Las transformaciones que se viven en el sector cañero-azucarero —insuficientes, pero alentadoras— y las acciones del sindicato para respaldar, motivar y reconocer a los colectivos y trabajadores fueron analizadas por el Comité Nacional del Sindicato Azucarero (SNTA) durante el balance anual del 2022.
Las primeras son financieras, crear cadenas de valor, darle el papel indicado por el Che Guevara a la diversificación, asumir que los colectivos laborales, desde su autonomía puedan modelar su gestión y combatir (aún sin los urgentes resultados) la indisciplina laboral y social que amenaza a la producción.
La producción de azúcar es insuficiente en un país alto consumidor, pero se va a cumplir con lo imprescindible para la canasta básica, con el compromiso —limitado— de la exportación y el consumo social, afirmó Julio García Pérez, presidente de Azcuba.
Ningún central sobra, afirmó y citó el ejemplo del Héctor Molina (produce meladura para aguardiente) y de otros que han logrado éxitos al flexibilizar sus surtidos. Algunos ingenios desactivados están probando para insertarse a nuevos modelos o producen a corazón como el Cristino Naranjo. Están la planta de derivados del Majibacoa, que puede producir 100 millones de pesos anuales y una UEB de Camagüey que comercializó raspaduras por un millón de pesos. Las fábricas tienen que ser flexibles, generar dinero.
Están librando un combate contra los precios abusivos: ningún almuerzo puede costar más de cinco pesos y las cafeterías tienen que ofertar al menos 5 productos. El productor es el centro de todo. “Hay que buscar mecanismos de estimulación cuando se vive un momento excepcional y diferente. Nosotros vamos a salvar el sector”, aseguró William Licourt, secretario general del SNTA.