El ponche de Raidel Martínez a Darryl George nos hizo saltar, aplaudir y emocionar a muchos. Nos hizo recordar el de Lazo a Dominicana, o el de Odelín a Puerto Rico en el 2006. Lo cierto es que más allá de los recuerdos o similitudes, Cuba venció 4-3 a Australia, la tierra del famoso canguro Skippy, por sobre el que saltamos hoy en cuartos de final del V Clásico Mundial de Béisbol.
Se presagiaba un partido cerrado, en el que pitcheo y defensa serían claves. Y como casi siempre sucede todo se decidió en un inning, con un hit de oro del santiaguero Yoelkis Guibert en el quinto, aunque Moncada, Despaigne, Roel, Romero, Elías, Moinelo y Raidel también se anotaron papeles protagónicos e históricos, pues Cuba no regresaba a la instancia semifinal desde el primer Clásico.
Los de la Isla-continente fueron los primeros en abrir la pizarra en el segundo capítulo ante un Yariel Rodríguez más descontrolado que en su primera salida, pero rápido recibió el apoyo de sus compañeros en el tercero por boleto a Roel, doble de Moncada y empujada de Luis Robert. Sobre la lomita, Miguel Romero cubrió otra vez el papel de intermedio de manera brillante y empezó a concretarse el sueño de una semifinal.
Llegaría el inolvidable medio juego en el que el capitán Despaigne empujó la ventaja con las bases llenas y luego sobrevino el turno más importante del Clásico para Guibert, quien en conteo de 2-2 no defraudó la confianza de la dirección del equipo y pegó incogible al jardín derecho.
La sentencia cubana fue amenazada de golpe por un largo cuadrangular de Rixon Wingrove en el sexto ante el zurdo Roenis Elías, pero no les alcanzó a los Skippy, pues en el último tercio los pintaron de ceros los mejores lanzadores cubanos para el cierre.
REPASEMOS ENTONCES LAS MORALEJAS DEL PARTIDO Y MÁS
– Alineación ganadora no se cambia, pareció cumplirla al pie de la letra el mentor Armando Johnson, a quien hoy debemos reconocer su valor para dejar batear a Guibert en el quinto inning (el santiaguero había bajado un poco su rendimiento, llevaba de 12-2) teniendo quizás otros hombres con madero en ristre. La decisión le dio el triunfo y son inspiraciones de mentores que hay que elogiar.
– La labor del derecho Miguel Romero sobre el box hay que ponderarla con letras doradas. No solo ahora con otro relevo certero tras un inicio incierto de Yariel. Fue el propio Romero quien detuvo a Panamá en el medio juego en la etapa clasificatoria y permitió el renacer definitivo de nuestra escuadra. Mencionarlo es justo, aunque no sea tan mediático como otros.
– Yoan Moncada ha tomado el papel excelso que esperábamos. Ahora se embasó cuatro veces (par de boletos, doble y sencillo) y estuvo a punto de desaparecerla del parque. A la defensa también ha garantizado un cerrojo y hoy debemos sumar en el tema defensivo un fildeo espectacular de Roel Santos en el quinto.
– Las cábalas funcionan en el béisbol. Buscando en los archivos encontramos que en el 2017 Despaigne decidió con jonrón ante Australia también en el quinto capítulo. Y ahora fue esta propia entrada la que nos regaló la sonrisa número 17 ante los de la Isla-continente si sumamos Clásicos, Copas Mundiales, Juegos Olímpicos y Copas Intercontinentales.
– Al César lo que es del César. La entrada de Ariel Martínez en la receptoría no solo ha dado más tranquilidad defensiva, sino que ha cumplido un rol que quizás no desempeñó en la última temporada en Japón, pero lo que bien se aprende nunca se olvida. Además, en este juego dio su primer hit en Clásicos Mundiales y cumplió la encomienda de un toque de bola en el octavo.
– La felicidad de avanzar a semifinales no debe obnubilarnos. Dejamos ocho corredores en base, dimos más boletos que en todo el Clásico (7) y todavía nos queda poner más la velocidad en función de la ofensiva. Cada partido que resta exigirá hacerlo todo perfecto. Lo saben los jugadores, los técnicos y todos los cubanos.
– Para quienes todavía siguen atacando al periodista por aquel tempranero vaticinio de salida tras la derrota contra Italia, nada nos enorgullece más como cubano y como profesional que el equipo haya vencido a los rivales y a las probabilidades más remotas. Eso solo demuestra que los pronósticos son pronósticos y que existen equivocaciones felices porque somos seres humanos, no robots.
– Ojalá que esta alegría inmensa que vive toda Cuba y todos los cubanos (estén donde estén) supere el cuarto lugar asegurado y podamos regresar con una medalla. Incluso si es de oro mucho mejor. Eso no quitará todo lo que debemos hacer en nuestro béisbol a lo interno. El espejismo de la plata del 2006 en un Clásico Mundial como este nos afectó grandemente, aunque todos vivimos con luces infinitas aquel momento.
– Confundir o igualar un resultado que tiene muchas horas de esfuerzo, trabajo, dedicación, entrega y amor por el béisbol como tarea cumplida sería otro ponche que ahora no deseamos cantar. Hoy 15 de marzo es otro día de celebración. Cuba sueña y hasta se emborracha con sus peloteros porque nada como el béisbol se parece a nuestras vidas