Cuba es por tradición un país eminentemente agrícola, por lo que resulta atinado usar términos campechanos para iniciar este comentario con el cual opino que con las elecciones generales de las últimas horas se logró otra fructífera cosecha de patriotismo y una oportuna resiembra de la unidad de acción para potenciar más el futuro de la Patria.
Con la votación, superior al 75 % de participación y el 72,10 al voto por todos, se corroboró que no sólo el amor hace milagros frente a las agresiones del enemigo, el trabajo también engendra la maravilla y fue capaz el domingo pasado de expandir alegría y óptimo hacia los colegios electorales.
Así lo demostraban los titulares en los medios de comunicación de principio a fin de la fiesta electoral, como los que enfatizaban que: Antes de ir a trabajar, hay que votar; el voto por Cuba; seguiremos echando la pelea y otra victoria del pueblo.
Este último título confirmó el triunfo porque el resultado fue superior al del Referendo del Código de las Familias y al de las elecciones municipales, según la información del Consejo Electoral Nacional.
Dicho Consejo también destacó que el proceso concluirá el 19 de abril con la constitución del Parlamento cubano, y la elección de su directiva, del Consejo de Estado y del presidente y vicepresidente de la República de Cuba.
Antes y después de esa fecha histórica llena de heroísmo, por la victoria en Playa Girón, deberá ejercerse otro voto unido en relación con las soluciones a las inquietudes de la población, no solo por parte de los diputados, sino también a cargo de los delegados de circunscripciones, las Asambleas y Consejos de Administración Municipales, porque todas estas estructuras de Gobierno y sus miembros se deben a su razón de ser, definida por Fidel hace 47 años: El poder del pueblo, ese si es poder.