adentro, también como principio de la Revolución, unas 57 brigadas médicas del contingente Henry Reeve han enfrentado directamente la COVID-19 en 40 naciones.
En mayo de 2022, también ante el parlamento, el presidente cubano informaba: «Es muy gratificante y satisfactorio para mí confirmar, ante esta Asamblea, que la pandemia continúa bajo control de manera exitosa en nuestro país.
«Como he reconocido públicamente, más de una vez —añadió—, los trabajadores de la Salud y los de la Ciencia salvaron al país».
La COVID-19 también demostró, con hechos fehacientes, día tras día, la concepción del nuevo Gobierno, expuesta ya en 2018, de afianzar su gestión en tres pilares: la ciencia y la innovación, la informatización, como soporte para facilitar la toma de decisiones, y la transformación digital, y la comunicación social, a fin de perfeccionar la interacción con la ciudadanía por parte de los servidores públicos y las instituciones.
Especial énfasis puso el propio Presidente en la gestión de la ciencia y la innovación para hacer más efectivas las alianzas entre universidades, centros de investigación y el sector productivo, algo que quedó más que demostrado en el trabajo del grupo empresarial Biocubafarma y el sistema de Salud Pública durante el enfrentamiento a la pandemia.
Un momento importante en este propósito lo constituyó la creación del Consejo Nacional de Innovación, órgano consultivo que encabeza el Jefe de Estado y que promueve, en encuentros sistemáticos, el intercambio de ideas entre los más disímiles sectores.
Subrayando el valor de esta iniciativa, Díaz-Canel señalaba, en la conferencia magistral que ofreció durante el encuentro Universidad 2022: «En otras palabras, nos planteamos la necesidad de convertir, cada vez más, el conocimiento y la ciencia, en fuerzas sociales transformadoras que nos ayudaran a encontrar soluciones innovadoras a los múltiples desafíos económicos, sociales, políticos, culturales, que dimanan, como el agua de un surtidor, del modelo de desarrollo que impulsamos».
LA REALIDAD DESMANTELÓ TODAS LAS CAMPAÑAS
Desafíos, y muchos, ha tenido que ir superando constantemente el Gobierno cubano en los últimos cinco años. Las campañas mediáticas que constantemente proliferan en múltiples escenarios contra Cuba, son parte de una guerra sin tregua, promovida por el Gobierno norteamericano, que busca desacreditar la colosal obra que ha llevado adelante nuestra Revolución por más de 60 años.
En tiempos en los que se ha desatado un desarrollo sin precedentes de Internet en el mundo, las redes sociales se han empleado, cada vez con mayor sistematicidad, para manipular la realidad de nuestro país y construir burdas mentiras sobre ella.
Las campañas contra la Revolución, ya lo sabemos, no son nuevas, solo se adaptan al actual contexto y a los nuevos soportes, y de manera impune llaman a la desobediencia civil en el país, al tiempo que tergiversan noticias con el fin de fracturar la unidad y quebrantar la estabilidad social en Cuba.
Múltiples son los ejemplos de los hechos reflejados durante el último quinquenio en las redes sociales, que con total agresividad llaman incluso al asesinato, al linchamiento y la destrucción en Cuba. Ninguno de ellos ha conseguido debilitar al Gobierno ni a las conquistas consolidadas en más de 60 años por la Revolución.
Recordemos cómo, a las puertas del Ministerio de Cultura, el 27 de noviembre de 2020, se concentró un grupo de artistas, muchos de ellos convocados desde las redes sociales por personas cuyo interés no era discutir cuestiones culturales. Varios de los aglomerados ese día, tienen tras de sí un historial de agresiones a los símbolos patrios, de delitos comunes y también de ataques frontales a la dirección de la Revolución.
Sobre el diálogo que se llevaría a cabo días después entre una representación de artistas cubanos y del Ministerio de Cultura, en una declaración emitida por esa institución cubana, se dejaba claro que era inaceptable reunirse «con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de Estados Unidos». Algunos de ellos estaban en el Vedado habanero en la noche del 27 de noviembre.
Nada tenían que ver con otros tantos jóvenes cubanos vinculados al arte, que merecían ser escuchados, y lo fueron, de la manera y en el lugar oportunos. Intercambiar con nuestros artistas no es un evento aislado y menos aún nuevo. El diálogo con ellos ha sido práctica constante de la Revolución cubana, y los últimos cinco años no han sido una excepción.
De manera cruel y oportunista el Gobierno norteamericano aprovechó también para sus propósitos de desestabilización, el contexto del triste escenario vivido en la provincia de Matanzas durante el pico pandémico de la COVID-19, y promovió una campaña mediática en redes sociales que «hablaba de salvar a los cubanos» del virus, mientras ignoraba las consecuencias reales provocadas al pueblo por el bloqueo durante el enfrentamiento a la epidemia.
Se pretendían desconocer entonces todos los esfuerzos de Cuba por defender la vida de sus hijos y la gran proeza que significaba el desarrollo de cinco candidatos vacunales contra la enfermedad. Matanzas nunca estuvo sola, junto a su pueblo estuvieron en los peores momentos de la crisis los máximos dirigentes del país, y el Ministerio de Salud Pública reforzó allí sus capacidades para la atención primaria.
Desde las redes sociales nuestros enemigos tomaron como punta de lanza a Matanzas y promovieron la etiqueta #SOSMatanzas, pero realmente nunca hicieron nada por aliviar la situación que allí se vivía en aquellos fatídicos momentos.
Al igual que «aparece detallado en los manuales de golpe suave», se aprovecharon de la situación en esa provincia y comenzaron a crear irritación y descontento entre nuestro pueblo, para convocar luego, en una bárbara expresión de terrorismo mediático, a los disturbios del 11 de julio del 2021.
Cuba estuvo en esos días en medio de una campaña digital de la ultraderecha que arengaba a los cubanos a la violencia callejera; una campaña cuyos usuarios más activos aparecían tuiteando desde La Habana cuando en realidad estaban fuera de Cuba.
Diversas fueron las causas que confluyeron en los disturbios de ese 11 de julio; entre ellas, la situación económica y sanitaria de la nación, aunque ni siquiera el peor escenario justificaba que para solucionarla se promovieran la violencia, el asesinato, la intervención armada o la muerte de los cubanos. Fueron vívidos elementos que daban respaldo a una operación comunicacional con origen en EE.UU. para provocar un «golpe blando» en Cuba.
En un análisis de estos hechos, en octubre de ese año, durante el II Pleno del Comité Central del Partido, su Primer Secretario, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, señalaba que los llamados sucesos del 11 de julio, «no fueron más que provocaciones y hechos vandálicos como parte de toda esta estrategia de la Guerra No Convencional y del “golpe suave” contra nuestra Revolución».
«Se trata de mantener una narrativa que pretende presentar el 11 de julio como un referente de ruptura y de rechazo popular a la Revolución, y los intentos de aprovechar las inconformidades existentes para provocar desestabilización; pero el 11 de julio no es un referente de ruptura, es, en todo caso, un referente de unidad, y el 11 de julio constituyó una victoria más de la Revolución Cubana. Los revolucionarios salieron a defender la Revolución con elevada moral, con disposición a luchar y vencer.
«Ellos creían que la Revolución se derrumbaba en unas horas, como lo creyeron cuando la caída del campo socialista, pero una vez más se equivocaron».
Esas situaciones, como otras tantas promovidas desde el exterior en el transcurso de los últimos cinco años, han sido enfrentadas desde el accionar consciente del pueblo junto a sus autoridades, para quienes preservar el orden constitucional, la tranquilidad ciudadana y la vida, son prioridades inaplazables.
UN PUEBLO DE RESILIENCIA ADMIRABLE
El costo de construir el Socialismo en Cuba ha sido tremendo: lo ha sido desde el triunfo de enero de 1959 y lo sigue siendo en la actualidad, cuando son cada vez más atroces el odio, la manipulación y la mezquindad del gobierno de los Estados Unidos hacia nuestra Revolución y nuestro pueblo.
El injusto bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por la administración norteamericana a Cuba desde hace más de 60 años, es una de las más crueles políticas imperiales a las que ha estado sometido sin tregua alguna el pueblo cubano.
Qué buscan con sus acciones inhumanas y extraterritoriales, podrían preguntarse algunos. La respuesta a esa interrogante fue claramente formulada en julio del pasado año por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: «asfixiar económicamente a la población, para que la población, por la asfixia económica, por el malestar que causa la asfixia económica, tenga una ruptura que provoque un estallido social y se caiga la Revolución».
No lo han logrado en tantas décadas, ni podrán hacerlo: Cuba y su pueblo no lo permitirán. Es un principio defendido en todos estos años por nuestros máximos líderes y que ha hecho suyo también el Presidente Díaz-Canel, desde que en abril de 2018 asumió ese cargo.
Nuevas y cada vez más crueles sanciones ha impuesto el Gobierno estadounidense a la Mayor de las Antillas como parte del bloqueo, en el transcurso del último quinquenio, entre las cuales se destaca la entrada en vigor del título III de la Ley Helms-Burton. Fue esa una decisión de la administración del presidente Donald Trump, que se puso en vigor a principios de mayo de 2019.
Aun cuando esa ley se aprobó en 1996, todas las administraciones norteamericanas habían suspendido la aplicación de tal título, que da la posibilidad de que reclamantes de los Estados Unidos puedan presentar demandas ante cortes, contra las entidades que, según ellos, trafican con las propiedades nacionalizadas en 1959.
El Título III de la Helms-Burton es absolutamente ilegal, no solo en atención al Derecho internacional, sino también en materia constitucional, procesal y de competencia judicial internacional. A esas presiones adicionales ha estado sometido también el Gobierno cubano desde hace casi cuatro años, en los cuales se han incrementado la crisis económica internacional y sus efectos directos en el país.
En este último lustro Cuba ha vivido un recrudecimiento sin precedentes del bloqueo; y la aplicación de las 243 medidas impuestas durante el Gobierno de Donald Trump —que en su mayoría permanecen vigentes— ha impuesto mayores restricciones a una economía cada vez más afectada por el contexto mundial.
Fue en el año 2019 cuando se redujo considerablemente el envío de remesas desde Estados Unidos a personas en Cuba; se prohibieron los viajes de cruceros desde allí y también los vuelos aéreos a las provincias, excepto La Habana; se reactivó la prohibición de que entidades de terceros países pudieran vendernos bienes que contengan más del 10% de componentes estadounidenses; así como se agudizó la persecución y castigo para impedir la llegada de combustibles a la Isla, y muchas otras medidas que buscan, ya lo decíamos unas líneas atrás, asfixiar económicamente a la población cubana.
Dos años después, en medio de la colosal batalla que significó el enfrentamiento a la COVID-19, en enero de 2021, en el ocaso de su presidencia, Trump volvió a mentir sobre Cuba y la calificó como Estado patrocinador del terrorismo.
Nuestro país había sido incluido por primera vez en esa lista durante la administración del Presidente Ronald Reagan, en 1962, y en mayo de 2015, tras el anuncio del mandatario estadounidense Barack Obama de que Estados Unidos normalizaría relaciones con la Mayor de las Antillas, el Departamento de Estado llevó a cabo una amplia revisión que permitió excluir a Cuba de la lista.
Que Cuba «forme parte de las naciones que patrocinan el terrorismo» es una burda manipulación del Gobierno norteamericano que, además de graves efectos en la arena política, también trae consigo muchos otros que hacen más difícil la vida de las personas, tanto dentro como fuera del territorio nacional.
La administración del Presidente Biden poco ha hecho por «suavizar» la política de máxima presión articulada por su predecesor y no ha cumplido sus promesas de campaña de regresar la relaciones de Estados Unidos con Cuba al punto en que las dejó Barack Obama. La realidad es que los intereses hegemónicos de Estados Unidos respecto a nuestro país se mantienen intactos.
Cuba, no obstante limitaciones económicas, crisis sanitaria, campañas difamatorias y de desinformación en su contra y otros tantos obstáculos a los que ha debido hacer frente en los últimos cinco años, ha mantenido su vitalidad. El pueblo cubano, junto a su Gobierno, ha demostrado una entereza y capacidad de resiliencia admirables.
PARTE III Y FINAL
Ejercicio presidencial 2018-2023. La economía: el desafío. Algunos hitos y síntesis de la gestión gubernamental de la nueva dirección del país. El mandato del compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un camino de adversidades y retos, y de un hacer innovador, con la filosofía de la «resistencia creativa».
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El 2018 fue el año en que una nueva generación, de manera gradual y paulatina, en clara expresión de continuidad, comenzó a asumir tareas principales de dirección bajo la guía de la generación histórica que hizo la Revolución, particularmente del General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien hasta abril de 2021 —cuando el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba— trabajó como Primer Secretario de su Comité Central.
La economía sería el más grande reto para el nuevo gobierno durante toda su gestión. Una asignatura ni pendiente ni suspensa, pero que ha sido dura de «aprobar» y a la que todavía le quedan muchos exámenes por delante.
El propio presidente Miguel Díaz-Canel lo reconocía en su último discurso ante la IX Legislatura de la Asamblea Nacional, en diciembre de 2022, cuando señaló: «siento una enorme insatisfacción por no haber sido capaz de lograr, desde la conducción del país, los resultados que necesita el pueblo cubano para alcanzar la anhelada y esperada prosperidad».
El desfavorable escenario económico que marcó los últimos cinco años de la historia cubana (como también ocurrió en otras etapas de la Revolución) pudiera resumirse en un Producto Interno Bruto (PIB) promedio, a precios constantes, muy negativo con respecto a 2017 y a todo el período de gobierno 2013-2018.
El ejercicio presidencial 2018-2023 tuvo que lidiar con insuficiencias propias de la economía nacional, como esos muchos problemas estructurales que aún están pendientes y otros que nunca han sido resueltos,unos por cuestiones objetivas, otros —no pocos— por trabas subjetivas.
Negar, empero, que han sido el bloqueo y la creciente agresividad de las administraciones estadounidenes, la primera causa de los resultados económicos en la etapa, va contra toda verdad.
El presidente Díaz-Canel lo explicaba, entre otros momentos, en su discurso ante la Asamblea Nacional en diciembre de 2019, cuando expresó: «El enemigo ha convertido la economía cubana en el primer objetivo a destruir. No solo porque es el camino a la destrucción de la Revolución, sino porque es un modo de demostrar que el socialismo es un sistema inviable».
Los índices desfavorables del PIB, en promedio anual, del pasado lustro, vale reiterar, derivaron de la política hostil de EE.UU., aunque la propaganda enemiga lo niegue y haya hecho de los resultados económicos en esta etapa una de sus basas favoritas, entre omisiones, mentiras a medias y falsedades completas.
El reforzamiento del bloqueo y sus efectos extraterritoriales empezaron a impactar el comercio y las transacciones financieras del país incluso antes de la toma de posesión de la nueva generación a cargo de dirigir los destinos de la nación.
Fue una estrategia del gobierno estadounidense y la mafia cubano-americana, a la que Trump entregó la política hacia la Isla a cambio de apoyos y favores en el congreso y el senado. Así, desde 2017, empezaron a utilizar como punta de lanza los supuestos «ataques sónicos» a funcionarios de la embajada de EE.UU. en La Habana para comenzar a degradar —en un camino aún sin retorno—, desde agosto de ese año, la incipiente «normalización» de relaciones anunciada en diciembre de 2014 por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.
Entre los propósitos más aviesos e inhumanos de esa política, también estuvo boicotear los servicios médicos de Cuba en el mundo, y de esa forma privarla de los ingresos que este sector aporta al país, entre cuyos destinos principales está la propia salud pública cubana, gratuita y universal, y la producción de medicamentos.
Y lo han hecho a través de una permanente campaña de injurias y mentiras que ni siquiera tomó en cuenta el alivio que significa para las comunidades más pobres de decenas de países la presencia de los médicos y demás profesionales de salud allí, ni los millones de vidas que han salvado durante todos estos años en esos lugares.
La meta ha sido dejar prácticamente sin «oxígeno» a la economía cubana. Si no lo han logrado, es porque Cuba es una Revolución original, que durante más de 60 años ha enfrentado continuamente los golpes de un adversario que para colmo retomó la Doctrina Monroe en su relación con América Latina y el Caribe.
Al comportamiento de la economía en estos últimos cinco años debe agregarse la serie de episodios naturales y de otra índole que tuvieron un impacto sumamente adverso en lo económico y social y por tanto en la calidad de vida de cada cubana y cubano, como la COVID-19.
El bloqueo y la pandemia, con la crisis multidimensional a escala global a que condujo, provocó en 2020 una caída de -10,9 por ciento del PIB, aunque, contando algunos períodos de 2021 y 2019 también en desaceleración, el derrumbe en ese índice sumó una baja de alrededor del -13 por ciento sumando siete trimestres al hilo. Caída tan brutal de las variables económicas solo había ocurrido en los comienzos del llamado «período especial».
2018-2019: AÑOS ECONÓMICOS DUROS, PERO ESPERANZADORES
Además de los numerosos eventos naturales entre 2017 y la primera mitad de 2018, como el huracán Irma, sequías e inundaciones, la gestión económica del joven gabinete debió afrontar, también, la intención, fracasada, de la Casa Blanca (propósito que ya venía desde la época Obama)de asfixiar la Revolución bolivariana y de esa forma cercar y acabar con la cubana, a la que la administración Trump consideró como la «madre de todos los males».
Los últimos años han estado signados por una drástica caída del intercambio comercial entre Cuba y su principal socio comercial en los últimos 22 años, Venezuela, que ha debido enfrentar una crisis económica insospechada, incluyendo la severa caída en la producción y abasto de hidrocarburos al mercado internacional y,por supuesto,a Cuba.
En su discurso del 26 de julio de 2018, el General de Ejército Raúl Castro Ruz lo resumía así: «Nuevamente se ha conformado un escenario adverso y otra vez resurge la euforia en nuestros enemigos y el apuro por hacer realidad los sueños de destruir el ejemplo de Cuba (…).
«Para nosotros, igual que para Venezuela y Nicaragua —señalaba—, está muy claro que se estrecha el cerco y nuestro pueblo debe estar alerta y preparado para responder a cada desafío con unidad, firmeza, optimismo y fe inquebrantable en la victoria».
El 2018, sin embargo, mostró un crecimiento del PIB del 2,2 por ciento; arribaron 4 683 655 visitantes internacionales —récord histórico—; en noviembre se incrementaron las pensiones mínimas a los jubilados y las prestaciones monetarias de la asistencia social; aumentó la conectividad y el acceso a Internet; las líneas móviles se incrementaron en 700 000, para llegar a 5 300 000 en servicio, y creció el acceso público a la wifi.
El año 2019 también resultó desafiante. La batalla económica continuó siendo la tarea fundamental y la más compleja.Fue el año de la «coyuntura». Durante el primer semestre, la esfera de bienes y servicios se desenvolvió en un contexto de restricciones de divisas y combustibles por las medidas que arrecieron el bloqueo, y que también impactaron en elturismo y la inversión extranjera. El segundo semestre de 2019 fue peor.
En ese año, recordemos, la Casa Blanca adoptó un amplio paquete de medidas contra la Revolución cubana; entre ellas:
La activación del Título III de la Ley Helms-Burton para frenar el auge de la inversión extranjera e incrementar los costos de los financiamientos externos.
La reducción del envío de remesas desde EE.UU. a personas en Cuba a solo mil dólares por trimestre.
La prohibición de viajes en cruceros desde EE.UU. y de los vuelos aéreos desde allí a las provincias, excepto La Habana.
La reactivación de la prohibición a entidades de terceros países de vendernos bienes que tuvieran más del diez por ciento de componentes estadounidenses.
La reactivación de la prohibición de que bancos intermediarios estadounidenses acepten los pagos en dólares entre bancos cubanos y bancos de terceros países.
La persecución y castigo para impedir la llegada de combustibles (el país tuvo que funcionar en varios meses de ese año con menos del 50 por ciento de los hidrocarburos que necesitaba).
El continuo engrosamiento de entidades cubanas en la espuria lista de entidades y personas bloqueadas financieramente por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC).
La política de bloqueo para provocar mayores carencias que irritaran y desmovilizaran al pueblo tuvo un fuerte impacto, al punto que el PIB decreció 0,2 por ciento en 2019, tendencia a la baja que no se reportaba desde hacía 25 años.
No obstante, en 2019 se incrementó el salario a los trabajadores del sector presupuestado y a grupos de pensionados, y aunque no fue una reforma, el salario medio en el sector presupuestado subió de 667 pesos mensuales a unos 1 067 pesos, mientras que el ingreso medio en los sectores estatal (presupuestado y no presupuestado) y mixto se situó por encima de los 870 pesos. Entre otras medidas y resultados a favor del bienestar de nuestro pueblo, incluyendo que:
Se terminaron 43 700 viviendas, 10 000 más que lo planificado.
Entraron en funcionamiento 80 nuevos coches en los trenes nacionales y se rehabilitaron estaciones ferroviarias principales.
Se incorporaron al servicio público más de 300 ómnibus ensamblados en el país, 69 semiómnibus y 125 triciclos, y se avanzó en la recuperación de ómnibus paralizados por largo tiempo, lo que alivió en algo los problemas más agudos del país en ese ramo.
Se extendieron y profundizaron los servicios de telefonía y acceso a Internet, llegando a 7 300 000 líneas telefónicas, de ellas 6 000 000 para teléfonos móviles y más de 3 000 000 de usuarios utilizando tecnología de 3G y 4G.
En el turismo, a pesar de ser el sector más golpeado por el reforzamiento del bloqueo en 2019, se logró la llegada de 4 263 115 visitantes, aunque no se alcanzó la cota histórica de 2018.
AÑOS DE PANDEMIA, PERO TAMBIÉN DE HACER
El año 2020 fue duro y desafiante como pocos, a causa de la pandemia de la COVID-19, que cerró de golpe, durante meses, las puertas a la economía y la vida cotidiana en Cuba y el mundo.
Pese a la caída casi a cero del turismo internacional a partir de marzo, el país debió destinar desde sus inicios grandes recursos para prevenir y controlar la expansión del coronavirus, además de que se debieron interrumpir las actividades productivas y de servicios, estatales y no estatales, entre otras afectaciones.
No obstante, el país no se quedaría de brazos cruzados. En el mes de julio el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Económico-Social (EES) para enfrentar el complejo contexto impuesto por la COVID-19 y las sucesivas escaladas del bloqueo, criminalmente endurecido en condiciones de pandemia.
Se adoptarían medidas para revitalizar el sistema empresarial, incluyendo otorgarle mayor autonomía y responsabilidad; se dieron facilidades para exportar e importar; y se introdujeron decisiones para transformar las formas de gestión no estatal, para la implementación de la política de desarrollo territorial y para enrumbar al país hacia el ordenamiento monetario.
Acordada el 16 de julio de 2020 por el ejecutivo nacional, luego de sancionarla el Buró Político del Comité Central del Partido, encabezado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, la EES partió de las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, de la Conceptualización del Modelo Económico y Social —ambos consensuados en el 7mo Congreso del Partido— y de los Lineamientos del 6to Congreso actualizados en el 7mo.
En su intervención ante el Consejo de Ministros aquella jornada, el presidente Díaz-Canel señalaba que la estrategia partía «de la necesidad de transformar el comportamiento de la economía cubana con agresividad, intensidad e innovación».
Resumen: en 2020 Cuba debió enfrentar condiciones excepcionales en la economía: la pandemia, los efectos acumulados de la persecución financiera y el cerco a cualquier fuente de ingresos en divisas; la contracción económica mundial, con la consecuente interrupción de la actividad turística; la contracción de las importaciones; la disminución de la actividad productiva y de servicios, tanto en el sector estatal como en el no estatal; gastos de salud adicionales para prevenir y enfrentar la COVID-19; incremento de los financiamientos desde el Presupuesto del Estado…
Fueron muchas las adversidades y su reflejo macro estuvo en la ya comentada caída de -10,9 por ciento del PIB con respecto a 2019, pero la Estrategia Económico-Social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19 fue la primera respuesta de gobierno —que también aprobaría en este año el Plan Nacional de Desarrollo Económico Social hasta 2030— para salir de la recesión.
El 2021 no sería diferente, pero como la alternativa no era dejar de hacer, el año económico comenzó, al igual que los anteriores, con medidas audaces, en especial a aplicación del ordenamiento monetario y cambiario, que ya había tenido como preludio, en diciembre de 2020, un incremento salarial drástico, con un impacto muy positivo entre las trabajadores y trabajadores del país.
La Tarea Ordenamiento llegó —y así fue— como el más complejo proceso económico de los últimos años, consciente la dirección del país de que posponerla sería aún más costoso en el tiempo. Se hizo, no obstante, bajo el principio permanente de la Revolución de que nadie quedaría desamparado.
El ordenamiento se aplicó en difíciles circunstancias y mostró más de una debilidad, empezando por problemas de diseño. Sus efectos, de entonces a hoy, han sido positivos para el propósito de elevar la eficiencia empresarial, aunque ha tenido repercusiones muy indeseadas sobre la vida de los ciudadanos, las que hoy se expresan, sobre todo, en la inflación, aunque la Tarea no sea su causa principal, aunque no pocos expertos, y sobre todo el enemigo, digan lo contrario.
Los efectos combinados del recrudecimiento del bloqueo y el escalamiento de la pandemia provocaron en 2021 que el país dejara de percibir más de 3 000 millones de dólares en ingresos. Debió incurrir, además, en gastos en exceso del Presupuesto para enfrentar la COVID-19, la protección de los trabajadores y de la población en general.
Las grandes tensiones financieras limitaron, entre otros aspectos, la capacidad para sostener la oferta estatal a la población, fundamentalmente de alimentos y medicamentos, y para mantener la estabilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), lo que condujo a averías y otras limitaciones en las termoeléctricas y la generación distribuida y una secuencia de apagones que aún hoy se mantienen.
En el período, en servicios de salud y material gastable para atender la pandemia, se invirtieron unos 300 millones de dólares, mientras que los recursos para la operación y mantenimiento del SEN demanda como mínimo 250 millones de dólares por año, pero para este sistema no se tuvieron tantos dineros.
Pese a los obstáculos y aunque no todo salió bien, en 2021, gracias al control de la pandemia, a partir del segundo trimestre se inició la gradual recuperación de la actividad económica y social. El Producto Interno Bruto retomó la ruta al alza, con un incremento del 1,3 por ciento anual. Y sí, fue a signo positivo, aunque muy lejos de lo propicio, tomando en cuenta que entre 2019 y 2020 el PIB cubano cayó en el entorno del 11 por ciento.
El 2021 también fue un año de transformaciones profundas, con la aprobación de medidas para el fortalecimiento de la empresa estatal socialista; el crecimiento en el sector agropecuario; el perfeccionamiento de los actores económicos con la constitución de las micro, pequeñas y medianas empresas; la regulación de las cooperativas no agropecuarias; la ampliación del trabajo por cuenta propia; la creación del Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación; así como la labor en los barrios y la atención a personas y comunidades en situación de vulnerabilidad.
El 2022 nació al mundo como inicio de la etapa pos-pandémica. El nuevo coronavirus cedió bastante, aunque continuó con grandes olas y muchos muertos por todo el planeta. Sin embargo, el conflicto en Ucrania añadiría más leña a la crisis multidimensional global, y a la recuperación frágil y desigual de las economías nacionales, cuando ya se pronosticaba desde antes una gran presión sobre los precios y por consiguiente una inflación galopante que aún perdura.
El encarecimiento de las mercancías, sobre todo de alimentos y combustibles, y de los fletes y seguros, cayó con fuerza —de forma inevitable, por el carácter abierto de su economía— sobre Cuba.
En este año adverso, empero, el gobierno tampoco se quedaría con los brazos cruzados. Avanzaría en su dinámica de adoptar medidas audaces e innovadoras, ajustadas a nuestro modelo de desarrollo social y con la mayor equidad posible, a pesar del incremento de las desigualdades en una sociedad cada vez más heterogénea.
En 2022 la economía transitó por una compleja situación donde se combinaron el recrudecimiento del bloqueo, los efectos de la pandemia y la inflación internacional, entre otros factores.
También se hicieron más evidentes, como reconoció el presidente Díaz-Canel en la última sesión ordinaria de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional, los desequilibrios macroeconómicos acumulados en los últimos años como resultado «de la pérdida de ingresos en divisas, los elevados déficits fiscales, el incremento de los ingresos de personas naturales sin respaldo productivo, la parcial dolarización de la economía y la débil respuesta productiva para generar oferta de bienes y servicios, entre otros».
En 2022, el gobierno y el pueblo debieron, de nuevo, enfrentar adversidad tras adversidad, entre ellas tres eventos terribles como los accidentes del Hotel Saratoga y la Base de Supertanqueros y el devastador huracán Ian, además del bloqueo reforzado y los costosos efectos de una pandemia que paralizó económicamente durante dos años (2020-2021) al país; sin embargo, como reconocía el mandatario, ni se impuso el desaliento ni la desmovilización. Se siguió haciendo.
Según datos preliminares, el PIB del pasado año creció en el entorno del dos por ciento, y para 2023 se prevé un incremento de otro tres por ciento en ese índice; o sea, la ligera recuperación en el trienio 2021-2023 no compensará la caída de alrededor del 11 por ciento entre 2019-2020, sin embargo, Cuba no se ha detenido.
«El 2023 —decía Díaz-Canel— debe ser un año mejor; pero lograrlo demanda más que un plan integral. Exige sacudir la inercia, desterrar el burocratismo, quitar más trabas y superar la autocomplacencia. Confío —añadió— en el trabajo creativo e innovador de quienes deben responder por esas tareas en un tiempo que ya no se mide por el reloj, sino por las urgencias que provoca el desgaste tras una dura lucha de más de 60 años contra un cerco criminal e inaceptable».