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Arrendar o no arrendar

La lucha con la necesidad básica de trasladarse de un lugar a otro desde hace tiempo condiciona el día a día de los cubanos. Pare­ciera que el asunto nos viene con la información genética, y que ni donativos de amigos foráneos, ni inven­tos criollos o las “tablas salvadoras” ahora aportadas por las mipymes pueden transfor­marlo.

En esas circunstancias, ni el Gobierno ni las autoridades locales se han quedado de bra­zos cruzados, y ensayan alternativas. Una de estas es la Resolución 207 del Ministerio de Transporte, al amparo de la cual las entidades estatales pueden prestar servicios de transpor­tación de pasajeros y cargas a personas natura­les, y arrendar vehículos subutilizados a parti­culares o nuevas formas de gestión.

En Camagüey existe un ejemplo de los be­neficios de dicha norma, la cual con su apli­cación ayudó a los choferes de la Empresa de Bebidas y Refrescos a que multiplicaran sus ingresos, hasta entonces menguados por el mal estado técnico de sus vehículos.

Allí la Resolución 207 contribuyó a que ocho camiones que estaban casi muertos volvieran a la actividad para trasladar materias primas y pro­ducciones terminadas y engrosar los fondos de salario y utilidad de la empresa. En el proceso, sus choferes se convirtieron en trabajadores por cuenta propia, arrendatarios de los equipos y res­ponsables de su cuidado y mantenimiento.

Es necesario acotar que la ley no regaló los bienes del Estado, solo viabilizó una especie de préstamo que beneficia a ambos: la empre­sa asegura el movimiento de sus productos y el chofer garantiza su trabajo e, incluso, aumenta sus ingresos, pues cuando termina con su enti­dad puede contratarse con otros.

Aunque la normativa establece los requisi­tos a cumplir por arrendador y arrendatario, en la transportación de personas el control de­biera prevalecer más, porque los choferes po­nen las tarifas a su conveniencia y siempre en ascenso.

Esta Resolución coloca sobre la mesa opcio­nes valederas para paliar el problema del trans­porte, pero sin control de lo estipulado reinará la anarquía y el afectado seguirá siendo el pue­blo.

Arrendar o no, no es el problema. El cubano también necesita mejorar la movilidad urbana para trabajar, para vivir, y hacia allí deberán ir todas las buenas ideas que puedan ponernos en marcha.

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